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crónicas del siglo pasado

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de rock

Pink Floyd
un sentimiento extraño

"The Wall", el magnificente espectáculo presentado por Pink Floyd, está causando sensación en los Estados Unidos. Sin embargo, el concepto mismo del show genera una serie de interrogantes con respecto a toda la obra anterior de la banda.

Fuente: Revista Pelo mayo 1980

 

 

Hacía mucho que un grupo de rock no causaba la impresión y el revuelo, a la manera de los viejos buenos tiempos, que causó "The Wall", el último álbum de Pink Floyd, en Estados Unidos. El primero de la serie de doce conciertos (siete en Los Ángeles y cinco en otras ciudades estadounidenses), en el Nassau Colisseum, fue realmente un gran evento, con ya casi olvidados matices de festejo y magnificencia. Las entradas para todas estas presentaciones se agotaron totalmente en pocos días en todo el país.
Una de las principales razones de tanto éxito es, probablemente, el escenario especial, el show especial, las luces especiales; una asombrosa cantidad de efectos especiales que agregan prestigio a la atractiva suma de la venta del álbum. Sin embargo, -y éste sea quizá el motivo por el cual han decidido hacer tan pocas presentaciones esta vez— se supone que el grupo va a perder muchísimo dinero con esta espectacularidad: se dice que solamente los efectos especiales les cuestan casi dos millones de dólares, y los organizadores de la gira se niegan a ser precisos en cuanto a las cifras del resto de los gastos típicos de las giras.

Distracción y entretenimiento
Los conciertos están divididos en dos partes de más o menos una hora cada una, y están íntegramente dedicados a extensas versiones de los temas de "The Wall", incluso uno cuya letra está impresa en el sobre pero que no es interpretada en ninguno de los dos discos.
La determinación de hacer solamente temas de "The Wall" parece un poco extraña, sobre todo porque Pink Floyd siempre ha tendido a incluir algunos efectos de giras anteriores, especialmente un avión que planea sobre las cabezas de los espectadores hasta que al final se estrella, y el famoso y bien recordado cerdito inflable que acostumbra vagar por el aire desde "Animals".
De todos modos, hubo tantas novedades y motivos de distracción y entretenimiento en estos shows, que a nadie se le ocurrió ninguna razón para quejarse.
El principal concepto teatral del show es una pared gigantesca que construyeron los ayudantes de gira; también hubo maravillosas películas animadas de Gerald Scarfe, extraordinarias marionetas de animales que ilustran personajes de las canciones, muchísimos efectos menores, y, finalmente, la gargantuesca destrucción de la pared. Casi al pasar se podría decir que todo sucedió sin una fisura, y que el sonido fue espectacular.

Sirviendo como herramientas
Después de que se disolvió el humo, sin embargo, quedó la pregunta de si todo esto sirve verdaderamente como impulso artístico, o no. Hay muchos que piensan que Pink Floyd hace la mejor música incidental, y realmente podrían tener razón si uno se detiene a pensar que tanto despliegue escénico realmente distrae de casi cualquier cosa que suceda auditivamente. Los cuatro integrantes del grupo nunca han cortejado a la fama individual. Ellos y los ocho músicos que los acompañaron parecían muy contentos de actuar de técnicos, sirviendo casi como herramientas para poder llevar a cabo el evento sin ninguna clase de fallas. No hay duda de que hubo mucha música pre-grabada; habría sido imposible que algunos efectos sonido-películas resultaran tan bien de otra manera. En realidad, todo esto no fue aburrido, como puede parecerle a los más "fanáticos de lo espontáneo", pero sí alcanza para preocupar a las mentes un poco más místicas.
Pero lo más serio y digno de atención del espectáculo fue el verdadero valor y la profundidad de "The Wall", aparte del espectáculo.
Sin duda son notables las metáforas y los juegos de palabras alrededor de la idea de "pared"; también lo son los climas musicales, esta vez exentos de la somnolienta repetición, tan propia de PF, y la escena final, en la que el grupo, como un viejo conjunto de cantantes folk neo-hippies, celebra la conclusión del show y del tema de su obra. Pero uno se queda con un sentimiento extraño: ¿no será todo esto la negación de los viejos logros del grupo?

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