CLAUDIO GABIS
Reubicando la realidad
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Uno de los primeros músicos que se aventuró a continuar haciendo su música en el exterior es Claudio Gabis. El que fuera uno de los precursores del rock nacional ha obtenido una seria reputación en Brasil, donde está radicado en la actualidad. Gabis está trabajando en un proyecto que intenta revitalizar la alicaída música brasileña a través de la imagen que dan algunos intérpretes exiliados en Estados Unidos y Europa. Además trata de no perder nunca de vista la situación del rock argentino. Por eso viaja periódicamente al país y toma contacto con las diversas expresiones vigentes. De su actual visión del panorama local y del importante proyecto en el que está inmerso habla en esta entrevista.
-¿Cuáles fueron tus actividades musicales en este último año en Brasil?
-Continué con el mismo grupo, Index, que grabó en diciembre pasado su primer álbum. Tiene un subtítulo genérico, "Música contemporánea brasileña", porque integra la serie de cuatro discos básicos de una colección de dieciséis. Fue lanzado a mediados de julio, después de una demora en la salida de toda la colección, en Brasil y Europa.
-¿Para qué se hizo esta serie?
-En Brasil hay una corriente que está revalorizando a la música instrumental como una reacción al imperio de los cantantes, que son los dominadores del mercado. El cantante que se salva de esa contra es Milton Nascimento, porque es el único que tiene preocupaciones musicales. Las grabaciones de esta colección se han cubierto con la media docena de grupos que representan el resurgimiento de la música instrumental brasileña: Hermeto Paschoal, Egberto Gismonti, Index, los músicos que estuvieron en la banda de Milton como Nivaldo Ornellas, Wagner Tisso, Marcio Montarroyos (que grabó con Stone Alliance) y algunos otros. La intención de todos los discos grabados es documentar ese movimiento, aparecido como respuesta o consecuencia del suceso de la música brasileña instrumental fuera de Brasil, a través de esos mismos músicos más Airto, Flora Puri y otros, incluyendo a Opa (el grupo que los hermanos Fattorusso tienen en Estados Unidos) que sigue una línea brasileña-rioplatense. En buena medida, esta apertura se vio forzada por el proyecto Trinidad. Fue creado por gente conectada al mundo musical y cineastas que obtuvieron el apoyo financiero de entidades estatales. El centro del proyecto es una película, ya filmada, que tiene dos horas y media de duración. Es un documental sobre los músicos y la música instrumental brasileña. Sin embargo, no se limitó a eso desde sus comienzos, hace nueve meses, sino que organizó conciertos para el lanzamiento de la película con todos esos músicos. Concretamente, el film consiste en el reportaje a todos los músicos de cada grupo y la difusión de un tema por cada conjunto o solista, dedicado a un lugar o situación determinados del Brasil, ilustrado cinematográficamente. Por ejemplo, Gismonti se basó en los indios Xingu; Paschoal, en el nordeste brasileño; Index, en Brasilia.
-¿Cómo se difundirá el proyecto?
-La película se estrena en Brasilia en agosto, donde tocará una selección de los grupos que participan, en la que está Index. Después, se prevé presentarlo en varias capitales del interior del país y, en un paso inmediato, llevar el proyecto a Estados Unidos y Europa. También un productor quiere llevar este proyecto, en forma de festival, a San Francisco, California; al mismo tiempo que quería llevar a Brasil varios grupos norteamericanos, en intercambio. Se pretende gestar un eje San Francisco-Río de Janeiro, porque, además, el productor dice que son ciudades muy parecidas. Otra de las perspectivas se da a partir del pedido del documental que hicieron varias universidades de Estados Unidos y Europa, ya que la directora, Tania Quaresma, tuvo un gran éxito con otro que hizo sobre el folklore y la poesía del nordeste brasileño. También está programado el desglose de la película en cortometrajes que serán exhibidos en todo el circuito de cines de Brasil porque hay una ley que impone en todo el país que, antes de la película principal, se expongan documentales. De ese modo, esos cortos tienen asegurada su exhibición durante cuatro años.
-¿Qué persiguen los músicos y las autoridades con este proyecto?
-Crear una imagen pública de este movimiento de música instrumental brasileña (aunque tiene abiertas las puertas a cualquier tipo de influencias). Por una parte, se quiere buscar de trascender dentro de los límites del país y luego, dado que la música brasileña está bien conceptuada, llevarla al exterior. La idea es entregar en bandeja un panorama completo de las inquietudes de los músicos. Tengo que aclarar que yo soy el único extranjero en todo el proyecto, entre los cincuenta músicos que participan. Se quiere dar fuerza comercial a ese tipo de música y acostumbrar al público a escuchar obras donde no hay un cantante como "estrella" sino que el énfasis se pone en la ejecución instrumental, no obstante que también se utiliza la voz.
-¿Cuál crees será la repercusión del proyecto en el mercado brasileño, normalmente atiborrado de música pasatista?
