"Cómo te puedo explicar, querés mucho a tú madre, no?. Bueno. Okey,
para mí la música es como si fuera mi madre. La música me eligió
como hijo. Vino a mí y me dijo: "Vamos, sos uno de ellos".
David Lebón acaba de levantarse. Toma un café como desayuno y hoy no
prende el televisor para ver los Tres Chiflados porque está hablando
para esta nota. De lo contrario es lo primero que suele hacer,
después vendrá la audición meticulosa de sus discos y más tarde
algún ensayo, grabación o recital. Tiene 19 años, es argentino, pero
vivió muchos años en Estados Unidos. De allá volvió hace más de dos
años. Tiene 19 años y es uno de los músicos argentinos más completos
de la última generación: toca bajo, guitarra, batería y piano. Todo
bien. Hay muchas grabaciones de él con I diferentes grupos en los
que toca cada vez un instrumento: es una especie de Nicky Hopkins
local, con la diferencia que toca varios instrumentos.
David cuenta sus experiencias anteriores, en Estados Unidos: "El
asunto empezó a los doce años: era el furor de los Beatles: me volví
loco: Como muchos empecé a dejarme el pelo largo, a tocar la
guitarra. Tuve un primer conjunto. Se llamaba Lords of London. Como
era muy chico en algunos lugares no me dejaban entrar para tocar.
Pero mi mejor experiencia vino después con dos chicos
norteamericanos que ahora están en el grupo Cactus (bastante
importante en Norteamérica): eran Carmine Apisse y Alfi. De los
otros no recuerdo los nombres".
David tiene varios posters pegados en la pared Jimi Hendrix es una
figura prominente Opina sobre él:
"Jimi era un marciano que un día decidió bajar a Estados Unidos y
Londres para enseñar lo que es música. Estuvo un tiempo y después se
hizo pasar por muerto para volver otra vez con sus amigos
marcianos."
Jimi Hendrix, sin embargo, no es el único músico extraterrestre para
David:
"Hay también otros tres marcianos: Emerson, Lake y Palmer. Y uno que
vive aquí: Edelmiro Molinari que hace lo suyo. Después nada más. Por
eso estoy con Edelmiro tocando y por eso dejé de tocar yo guitarra.
Ahora estoy prefiriendo la batería: no sé. estoy expresando con ella
todo lo que siento: estoy allí sentado frente a los tambores y me
siento realmente feliz, me excito, me enloquezco. Y ahora además
estoy aprendiendo piano y puede ser que en un próximo recital
aparezca tocándolo. Que sé yo: la música para mi es todo: otra cosa
no podría hacer' .
Otras cosas, intentó David además de la música:
"Cuando llegué de vuelta a la Argentina empecé a trabajar de
carpintero para mantenerme. Más tarde hice algo de herrería
artística. Pero cada vez me iba dando cuenta que lo que yo quería
era estar con la guitarra. Y era terrible llegar a casa y ver
que se me doblaban las manos".
La unión de David Lebón con el ex Almendra Edelmiro Molinari tiene
un antecedente de apenas cinco meses, pero con el otro integrante de
Color Humano, el bajista Rinaldo Raffanelli, el trabajo en equipo se
remonta a mucho tiempo atrás:
"Aunque estuvimos trabajando en diferentes conjuntos —cuenta David—
toqué con Rinaldo desde que volví a la Argentina. Lo conocí tomando
sidra con unos amigos de mi hermana. Estuvimos riéndonos y jugando
entre todos y Rinaldo me pareció simpático. Desde ese día decidimos
trabajar juntos. Después en un boliche que se llamaba Manzana, allí
en el Barrio Norte, empecé a tocar con músicos conocidos y algunos
me dejaron trabajar con ellos: fue así como toqué con Pappo, con la
Conexión de Carlos Bisso, la Pesada, y con los Gatos en su gira por
España. Hasta que finalmente recalé en Color Humano." ¿Mi música? Es
dulce. Nada que ver con lo que la gente está acostumbrada a verme
hacer en el escenario, ni tampoco con el rock o con el blues. Cuando
toco con otros músicos los sigo y me gusta lo pesado. Pero lo mío,
lo personal, se hace con guitarra acústica, piano, bajo y batería,
todo muy bajito. Pero me parece que tengo un problema: creo que aquí
en la Argentina pienso que mi forma de tocar no llega al público.
Creo que los que me comprenden en profundidad son los propios
músicos. Claro, el público está aprendiendo a escuchar ahora porque
de vez en cuando (y al parecer con más frecuencia) en la radio están
pasando cosas buenas."
La avidez despertada en este último año por los recitales significan
para David una apertura evidente en el público de Buenos Aires:
"Al ver a tantos jóvenes reunidos para escuchar me pongo realmente
muy contento. Pero sé que la mitad va porque no tiene donde ir y no
distinguen entre la buena música y la que está destinada a
complacernos simplemente. Nosotros queremos que entiendan, que se
metan con nosotros en el clima que estamos consiguiendo. Claro,
tampoco quiero decir que echen a los conjuntos complacientes porque
sería lo mismo que no nos dejaran tocar a nosotros. A la represión
me refiero, te das cuenta. Lo que quiero es que estemos a la par
en todo. Y eso depende en gran medida del público."
Los inconvenientes para trabajar y las trabas que interpone el
sistema son para David una de las causantes de los cíclicos bajones
que soporta la música de rock y blues:
"Te acordás de la época de los Gatos —recuerda—, esa maravillosa
época del principio: no había fin de semana que no tocaran en algún
lugar. Ahora también hay grupos que están bien, Aquelarre, Pescado
Rabioso y algún otro, pero no pasa nada. El asunto está muy duro: no
sé si es peor o mejor que antes. Pero sé que si hoy voy a un
canal de televisión para cantar algunos temas me van a salir con
algo como "Y ustedes quiénes son?", y es lógico porque no nos
conocen. Ni siquiera las grabadoras: para ellos yo soy un melenudo
reventado. Eso y nada más. No saben, ni entienden, ni les interesa
que yo sea músico."
"Waldo de los Ríos dijo algo impresionante cuando volvió: habló
públicamente y comentó que le parecía un desastre musical lo que
estaba pasando con la música Argentina. Que Palito Ortega, Sandro y
Sabú eran lo peor que nos podía haber pasado. Si le hubieras visto
la desesperación de saber que tuvo que irse para triunfar... Color
Humano es el último conjunto con que hago la prueba. Porque no sabés
cuanto estoy y estamos luchando. Esto no me gusta nada: es como si
yo estuviera manteniendo a la música, tratando de rescatarla de los
que de ella se ríen y comercian. Si eso sigue pasando la voy a
agarrar de la mano y me la llevo a otro lado.
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