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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Revista Rolanroc
Reprenotas - Rock y liberación
enero 1974

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REPRENOTAS 1

Los personajes que participan en esta secuencia son en su mayoría jóvenes, algunos de cuerpo, otros de cuerpo y espíritu. También hay bebés que toman sol en brazos de sus padres, y veremos más tarde intervenir algunas señoras mayores. Estamos en un parque muy concurrido los fines de semana, parados frente a la barranca, detrás nuestro la gente pregunta por los precios de los colgantes, de los cinturones. Tenemos ante nuestros ojos a un grupo de muchachos y chicas escuchando a un guitarrista, personas elegantes paseando perros de raza, más gente sentada por todos lados, bajo las palmeras, al sol, y X está sólo, sentado cerca nuestro.

Y toda esta gente feliz no sabe que las dos personas que se acaban de sentar entre los pibes que escuchan al guitarrista no tienen el menor interés en la música. Más bien se preocupan por recolectar documentos de identidad que, como sabemos, son tarjetas con una pequeña fotografía y números. Lo hacen disimuladamente, y luego, con todas las tarjetas en los bolsillos, se levantan y se sientan en otro grupo de gente, gente que no eligen al azar, sino por especiales características exteriores: pelo largo, ropa demasiado colorida. Mientras tanto el guitarrista ha dejado de tocar, con un extraño sabor en la boca, los otros hablan poco, nadie puede moverse de donde está. Tal vez por la manera tendenciosa en que se describe la situación puede pensarse que todo esto es absurdo. No. Hay un motivo. Es un motivo humanitario: se trata de la rehabilitación de drogadictos;

Si, mientras en otros países los congresos médicos o psiquiátricos tratan de dar soluciones a este problema, en el nuestro se lo resuelve prácticamente, sin el alto costo que representa organizar congresos, sin atarse a teorías foráneas. ¿Cómo se rehabilita a un drogadicto? Hay varias maneras. Reventarlo a trompadas, si es posible en un lugar cerrado del cual no pueda salir, por ejemplo un calabozo o un automóvil en marcha. La electricidad, elemento que revolucionó al siglo veinte, también sirve: picana, o cables pelados que acarician el cuerpo previamente humedecido. La ciencia médica también hace su aporte: encierro prolongado junto a esquizofrénicos, paranoicos, amnésicos, retardados mentales, provocándole un estado de estupidez por medio de drogas "legales": barbitúricos, calmantes , etc.

Creo -estoy seguro- que X pasó por ese tratamiento varias veces, por eso cuando uno de los recolectores de tarjetas vino por detrás y le agarró el brazo, él se dio vuelta y lo volteó de un rápido puñetazo en el ojo derecho. Vino enseguida el otro, pero ninguno de los dos se atrevía a acercársele, él estaba parado y gritaba. Gritaba: ¡No me van a llevar! ¡A mí no me van a llevar de acá carajo, porque yo no estoy haciendo nada! Los dos representantes del poder dan vueltas alrededor de él, mientras él sigue girando, enfrentándolos, y grita cada vez más alto. La gente se acerca, la gente de pelo largo y también la gente elegante, también algunos artesanos. (Yo no necesité acercarme porque todo empezó a suceder delante mío, a dos metros). Un tercer individuo, corpulento, y cuya mirada es inconfundible para todo aquel que en el fondo sabe que no es un buen ciudadano, se acerca por detrás de X y lo toma, los otros dos se abalanzan, le tuercen las muñecas, pero X tiene mucha fuerza, y grita más fuerte que no lo van a llevar, y ya hay bastante gente alrededor, y creo que la mayoría sentimos esa rancia mezcla de miedo e indignación, alguien se adelanta (acaba de llegar) y se acerca a la pelea: No, muchachos, así no lo agarren... el recolector de cédulas le muestra una tarjetita que saca de su bolsillo, y pronuncia la palabra mágica: Policía. Policía ¿y qué?... responde el aludido, pero este buen señor que no sabe qué responderle, debido a que nunca se le hizo esa pregunta en circunstancias similares. Otro de los representantes del poder llega desde abajo de la barranca, pero no alcanza a intervenir porque un desacatado le sacude la cabeza con una paleta de madera, corre hacia su automóvil. Ahora X se ha soltado y grita mirándonos a todos: ¿Qué pasa? ¿No hay nadie acá? ¿¡No hay nadie!? Se empiezan a oír gritos entre la gente, "¡vamos, vamos!" y de pronto estamos todos avanzando, pero no más de cuatro pasos, porque entonces hay una pistola cuarenta y cinco apuntándonos, las señoras corren, una joven mamá se cae, pero no es como otras veces, todos escapando. Hasta hay un desacatado que se acerca al hombre armado: ¿Qué haces?.. ¿ Lo vas a matar al pibe? ¿Nos vas a matar a todos..? Y sabemos en ese momento que ellos tienen miedo, si hasta lo sueltan a X, que sigue gritando que trabaja, que quiere poder tomar sol tranquilo, y se saca los documentos del bolsillo, ¿qué querés? les dice, ¿querés ésto? ¡Toma! y le tira la cédula en la cara a uno de los señores, cada vez más desubicados, rodeados de voces que los llaman asesinos, señoras madres de familia que les dicen: "¿por qué les pegan a los chicos...? No hay que ser así..." Y un muchacho que llora y se para delante del más fornido y grita que hace cuatro años que pasan estas cosas, que no aguanta más, ustedes lo mataron a Tanguito, ¿o me van a decir que se murió por el pico? Se murió porque lo metieron ciento cincuenta veces en cana, porque lo torturaron, lo persiguieron, y con el saco que tiene en la mano golpea a su interlocutor, que lo mira con cara de piedra, sin mover un dedo, y otras voces gritan ¡tiene razón carajo!, así que la cosa se pone muy mal para ellos y comienzan su retirada estratégica.

