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Sin ser el tipo de promoción que OIdham hubiera deseado para sus representados,
sabía que todo ayudaba a dar popularidad al grupo. Y no se equivocaba, ya que al
anunciarse la comercialización del primer álbum, The Rolling Stones (1964), las cifras
de pedidos anticipados llegó a la estimable cantidad de 100 000 unidades.
Con la garantía de éxito que aquella cifra representaba, OIdham añadió un truco
más a su estrategia: en la portada del álbum no se indicó el nombre del grupo, algo
insólito en la todavía corta historia del disco de larga duración y novedoso en la del
rock & roll. La experimental táctica resultó un éxito rotundo: el álbum sustituyó
a With The Beatles en el número uno en mayo de 1964.
En junio de aquel mismo año, siguieron a The Beatles en una hazaña tan importante
como la de aquéllos: su personal conquista de Estados Unidos. Con el antecedente de Los
Cuatro de Liverpool, su calendario se había ajustado al máximo: al día siguiente de su
llegada a Nueva York, el 2 de junio, aparecían en «The Les Crane Show»; el 5 iniciaban
una minigira; el 10 grababan en los legendarios estudios de Sun Records y conocían
personalmente a Chuck Berry, Muddy Waters y Willie Dixon; el 13 intervenían en un
programa presentado por el desaparecido Dean Martín, y el 22 regresaban al Reino Unido
para actuar en Oxford aquella misma tarde.
La espera de los efectos secundarios, consecuencia de su arrasador viaje a Estados
Unidos, se hizo más corta al comprobar que una de las canciones grabadas en Chicago,
«lt's AlI Over Now», les reportaba el primer número uno en su país. En contrapartida,
sus primeros problemas serios con la justicia acaparaban titulares más grandes que los
correspondientes a «Tell Me (you're Coming Back)», «Little Red Rooster» y «Time Is On
My Side». Aceptando con placer el papel de «chicos malos» -absolutamente desmesurado
por los medios de comunicación-, The Rolling Stones empezaron a sufrir el acoso policial.
Se multaban sus excesos de velocidad como revancha por no poder impedirles cantar en
conciertos que provocaban actos violentos y algún desgraciado accidente. Ed SuIlivan los
vetó en su show en 1964, a la vista de la violencia generada entre el público, pero en
el fondo los castigaba por haberse negado a actuar en Suráfrica como oposición al
apartheid. En compensación, actuaron en un show celebrado en el Civic Auditorium de Santa
Mónica, respaldados por lo más selecto de la música negra del momento: Chuck Berry,
James Brown y Marvin Gaye.
De regreso de su segunda estancia en Estados Unidos, la BBC también les volvió la
espalda y prohibió temporalmente sus discos. Su delito había sido llegar tarde a un par
de programas a los que estaban invitados. En el corazón de ese ambiente general tan
contrario, empezaron a surgir las voces que defendían al grupo oficialmente. En el
transcurso de una nueva visita de Mick Jagger al juez por infracciones de tráfico, el
defensor alegó que la longitud de su melena no era la que debía juzgarse, puesto que los
propios miembros del jurado lucían pelucas con ricitos y, además, The Rolling Stones
eran jóvenes con estudios que generaban unas sustanciosas entradas de divisas al país.
SIN SATISFACCIÓN
En enero de 1965, su disco de
larga duración The Rolling Stones No 2 volvió a reemplazar a The Beatles en el número
uno de las listas británicas. La opinión generalizada era que The Rolling Stones era el
segundo grupo de rock británico, lo que equivalía a decir mundial. OIdham lo vio como un
nuevo reto para dar el paso decisivo y convertirlos en los número uno.
En opinión de OIdham esto sucedería si Jagger & Richard, al igual que Lennon
y McCartney, componían sus propias canciones y empezaban a olvidarse de las versiones
ajenas. Su puesta en práctica resultó tan poco diplomática como efectiva: los encerró
en una habitación hasta que tuviesen algo que mereciese la pena de ser escuchado. Las
primeras canciones no eran dechados de perfección, ni siquiera de eficacia, pero les
despertó, literalmente, el gusaniIlo creativo. Una noche, el sueño de Keith Richards fue
interrumpido por la extrema realidad con que oía en su mente un acorde de guitarra.
Totalmente desvelado, empezó a desarrollar la canción que se convertiría en «(I Can't
Get No) Satisfaction». Por la mañana, junto con Mick Jagger, desarrollaron la letra y,
una vez finalizada, a Richards le pareció una vulgar canción folk de protesta. La
opinión de Jagger era muy diferente; confiaba en las posibilidades del tema y su
intuición no fue desencaminada, puesto que se convirtió en su primer número uno en
Estados Unidos.
En el Reino Unido, «(I Can't Get No) Satisfaction», al ser lanzada en un disco de
cuatro canciones no tuvo la misma suerte con las siempre indicativas cifras de las listas
de éxitos. No fue impedimento para que el tema se convirtiese en uno de los himnos
juveniles en el mismo año en que The Who presentaban «My Generation».