-EL mercado brasileño es uno de los primeros como vendedor de discos y es parecido al nuestro porque está copado por la música que viene de afuera, incluyendo la propia música brasileña hecha a semejanza de otros países, como es el caso del pequeño momento del punk. Y digo pequeño porque como música es intrascendente y porque la gente lo absorbió como una moda en el vestirse y el pintarse. Sin embargo, un círculo de gente, que es bastante grande, se ha interesado en formas musicales más importantes, los que se van identificando con ese movimiento de música seria, que tiene mejores intenciones. A través del proyecto Trinidad y el lanzamiento de discos, se va a abrir, definitiva y masivamente, un campo serio de la música brasileña para el propio público brasileño. Todo el eco en el exterior que logró gente como Milton o Gismonti ha hecho que el público preste más atención a todos los músicos de esa corriente. San Pablo es un lugar muy influido por lo que sucede en el mundo, de allí que surgieran muchos seudo-punks como Joelho do Porco, el grupo de Billy Bond, que fue armado inteligentemente, dirigido al comercio y sin ningún tipo de preocupación musical. La gente los va a ver para divertirse, lo cual está bien. Ese tipo de conjuntos atrae a gente menor de 15 años, lo cual tampoco está mal, pero no atrae al público interesado seriamente en la música. La difusión que tienen los grupos punk es la que tuvo el rock desde los Beatles hasta hace muy poco tiempo. El rock hasta ahora fue vanguardia filosófica y musicalmente. Los Beatles no eran genios pero supieron sintetizar el espíritu de una época. El punk es una creación de emergencia con una rebeldía intangible.
-¿Cuál es tu visión del actual panorama musical?
-Los ciclos en la historia se suceden cada diez años, o uno los hace pasar así, y desde hace dos o tres años hay una nueva armonía en la música del mundo. En el '66-'67 había poetas como Dylan, músicos como Hendrix, y Miles Davis cambiaba la cara definitivamente del jazz, en Estados Unidos había una generación que se proponía cambiar el mundo. La música del '78 es "Saturday Night Fever". Eso no significa que subterráneamente ocurran cosas muy interesantes: el jazz-rock, que no es nada nuevo, o la música brasileña que influye a los jazzistas. Nada de eso tiene fuerza total al nivel de la música popular. Lo que, de alguna manera, logra el punk aunque, no por casualidad, se parece a esa serie de conjuntos que precedieron al estallido del rock, como fueron los Kinks. Ellos tienen una especie de rebeldía ciega pero lo que les falta es un personaje que convierta a ese tipo de música en algo más importante y nuevo. Buenos Aires es un lugar donde el músico joven tiene buenas oportunidades para surgir rápido pero, en un espacio de tiempo muy reducido (dos o tres años), agotó todas sus posibilidades. Por eso, los artistas que necesitan crecer y renovarse se tienen que ir afuera.
-¿Esa generación conseguirá asegurar el futuro de la música?
-Ojalá lo supiera. En principio, creo que su camino será más completo. Ahora no es tan fácil tocar música popular. La música se ha barroquizado, se busca en los ritmos complejos, se explota la escalística en las improvisaciones, se experimenta en formas operísticas. Se busca el jazz porque es un paso más adelante con respecto al rock en cuanto a complejidad musical. La música también ha crecido pero falta la síntesis, de manera que la nueva música, que comienza a hacerse, pueda ser digerida por la mayoría y no solamente sea patrimonio del oído de los músicos. Lo lindo, pero también perjudicial, de nuestra generación fue que vivía de sueños y de la necesidad de no usar todo lo que el mundo ofrecía. Nosotros, en un primer momento, nos rebelamos contra lo que venía de antes, desdeñamos educarnos musicalmente. Y ahora los músicos jóvenes o los de mi generación que se dieron cuenta buscan saber música, entender lo que están haciendo. No tienen miedo de arruinar el talento intuitivo a través del estudio, Pienso que hay una reubicación en la realidad del mundo. Ahora se busca lo de hace unos años, mejoran las cosas pero se las hace con plena conciencia de que hay que hacer las cosas desde adentro. Por otra parte lo que se puso más duro es el "show-business", porque, a través del proceso de los Beatles y el rock ha crecido hasta el gigantismo y ya no se puede grabar para vender diez discos, sino que hay que hacerlo con la conciencia de que debe ser masivo. Además, la gente ya no compra cualquier cosa, sino que compra cosas buenas. El compromiso del artista es doble: tiene que hacer cosas de calidad y que lleguen a la mayor cantidad de gente posible. En pocas palabras, veo que la música se ha profesionalizado mucho.
-¿Cuáles son tus próximos pasos con Index?
-Entre el 10 y el 19 de septiembre se realizará un festival gigantesco de jazz y jazz-rock, que se trata, nada menos, que del de Montreaux, que es llevado íntegramente a San Pablo e incrementado por algunos números, entre ellos Index. De los grandes, participarán Herbie Hancock, Chick Corea, Airto, Flora Purim, Gismonti, Paschoal. Seguramente, es el evento más importante que llega, por primera vez, a Latinoamérica. Y pienso que es la afirmación de la apertura que da este continente al panorama de la música mundial.
Revista Pelo
septiembre 1978

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Claudio Gabis
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