En este punto del relato conviene hacer una aclaración: como algún lector eufórico, eufórico después de leer todo ésto, puede llegar a pensar cosas como "qué bien ganaron los buenos", es necesario recordar que esto no es una historieta, que al día siguiente ellos volvieron, y se llevaron a unas cuantas personas sin que los despreocupados paseantes del domingo se dieran cuenta, y que alguien me contó que sentado en la "sala de espera" de la comisaría escuchaba los gritos desesperados de una chica, y que al oír esos gritos no podía imaginarse qué le estaban haciendo.

Así es el juego de ello, mirarse al espejo con la cartuchera puesta, ser usados como perros por los que son demasiado elegantes para manchar sus propias manos de sangre, un juego sucio, mediocre, pequeño, y por el cual pagan un precio altísimo: estar condenados a la absoluta incapacidad de amar, que es lo mismo que decir vivir al pedo. Siniestro, equivocado, ese es el juego de ellos. ¿Cuál es el nuestro?

Rock y liberación

Vos, ya seas joven o veterano, te preguntas cosas, de repente a la noche volvés a tu casa y no tenes ganas de dormir. Sabes que a la mañana siguiente te espera algo (un trabajo, claro) y ese "algo" no te resulta agradable. Te gustaría que todo fuese distinto, en vez de soportar esta pesadilla llamada Civilización. Sos alguien más en la multitud. Y vas por ahí buscando, tratando de encontrar cosas, o gente que te permitan cambiar, o por lo menos agregar un componente distinto a tu vida, que no es eterna. Buscas amor, o lo que se le parezca.

Vas al cine. O lees un libro. Escuchas radio, compras un disco. Es como si sintieras que hay entre tus huesos una energía adormecida, un motor que espera ser puesto en marcha para conducirte a cierta comprensión mayor de tus días. Ni siquiera te lo planteas en términos de felicidad. Simplemente, sentís que podes ser más de lo que sos. Que perteneces a un sitio al cual no has llegado todavía. Que otra gente igual a vos está atenta del mismo modo, con igual voluntad de confluencia Pero los días pasan y el encuentro no llega.

Rock, revolución. Desde hace casi diez años ha venido desarrollándose en la Argentina una corriente musical que no es la establecida por el Sistema Industrial. Al principio no .tenía nombre. Impactados por la Beatlemanía y hartos de la tontería instaurada por comerciantes de lo intrascendente, varios muchachos de Rosario y Buenos Aires asumieron la necesidad de ir más allá, de asomarse para decir lo suyo en su propio idioma. A imagen y semejanza de Los Beatles llegaron desde Uruguay Los Shakers:TENÍAN TALENTO, PERO CANTABAN EN INGLES

