Cuando su fama como guitarrista está alcanzando las cúspides nunca
logradas dentro de los intérpretes locales Pappo, paradójicamente,
está fuera del país ignorante de esa devoción que no sólo comienza a
practicarle el público ya que muchos músicos de la nueva generación
lo consideran como el representante más genuino de los violeros
argentinos. No es, sin embargo, demasiado casual que ocurra esto
dentro de la Argentina, las manías del reconocimiento entre los
porteños -sobre todo- y en menor grado entre el público del interior
siempre tendió, melancólicamente, a reconocer valores a aquellos
que, por diversas causas abandonan el país: algo de eso ha ocurrido
con la mitología de Cortázar, en la literatura, con la importancia
de Lalo Schifrin, en la música, con la magnificación de Jorge
Lavelli, en teatro o con el sensacionalismo de García Uriburu, en
pintura.
Todos parecen haber tocado el preciso resorte de cierta mentalidad
-todavía extranjerizante- que padece gran parte de los argentinos.
Algo así cómo el endiosar, mistificar al muchacho del pueblo (que
viene a ser la Argentina) que llegó a "ser alguien" en la gran
ciudad (que para el caso es Europa o los Estados Unidos).
Aunque es poco probable que ese tipo de deformantes jerarquizaciones
haya llegado al público del rock, no es menos cierto que el "circo
del underground" local esta comenzando a fomentar esa mística del
"gran guitarrista argentino que va a reventar a más de uno allá en
Londres".
La cosa empezó con algunos elogios que vertió sobre Pappo, cuando
estuvo en el país el bajista de The Foundations, un ilustre
desconocido al que se magnificaron los juicios como si el que
hablara fuera John Lennon o John Mayall. Poner constantemente las
aptitudes de Pappo a nivel internacional es todavía un placer -y lo
seguirá siendo por mucho tiempo- para los que aún no tienen nada
claro: ni lo que significa una música popular auténticamente
nacional ni lo que es fomentar -consciente o inconscientemente- la
dependencia artística y cultural de los argentinos. Pappo es uno de
los mejores guitarristas argentinos y punto. Eso basta. ¿Qué
necesidad hay de compararlo? ¿Por qué insistimos en ser competitivos
y resentidos? Si no tuvimos nunca una buena música pop o si recién
la estamos empezando a gestar, no es justificativo para tapar
prejuicios e inhibiciones dándonos manija diciendo que "Pappo va a
Londres y revienta a más de uno".
Pappo no va a reventar a nadie, y es poco probable que le importe
hacerlo. El va a tocar la guitarra y se terminó. Lo hará como mejor
pueda. Y aunque él mismo no lo sepa, aunque nosotros también lo
ignoremos, los ingleses se van a dar cuenta que Pappo es un
argentino que toca la guitarra, no un guitarrista que "casualmente"
es argentino.
Tampoco hace falta que Pappo se lo proponga ideológicamente, le va a
surgir en forma espontánea (aún ignorando el razonamiento) porque es
natural que así ocurra.
QUEDANDOSE TODOS LOCOS
Desde hace ya varios meses Pappo está en Europa. Partió desde Buenos
Aires para cubrir la vacante que había dejado Litto Nebbia al
impedírsele la partida. Con los Gatos estuvo por breve tiempo (ver
nota en pág. 10) y se trasladó a Londres, decidido a "escuchar mucha
música", renovar sus equipos e instrumentos y entrever la
posibilidad de conseguir algún trabajo dentro de la música. Lo que
sigue es la síntesis de una carta que envió informando sobre lo que
está haciendo:
"Yo tampoco entiendo nada -cuenta- hace unos días fui a la BBC, la
cadena radial inglesa, y llevé el long play de «La Pesada del Rock
and Roll». Les pedí que pasaran «Salgan al Sol», el tema de Javier
Martínez, se miraban entre ellos extrañados, estaban todos locos con
el sonido. Qué sé yo: pienso que lo nuestro puede gustar, para ellos
es un sonido exótico, algo que no podrían lograr si se lo
propusieran. También estuve en el Robert Stigwood, una organización
(en una época), los Bee Gees y otros muchos conocidos. La gente que
lee Pelo la debe conocer porque salieron varias notas sobre esta
organización. Hablando de Pelo: recibí el último ejemplar, me enteré
de bastantes cosas que pasan por ahí. Estoy bastante contento porque
me compre una guitarra rarísima: es una Fender que suena cualquier
cosa y lo más cómico es que es un modelo de 1959, seguramente habrá
tocado con ella algún viejo rockero. También me compre -pero nuevo-
un equipo When para distorsionar el Marshall. Estoy bastante
preparado para hacer algo. Conocí al que fue manager de Cream y me
va a dar una mano. Todavía me quedan unos cuantos mangos que me
pergeñé trabajando en España. Estoy viviendo bastante bien en una
casa de Sinclair Road y todos los días me meto en algún lugar donde
se hace música. Mejor dicho: somos dos los que vamos: también está
Pomo conmigo. Saludos".
Mientras tanto, aquí en la Argentina el primer long play de Pappo
como solista esta obteniendo una muy buena aceptación en el público.
Grabado con Black, en batería, y con David, en bajo, ese álbum
("Pappo's Blues") inaugura, además, un estilo inédito en el país: la
del guitarrero solista. Un tipo de disco que no apareció antes por
una razón muy simple: hasta que llegó Pappo no había virtuosos con
mentalidad e ideas propias. Su consagración. en alguna medida,
también está alentando a otros: Héctor Starc, Kubero, y algunos que
recién se asoman.
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