Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Pappo en Londres
Revista Pelo
agosto 1971

Cuando su fama como guitarrista está alcanzando las cúspides nunca logradas dentro de los intérpretes locales Pappo, paradójicamente, está fuera del país ignorante de esa devoción que no sólo comienza a practicarle el público ya que muchos músicos de la nueva generación lo consideran como el representante más genuino de los violeros argentinos. No es, sin embargo, demasiado casual que ocurra esto dentro de la Argentina, las manías del reconocimiento entre los porteños -sobre todo- y en menor grado entre el público del interior siempre tendió, melancólicamente, a reconocer valores a aquellos que, por diversas causas abandonan el país: algo de eso ha ocurrido con la mitología de Cortázar, en la literatura, con la importancia de Lalo Schifrin, en la música, con la magnificación de Jorge Lavelli, en teatro o con el sensacionalismo de García Uriburu, en pintura.
Todos parecen haber tocado el preciso resorte de cierta mentalidad -todavía extranjerizante- que padece gran parte de los argentinos. Algo así cómo el endiosar, mistificar al muchacho del pueblo (que viene a ser la Argentina) que llegó a "ser alguien" en la gran ciudad (que para el caso es Europa o los Estados Unidos).
Aunque es poco probable que ese tipo de deformantes jerarquizaciones haya llegado al público del rock, no es menos cierto que el "circo del underground" local esta comenzando a fomentar esa mística del "gran guitarrista argentino que va a reventar a más de uno allá en Londres".
La cosa empezó con algunos elogios que vertió sobre Pappo, cuando estuvo en el país el bajista de The Foundations, un ilustre desconocido al que se magnificaron los juicios como si el que hablara fuera John Lennon o John Mayall. Poner constantemente las aptitudes de Pappo a nivel internacional es todavía un placer -y lo seguirá siendo por mucho tiempo- para los que aún no tienen nada claro: ni lo que significa una música popular auténticamente nacional ni lo que es fomentar -consciente o inconscientemente- la dependencia artística y cultural de los argentinos. Pappo es uno de los mejores guitarristas argentinos y punto. Eso basta. ¿Qué necesidad hay de compararlo? ¿Por qué insistimos en ser competitivos y resentidos? Si no tuvimos nunca una buena música pop o si recién la estamos empezando a gestar, no es justificativo para tapar prejuicios e inhibiciones dándonos manija diciendo que "Pappo va a Londres y revienta a más de uno".
Pappo no va a reventar a nadie, y es poco probable que le importe hacerlo. El va a tocar la guitarra y se terminó. Lo hará como mejor pueda. Y aunque él mismo no lo sepa, aunque nosotros también lo ignoremos, los ingleses se van a dar cuenta que Pappo es un argentino que toca la guitarra, no un guitarrista que "casualmente" es argentino.
Tampoco hace falta que Pappo se lo proponga ideológicamente, le va a surgir en forma espontánea (aún ignorando el razonamiento) porque es natural que así ocurra.

QUEDANDOSE TODOS LOCOS
Desde hace ya varios meses Pappo está en Europa. Partió desde Buenos Aires para cubrir la vacante que había dejado Litto Nebbia al impedírsele la partida. Con los Gatos estuvo por breve tiempo (ver nota en pág. 10) y se trasladó a Londres, decidido a "escuchar mucha música", renovar sus equipos e instrumentos y entrever la posibilidad de conseguir algún trabajo dentro de la música. Lo que sigue es la síntesis de una carta que envió informando sobre lo que está haciendo:
"Yo tampoco entiendo nada -cuenta- hace unos días fui a la BBC, la cadena radial inglesa, y llevé el long play de «La Pesada del Rock and Roll». Les pedí que pasaran «Salgan al Sol», el tema de Javier Martínez, se miraban entre ellos extrañados, estaban todos locos con el sonido. Qué sé yo: pienso que lo nuestro puede gustar, para ellos es un sonido exótico, algo que no podrían lograr si se lo propusieran. También estuve en el Robert Stigwood, una organización (en una época), los Bee Gees y otros muchos conocidos. La gente que lee Pelo la debe conocer porque salieron varias notas sobre esta organización. Hablando de Pelo: recibí el último ejemplar, me enteré de bastantes cosas que pasan por ahí. Estoy bastante contento porque me compre una guitarra rarísima: es una Fender que suena cualquier cosa y lo más cómico es que es un modelo de 1959, seguramente habrá tocado con ella algún viejo rockero. También me compre -pero nuevo- un equipo When para distorsionar el Marshall. Estoy bastante preparado para hacer algo. Conocí al que fue manager de Cream y me va a dar una mano. Todavía me quedan unos cuantos mangos que me pergeñé trabajando en España. Estoy viviendo bastante bien en una casa de Sinclair Road y todos los días me meto en algún lugar donde se hace música. Mejor dicho: somos dos los que vamos: también está Pomo conmigo. Saludos".
Mientras tanto, aquí en la Argentina el primer long play de Pappo como solista esta obteniendo una muy buena aceptación en el público. Grabado con Black, en batería, y con David, en bajo, ese álbum ("Pappo's Blues") inaugura, además, un estilo inédito en el país: la del guitarrero solista. Un tipo de disco que no apareció antes por una razón muy simple: hasta que llegó Pappo no había virtuosos con mentalidad e ideas propias. Su consagración. en alguna medida, también está alentando a otros: Héctor Starc, Kubero, y algunos que recién se asoman.

 

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Pappo