A imagen y semejanza de Los Rolling Stones, Los Gatos Salvajes bajaron a la Capital Federal cantando blues en castellano, y un ritmo que a falta de otro título se denominó "shake". The Seasons (Alejandro Medina, Carlos Mellino, Freddy Zorogastúa) también cantaban en inglés. A mediados de 1966, en el Teatro del Altillo, Los Beatniks (Moris, Pajarito Zaguri y otros) cantaron en castellano su insatisfacción, su rebeldía. Semanas después se disolvían. En La Cueva de la calle Pueyrredón ardían buenos fuegos, intensamente. Javier Martínez, Tanguito, tanta gente.A fines de ese año, en el teatro de La Fábula, junto al legendario Abasto, tuvimos lo que quizá fue el primer recital-testimonio de la nueva música joven en la ciudad. Lo bautizamos Aquí, allá. y en todas partes. Incluía una especie de historia del rock and roll, que se leía entre tema y tema. Abría la sesión Tanguito cantando en un medio-inglés "Sally la Lunga" o "Tutti Frutti", Moris (ya solista) presentaba, todos los versos que luego fueron clásicos, The Seasons hacían cosas propias y de Los Beatles, y también acompañaban a Bob Vincent que entonaba baladas de Bob Dylan.

Una piba llamada sólo Susana presentó allí las canciones que el Indio Gasparino compuso antes de transformarse en Facundo Cabral... y Tanguito agregaba cosas como "El hombre restante" y "Errol FIynn"... y estábamos juntos... y Javier y la gente de La Cueva me verdugueaban porque yo insistía en que debíamos ensayar mucho.

Después aparecieron los primeros melenudos... y también los hippies disfrazados. Todos confluyeron hacia Plaza Francia...donde abundaron razzias policiales en el verano de 1967. Después vinieron Los Gatos, y Almendra y Manal, los recitales Beat Baires en el Teatro Coliseo, el Festival PinAp... tres años galopantes de júbilo y música nueva, libre. En 1970 el capítulo inocente quedó cerrado, y entramos a otra década más complicada, menos romántica.

EL HIELO DE LA CIUDAD

En el cuarto año de "los setenta" la situación está definida. Esto que denominamos Rock (a secas) o música "progresiva" (aunque también hay progresivos entre los tangueros y los folkloristas) ha pasado a ser -para algunos-un negocio. Allá por 1969, la compañía RCA se las ingenió para contratar a todo el mundo, no sólo Los Gatos, Manal y Almendra, sino también Arco Iris, La Cofradía de la Flor Solar, etc. Pero ese no era su negocio: los que producían la "plata grande" eran Palito Ortega o Los Iracundos, en un sello especializado en éxitos masivos como Donald, Heleno, Raúl Padovani, Rubén Matos y afines. El negocio de la CBS estaba con Francis Smith y Los Náufragos, con Sandro y Favio.O sea: la fabricación en serie de pavadas. Porque si en Estados Unidos el negocio del disco mueve 20 mil millones de dólares por año, en la Argentina los millones en danza son también muchísimos. Cuando el Sistema Industrial descubrió que el Rock nacional no era una moda pasajera, y que sus activistas ganaban cada día más adeptos, entonces no hubo sello que no quisiera contar en su catálogo con alguna "estrella" progresiva. Aparecieron organizadores de recitales, programadores de "shows" en clubes, disc-jockeys, productores de discos, representantes y demás ejemplares de expertos en esa nueva música que se vendía muy bien. El hielo de la época heroica de los pioneros (músicos y público) hostigados por la policía y por los prejuicios de la gente, se había derretido. Ahora eran muchos los que anhelaban anotarse en el fato progresivo, salvo varios tradicionalistas de la música popular que no conocen la diferencia entre un Sabú o un Silvestre frente a un Raúl Porchetto o un Luis Alberto Spinetta. Para ellos, si hay pelo largo y algún instrumento eléctrico de por medio, todo es lo mismo.

LA MALDITA MAQUINA

No basta grabar un disco, porque si este no se difunde por radio nadie se entera de que existe, nadie lo compra, y el músico (o músicos) de la placa no vuelve a grabar. Aparte las coimas recibidas por los disc-jockeys anotados en el negocio de la difusión sistematizada, sabido es que los espacios radiales tienen un precio y que las emisoras cobran a las compañías por "la pasada" de cada disco. Esto al margen de las promociones disfrazadas de micro-programas donde en combinación con un fabricante de pilchas o de una bebida las compañías grabadoras le dan manija a sus productos preferidos A lo cual se agrega el sistema de "flash", que te enchufa a mansalva un fragmento de tema comercial en combinación con un gran emporio de venta de discos a menudo vinculado a la distribución masiva de los mismos. ¿Qué tal?