Otras dos canciones. «The Last Time» y «Get Off Of My Cloud», reforzaron el
potencial de The Rolling Stones durante 1965, año decisivo en su carrera porque a su
equipo de producción llegó Allen Klein y renegoció un contrato millonario con Decca
Records. Aftermath (1966), el primer álbum grabado tras el nuevo acuerdo, también fue el
primero del grupo que contenía exclusivamente composiciones de Jagger & Richard, una
heterodoxa combinación de rock & roll, baladas y misoginia, espléndida de
principio a fin: «Stupid GirI», «Under My Thumb», «Mother's Little Helper», «Out Of
Time»...
Con Aftermath también se incrementaron los problemas del grupo con Decca Records.
El disco Could You Walk On The Water fue vetado por la discográfica, «Have You Seen Your
Mother Baby, Standing In The Corner?» se comercializó con unas mezclas nefastas por
culpa del desinterés de Decca; las letras eran suavizadas en muchas de sus canciones y en
una de sus apariciones televisivas incluso tuvieron que modificar «Lets Spend The Night
Together» por «Lets Spend Some Time Together».
En cualquier otro momento, Andrew OIdham se habría sentido satisfecho de su grupo,
pero el distanciamiento entre ellos se había acrecentado desde la llegada de Klein, y
OIdham ya no estaba interesado en rentabilizar el escándalo. Cuando en febrero de 1967 el
diario «News Of The World» incluyó el nombre de Mick Jagger -a quien confundieron con
Brian Jones- entre una larga lista de músicos de rock & roll que consumían drogas,
se inició un nuevo acoso policial contra todos los integrantes de The Rolling Stones:
Jagger y Richards fueron condenados, respectivamente, a un año y tres meses de arresto
por posesión de marihuana y anfetaminas y, a pesar de que ninguno de los dos llegó a
cumplir condena, su imagen pública se vio muy afectada. OIdham asistió a todo el proceso
desde la barrera, y a fines de ese año se separó formalmente del grupo.
SATÁNICAS MAJESTADES
En numerosos frentes se
interpretó el acoso a The Rolling Stones como una campaña general que los había elegido
como chivos expiatorios. Sea como fuere, The Rolling Stones reaccionaron enérgicamente
grabando un single cuya cara A estaba dedicada a los fans que los habían continuado
apoyando («We Love You») y la B se abría con sonidos de pisadas y de celdas cerrándose
(«Dandelion»). Su siguiente álbum de larga duración fue el alucinatorio Their Satanic
Majesties Request (1967), en cuya portada se incluía una fotografía tridimensional con
la que ganar terreno al Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, de The Beatles, que se
acababa de editar.
Decepcionante en todos los aspectos, Their Satanic Majesties Request sirvió para
que a The Rolling Stones se les añadiese un nuevo estigma: el del culto diabólico. |
«Los ácidos nunca me afectaron el cerebro ni nada por el
estilo. Los tomaba antes de que fuesen ilegales» (MICK JAGGER)
Brian Jones en un escenario de Manchester en 1964
Charlie Watts, Bill Wyman, Mick Jagger, Brian Jones y Keith
Richards
Brian Jones y Mick Jagger
la pulcra imagen de los comienzos
«La gente dice que somos una parodia de lo que éramos hace
diez años. Dudo mucho de que quien lo dice nos haya visto hace diez años» (MICK JAGGER)
A ellos, una vez
más, esto les pareció una faceta promocional más y escribieron la canción «Sympathy
For The Devil» para demostrarlo. Sin embargo, incluso con toda la ambición por
convertirse en el centro de la atracción mundial, su conciencia social y política les
hizo reaccionar ante los acontecimientos de 1968; modificaron la letra de «Sympathy For
The Devil» tras el asesinato de Robert Kennedy y escribieron «Street Fighting Man» a
raíz de la revueltas estudiantiles en París.
Definitivamente, The Rolling Stones se habían convertido en un grupo non grato.
«Street Fighting Man» se prohibió en muchos países por considerarse una incitación al
desorden público; Decca Records les prohibió la portada de Beggars Banquet (1968), en la
que aparecía un retrete rodeado de graffiti, y Brian Jones, consumido por las drogas,
optó por abandonar el grupo el 8 de junio de 1969, y lo sustituyó Dick Taylor.
Lo que era evidente es que el público los apoyaba incondicionalmente, más aún
tras el éxito de «Jumping Jack Flash» y la aparición de Beggars Banquet, uno de sus
mejores discos junto con Let It BIeed. Tras la muerte de Brian Jones, apenas un mes
después de dejar el grupo, ofrecieron un concierto homenaje en el Hyde Park londinense al
que asistió cerca de un cuarto de millón de personas. Su voluntad de repetir la
experiencia en Estados Unidos se convirtió en un pandemónium que se saldó con la muerte
de un joven negro acuchillado por los Angeles del Infierno contratados para mantener el
orden.
Si aquel concierto californiano fue un simbólico final a la utópica filosofía de
amor y paz que había planeado por la segunda mitad de los años sesenta, también
coincidió con la finalización del contrato de The Rolling Stones con Decca en unos
términos igualmente poco amistosos: el grupo propuso como último single «Cocksucker
Blues» («Blues del Chupapollas») y Keith Richards sentenció: «Prefiero la mafia a la
Decca». |