Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


DAVID LEBON
Bombas sobre la cabeza
Revista Pelo
Nº 43 (1973)

Un recital puede ser una caja de sorpresas. La abrís creyendo que vas a encontrar a ese grupo que los productores se jactaban de haber inventado (porque parece ser que desde hace un tiempo creen que los músicos son realmente secundarios para la música), y te encontrás que de la caja saltan las partes que ellos creían sujetas. Una vez más tendrán que llenarla con otra cosa. Esperamos que llegue el día en que no encuentren a nadie para poner adentro y tengan que ocuparla con ellos mismos, que entren todos hasta que el último cierre la tapita y los músicos a clavarla y tirarla lejos. Tal vez en ese momento pueden reencontrarse muchos después de tanto tiempo. Pero volvamos al recital, tocaron David, Claudio Gabis, Alejandro Medina, Claudio Martínez, Charlie García. Combinación que, con distintas variantes nos han venido ofreciendo últimamente. Esta vez era presentada como "David y sus amigos". A pesar de la publicidad que se hizo no asistió demasiado público. Claro que por más que la producción le eche la culpa a alguna otra cosa, esto se debió a que ya han agotado al público con sus propios inventos. Por el contrario, los músicos dieron cosas buenas y esto fundamentalmente porque sobretodo Alejandro, Gabis o David son muy buenos músicos y a todos los que estábamos ahí nos gustaren. Pero más allá de que nos gustara uno se preguntaba por la música que tendrían que hacer si trabajaran juntos como grupo en lugar de reunirse por la influencia de algún representante, a quien esta vez no le fue tan bien, no sólo en lo económico sino que también le saltaron algunas piezas que tal vez no retornen a la caja. Como Alejandro Medina que, ya cansado de todo, a los dos días, por la noche sacó pasajes y a la otra mañana se fue con su mujer y su hijo a una pequeña aldea de pescadores. También David, con el que me encontré unos días después, se disponía a saltar. Estaba con Liliana, su mujer. Hablamos de gurús, de represiones, de representantes, de la música, de la libertad, de los amigos perdidos, pero sobre todo de cómo saltar, de cómo encontrar la luz. Algunos de los fragmentos de ese salto son estos: "la gente salió contenta del recital —dijo—, yo no me dejé llevar por las ganas que tenía de hacer un recital y ponerme en contacto con la gente... A pesar de saber cuál es la verdadera preocupación de esos tipos pensé que esta vez me iban a ayudar, pero fue lo mismo... Siempre se aprovechan de tu necesidad de tocar o de que te estás cagando de hambre... Ellos son gran parte de las tensiones por las que pasa un músico... Por suerte no voy a tener nada más que ver con ellos... lo único que quisiera es tratar de encontrar un grupo donde tocar con libertad, con tipos que sean libres. Yo siento que nací para tocar en un grupo y eso es lo que tengo que hacer. Pero sin representantes como... (debido a que el representante que nombra David fue nombrado en el número anterior nos abstenemos de hacerlo esta vez, dejándolo descansar hasta el mes que viene) que dice "yo lleno el Opera" ¡Pero cómo llena el Opera! El Opera lo llenan los músicos. .. Basta! No quiero equivocarme más... hacer algo con un grupo y alguien que quiera trabajar con nosotros, alguien como Hidalgo. Me acuerdo que en Pescado, aunque ni siquiera era un mánager venia tan perfecto. Aquella época con Luis fue muy increíble, pero luego se distorsionó por culpa de la gente... Por eso le escribí un tema, como quien le dice a un amigo: hola, cómo te va, yo te extraño, me extrañás vos a mí? Y además que le diga esa gente que yo no quiero ser una estrella, que él sabe bien cómo soy yo, que no quiero ser más que nadie. La gente crea mucha paranoia y eso es enfermedad. Hay mucha enfermedad, y esto ahoga, no deja que todos estén juntos. Los recitales tendrían que servir para eso, para que la música y la gente vayan creando juntas un nuevo espacio. No importaría la violencia de la calle al salir; Ese espacio se iría agrandando hasta ocupar la ciudad y el mundo. ¿Qué podrían hacer entonces los locos de la sangre, los que nos amenazan con las guerras? Si esto no sucede que caigan bombas sobre mi cabeza, porque de nada habrá servido todo esto... Luego de encontrar a los músicos y hacer la experiencia quiero irme como lo hizo Alejandro a aquel pueblo de pescadores, con Liliana y el hijo que voy a tener, que pueda criarse en ese lugar: tocaría la guitarra para mi mujer, algunos amigos o mirándome al espejo."
Jorge Pistocchi

 

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David Lebón
David Lebón