En medio de este infierno, el Rock argentino ha seguido su marcha, empantanado un poco por la resistencia de muchos de sus músicos a estudiar para mejorar la ejecución o la composición. Existe, tiene muchos seguidores, aunque también entre el público de Rock haya la cuota previsible de disfrazados de vanguardia cultural. Tiene ya sus héroes y sus mártires. Tiene su mini-tradición y sus herejes. No vamos a perder el tiempo discutiendo la validez de usar un término en inglés para definir la nueva música, como pretenden algunos. ¿Acaso fútbol (football) es un término quechua?

Lo que sí viene al caso es la existencia de dos vertientes definidas: la de los que toman al Rock como parte de un asunto más grande donde no sólo la música está en juego sino también la vida social e individual; y la de los tránsfugas que desean que nos quedemos en la órbita de los infradotados consumidores de espejitos y modas y cascotes brillosos.

El Rock en sí mismo no es la respuesta totaI a los problemas de la Humanidad: ninguna obra de arte lo es. Pero sí expresa una serie de sentimientos de cambio, de hambre de justicia, de solidaridad, de amor. Algún sector de su público desea mantenerlo como música exclusiva de una élite de iniciados, nada más inadecuado. El Rock es energía expansiva, es posibilidad de plenitud compartida. Y o¡o que no todos los rockeros captan esta cuestión: abundan músicos con sueños de estrellato y de equipos sonoros ultra-potentes. No, la revolución no está por ese lado. La revolución empieza cuando lo creado por el artista (que es la antena de su sociedad) es recibido sin filtros ni trabas por la mayor cantidad posible de gente, y no solamente melenudos sino además la gente formal que también tiene su corazoncito.

Es absolutamente superfluo perder energías discutiendo si el Rock es una cultura o si sus seguidores constituyen un Movimiento. Lo que sí importa -para empezar- es definir quienes son los aliados y quienes los enemigos. Y luego buscar los puntos de confluencia con los otros creadores de certidumbres y de lucidez en nuestra sociedad, ya sean artistas, estudiantes, obreros o amas de casa. La Liberación tan publicitada (pero nada real) significa primero que otra cosa la abolición de las represiones. Y AHORA NOS REPRIMEN IGUAL QUE ANTES DEL TRIUNFO DE PERÓN. El pretexto varía, pero la persecución es la misma, y esto nos hermana con otros sectores de la sociedad igualmente perseguidos.

Métetelo en la cabeza. Hay un Sistema Mercantil, corruptor, que necesita de tontos consumidores de sus manufacturadas basuras lustrosas. Y hay un pueblo que busca sacarse de encima a los chupasangre. Vivimos en un lugar del mundo todavía acogotado por piratas disfrazados de ejecutivos. Y nos van a seguir jodiendo mientras los dejemos.

El Rock atrae cada vez más gente joven, Esto agranda la responsabilidad del músico, por eso algunos naufragios recientes. La Maquinaria intenta ahora neutralizar esta lucidez de vida, este instinto de cambio. Uno de los recursos es inventar superastros del Rock, otro es fabricar tres o cuatro "superbandas" que a expensas de lo genuino acuñado por otros creadores deforman el mensaje convirtiéndolo en moda frívola. En el ínterin se multiplican los chantas intermediarios, los cazadores de simpatías juveniles, los que insisten en difundir lado a lado tanto la chatarra disfrazada de música como los sones progresivos. No te confundas. No hay alianza posible entre el hielo y el fuego. Y nosotros somos el fuego... ¿te avivas?

Rock aislado de la sociedad es igual a fracaso. Nos tienen al margen porque nos temen, porque simbolizamos una posibilidad de liberación, al menos en el plano de la creación artística. "Lo que está y no se usa nos fulminará". Al menos que dejemos de comprarles años muertos a los encapuchados de un mundo caduco. Vos sos parte de la Liberación No tiene que ser espectacular, estará formada de pequeños gestos y grandes ternuras. Como la comunión de las células antes de nacer.

MIGUEL GRINBERG

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