¡QUE SE VA A MORIR EL ROCK NACIONAL!


AQUELARRE. TODO ES MÚSICA. TAMBIÉN SE HABLA DE TODO.
¡QUE SE VA A MORIR EL ROCK NACIONAL!
"LA SOLEDAD ES UN AMIGO QUE NO ESTA". "MUCHACHA, CUANDO TODOS DUERMAN TE
BUSCARE UN COLOR".
SON FRASES DE LAS CANCIONES DE SPINETTA, LÍDER DE LOS GRUPOS DE ROCK EN NUESTRO PAÍS.
DE ESO HACE YA UNOS AÑOS.
AHORA, DESPERDIGADOS, ENTREMEZCLADOS, SUBSISTEN LAS HUESTES UNIDAS POR UN FERVOR QUE NO DECAE, NO DECAYÓ.
AQUELARRE, HEREDERO DE AQUELLA TRADICIÓN MUSICAL, ES UN GRUPO QUE INTENTA,
PESE A TODO, MANTENER LA ESENCIA DE ESA MÚSICA.
AQUÍ NO CANTAN, HABLAN. NOS CUENTAN TODO CUANTO SIENTEN HOY.

 

 

 

 

OTRAS CRÓNICAS DE ROCK

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"Toda forma de belleza pretende reproducir los sentimientos de la vida en el paraíso. EL ROCK es justamente la sensación que representa aquellos sentimientos de los habitantes del paraíso en el momento preciso en que fueron condenados a abandonar la supuesta perfección. Gracias por venir de tan lejos. Recuerden que cada butaca tajeada y cada pucho que se quema en la alfombra es una sala más que se cierra a la música de rock." (De un programa que anuncia un recital de "Pescada Rabioso" y pertenece a Luis Alberto Spinetta.) —Almendra se disolvió en diciembre del 70, después de grabar su segundo long-play. Emilio Del Guercio y yo —Rodolfo García— lo buscamos a Héctor Starc y formamos un trío. No teníamos nombre: nos anunciábamos con los propios y el del invitado, porque siempre teníamos un invitado. Era una forma de buscar nuestro cuarto integrante sin decírselo. Nos pareció mejor que hacerlo "dar examen" en los ensayos. También, por esa época, queríamos incorporar vientos. Después renunciamos a la idea: no hay —salvo raras excepciones— buenos músicos de rock entre los que tocan instrumentos de viento. ¿Por qué? Bueno, debe ser porqué comprar un caño o una trompeta sale mucha plata y cualquiera empieza a hacer música con una guitarra prestada: aprendes tres acordes y ya tenés un tema. Un día apareció Hugo González Neira con su clavicordio eléctrico y lo incorporamos. Tocamos juntos por primera vez en el IFT. Después en el Kraft, pero la primera vez que hicimos nuestros temas fue en el BArock. Todavía no nos llamábamos Aquelarre. En mayo apareció el nombre, se me ocurrió a mi. No tiene el sentido de orgía ritual que se le suele dar. Aquelarre, en nuestro caso, alude a lo caótico, ese estado de cosas previo a cualquier forma a partir del cual es posible generar, inventar, crear.
Emilio del Guercio, 22, bajo y voz. Ex Almendra. Dibujante en sus ratos de ocio.
Héctor Starc, 22, guitarra eléctrica. Ex "un montón de conjuntos de los que prefiero no acordarme". Trabaja en una empresa de transporte "porque es de mí tío y tengo piedra libre...".
Hugo González Neira, 27, clavicordio eléctrico. Ex "lo que se te ocurra, desde orquestas características hasta boliches del bajo". Trabaja en "una fábrica de sillas eléctricas para moscas. Es decir, extinguidores de insectos. Soy el dueño".
Rodolfo García, 26, batería, ex Almendra y Nebbia's Band. Fue mecánico.
Cuatro para el caos generador. Aquelarre.

