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crónicas del siglo pasado

Revistero
de rock

HUBO UN TIEMPO QUE FUE HERMOSO

 

La Reunión de
Sui Generis

Seis años después de haberse separado, Sui Generis volvió a reunirse formalmente. Este evento de extraordinarias características se llevó a cabo en un estadio de fútbol en Montevideo, Uruguay.
Hasta allí llegó nuestro enviado especial, siendo Pelo el único medio argentino que presenció el histórico reencuentro.

Fuente: Revista Pelo  enero 1982



 

 

El hotel "Oceanía" está ubicado en Punta Gorda, una zona residencial a medio camino entre el aeropuerto y el centro de Montevideo. El edificio fue construido sobre una de las lomas costeras, pudiendo disfrutar el pasajero de una hermosa perspectiva de la ciudad y la costa que la bordea. Este es, básicamente, un lugar tranquilo, y por esa razón los organizadores del retorno de Sui Generis decidieron que sería el lugar apropiado, lejos del ruido del centro.
El día del concierto, desde muy temprano, se movilizó a la numerosa troupe para efectuar las pruebas de sonido, un ritual que siempre resulta tedioso, y como dijo uno de los músicos: "Esta es la parte más pesada del trabajo". La noche anterior hubo franco para todo el mundo y los efectos se hicieron sentir en el momento de pasar lista. El grupo de Mestre estuvo listo bastante rápidamente; del grupo de García sólo se vio a un tranquilo David Lebón, que con su bastón —que usa a causa de una cortadura en un pie— ha recibido los motes de "Manucho" y "Georgie". Halagado por la calidad literaria de los apodos, David actúa perfectamente su papel de escritor senil.
El día se presentó tan espléndido que la mayoría se olvidó de las pocas horas de sueño y querían comenzar con las pruebas de sonido. El lugar donde se desarrollaría el concierto es realmente estupendo: un viejo estadio de fútbol en muy buenas condiciones. Sobre uno de los arcos se montó un impresionante escenario, que parecía una réplica del utilizado por Queen en Vélez. Sorprendidos, los músicos no dejaron de alabar el buen trabajo de producción —a cargo de Pity Iñurrigaro, promotor de Porchetto, Gieco y Rada—. No era para menos, difícilmente algún grupo argentino haya tenido semejante infraestructura para un concierto.

1. 2. 3. PROBANDO
Efectivamente, las pruebas de sonido son la parte más dura del trabajo, y más en este caso en que hubo que ecualizar a dos grupos con todos sus arsenales sonoros, y luego los dos juntos. Es un trabajo desgastante; una y otra vez se repiten las mismas canciones hasta lograr el nivel buscado. Pero todos estaban de buen humor y con paciencia transcurrieron cinco largas horas bajo el ardiente sol montevideano.
Sui Generis fue, y aún hoy lo es, uno de los pocos números de rock que se pudieron exportar de la Argentina, y el público uruguayo mostró todas sus ansias por verlos en la maratónica venta de entradas. El día del concierto salió un aviso en los diarios de Montevideo anunciando que las localidades estaban agotadas y con humor decía "Sorry, el estadio no es de goma". Una chanza que los productores se dieron el lujo de hacer con quince mil entradas vendidas, un record único en toda la historia del espectáculo uruguayo.
Y Sui Generis consiguió ese éxito abrumador, histórico. Tal vez se pueda objetar esta reunión, pero hay dos cosas que están bien claras: Sui Generis es, más que nadie, un grupo que puede reunirse sin especulaciones por la condición de sus músicos; y porque fue sutilmente utilizado como elemento de penetración del rock argentino en Uruguay.
Pero cualquier consideración se termina cuando se encienden las luces y comienza el show. Una hora antes del inicio del concierto, el espectáculo en el estadio era imponente: estaba absolutamente colmado por una multitud que tranquilamente esperaba a sus ídolos.

CONFESIONES DE VERANO
El primero en salir fue Nito Mestre y su grupo, estruendosamente recibidos. Interpretaron una selección de canciones de sus últimos tres álbumes, poniendo especial énfasis en el material de "20-10", que pronto será editado en Uruguay. El público respondió fervorosamente a la mansa propuesta de Mestre; sus rocks suaves y las baladas sentimentales fueron elevando lentamente la temperatura del lugar. El grupo gustó y mucho, tanto que Mestre no pudo reprimir su emoción ante un reconocimiento como pocas veces había recibido. La banda, incentivada por la audiencia, mostró todas sus posibilidades interpretativas, dándole la máxima calentura a cada ejecución. Terminado el set, Mestre invitó a subir a escena a su amigo García, quien arrancó con "Confesiones de invierno" y oficialmente rubricó el regreso del mito más grande de la música popular argentina. Sui Generis (García en guitarra y piano y Mestre en flauta y guitarra) realizó un acto descontraído, donde importó tanto la técnica como la emoción que se transmitía. A esta altura, escuchar nuevamente canciones como "Mariel y el capitán", "Cuando me empiece a quedar solo" y "Canción para mi muerte" sólo tiene un sentido evocativo y nostálgico, además de marcar claramente cuáles son las diferencias con la música que hoy compone García.

MATE DE PEPERINA
El siguiente acto fue la presentación de Seru Giran. El show empezó con problemas de sonido y una serie de canciones que no son las más fuertes del grupo. Esto hizo crear un ambiente de frialdad que recién empezó a transformarse a partir de una caliente versión de "Cuánto tiempo más llevará". Con un García totalmente desatado y decidido a entregar el alma, y secundado con igual intensidad por sus compañeros, Seru Giran pudo demostrar toda su devastadora potencia cuando tocan rock'n' roll. Uno de los nuevos temas, "No llores por mí Argentina" es un canto testimonial en la línea de "Alicia en el país", pero con una música arrolladora, vital. El show terminó con un verdadero caos escénico: García tirando sus teclados y Lebón revoleando su guitarra. Exhaustos, los Seru habían conseguido remontar un mal comienzo e imponer totalmente su presencia escénica. El cierre del espectáculo llegó con las dos bandas haciendo temas de los Sui. Resultó particularmente emotiva la versión de "Rasguña las piedras", fervorosamente cantada por lodo el estadio. El público se entregó a la fiesta y pese a la pasión manifiesta (derrumbaron la estructura metálica de contención y pugnaron por subir al escenario) no ocurrió nada, especialmente por la actitud de evitar desbordes del público y el ordenamiento pasivo de la policía, que en todo momento prestó colaboración.

EL SALDO FINAL
Afortunadamente, en el espectáculo visto en Montevideo Sui Generis fue casi una anécdota al pasar, el relato de una historia pasada; y, en cambio, Mestre y Seru Giran tuvieron su momento de gloria. Ese reconocimiento del público hacia la música que estos dos argentinos hacen actualmente es el saldo final más importante. Para los uruguayos, Sui Generis dejó de ser un mito, y Seru Giran y Nito Mestre significan una parte de la música argentina que arribó a esas márgenes del Plata. Por todo eso valió la pena la empresa, y la verdadera capitalización de este hecho sin precedentes se abre con proyecciones insospechadas.

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