Extraña ceremonia. La guitarra y el bajo apuntan en silencio al mismo rincón del cielo raso. Rodolfo García intensifica el volumen del ritmo hasta que marca con la cabeza el "uno, dos, tres, cual" que señala la aparición del tema. Cada cual recibe su dios a su manera. Héctor guiña los ojos y acompaña su música con movimientos de labios, una muda y exasperada canción. La expresión de Emilio es algo más concentrada, algo más interior, se mueve poco y mira algún remota paisaje de su alma. Hugo parece estar en la luna, pero los parlantes dan fe de su presencia. Rodolfo entrecierra los ojos, la cabeza vuelta a un costado y sacude sin miedo los parches. Los cuatro están —se nota— en una misma y sonora cosa. En este momento no hay nada sino música, una presencia devastadora y excluyente. Los cuatro son la música. Aquelarre caos generador. La música a un metro: sensación de estar en medio de un remolino ascendente y en expansión, aunque limitado por las posibilidades del sonido.
En el principio fue el caos. Después, sobrevino la belleza.

Son jóvenes, lo cual significa que son informales, frescos y poderosos. Se presentan por sus nombres de pila, como queriendo cortar todo vínculo can la generación que los precedió. ¿Dónde reside el poder de los jóvenes, de es-tos jóvenes? Primero: ESTÁN CONVENCIDOS DE LA VERDAD DE LO QUE HACEN. Segundo: NO TIENEN PRECONCEPTOS, salvo el de hacer música lo mejor y más auténticamente que se pueda. Tercero: NO ESTÁN EMBARCADOS EN LA CARRERA DEL DINERO, ni —menos aún— en la del prestigio. Cuarto: NO SE TRAICIONAN NUNCA. Quinto y último: BUSCAN LA LIBERTAD COMO BIEN SUPREMO. Y la buscan en serio, no con proclamas. Escuche su música y se dará cuenta.

—¿Que el rock nacional se muere? ¿De dónde sacaste eso?
—Es lo que se dice por ahí...
—¡Qué se va a morir! Fijate lo que pasó este año: nunca se formaron tantos conjuntos de rock.
—Pero algunos se deshicieron. Huinca, de Litto Nebbia, por ejemplo.
—Claro, algunos quedan en el camino. Pero varios siguen vivos y en plena actividad. Pescado Rabioso, Color Humano, Arco Iris, Vox Dei, Alma y Vida, La Pesada, nosotros. .. Y cada uno con uno o varios discos ya grabados o grabándose. Hoy empezó a grabar Pescado Rabioso, el conjunto de Luis (Alberto Spinetta). Nosotros estamos a punto de grabar nuestro segundo long-play. No, el rock no se muere.
—Pero tiene problemas.
—Por supuesto, como en cualquier actividad.
—¿Qué problemas?
—La casi absoluta falta de promoción de nuestros discos. Algunas revistas nos prestan atención, sí. Pero las radios no pasan rock ni por casualidad.
—¿Por qué?
—Porque a los disc-jockeys no les interesa, ni a las grabadoras les interesa que los disc-jockeys se interesen.
—Pero me están admitiendo que las grabadoras están editando más rock que nunca.
—Si, pero en general son empresas chicas —como ésta para la que grabamos nosotros— que no pueden gastar mucha plata en promoción. Y en el caso de las empresas grandes, recién ahora se están avivando del asunto. Este año fue el más desastroso en la historia de las compañías grabadoras. Gastan más en difundir un tema que lo que el tema después les reditúa. Por eso están empezando a tomar interés en el rock. Pero recién están en eso.
—Y entonces, ¿cómo logran ustedes difundir sus obras?
—Hacemos bailes y recitales. Aunque lo de los recitales se está poniendo bravo.
—¿Bravo? ¿En qué sentido?
—Se hace difícil encontrar una sala para alquilar.
—¿Por qué?
—Algunos inadaptados, no más de veinte, se dedican a tajear butacas y tirar cigarrillos encendidos al suelo. Los dueños de las salas cada vez arriesgan menos: no nos quieren alquilar. Esos chicos, generalmente provenientes de familias de escasos recursos, aguantan sobre sus espaldas todo el peso del sistema. Pero no saben cómo canalizar sus energías. No se dan cuenta que haciendo barullo en un recital de rock están obstruyendo una actividad liberadora, algo que está hecho para ellos. Hasta que no tomen conciencia de quién es su enemigo van a atacar todo lo que tengan a mano. Bueno, nos quedan los clubes. Es una lindísima experiencia. Un público excelente que, a veces, sin saber de qué se trata, tienen una actitud más respetuosa y sabia que el público "culto". Nuestra música, quizá más que cualquier otra, necesita del público. Se tiene que propagar, se va a propagar, porque está ligada a la revolución de la juventud.
—¿En qué consista le "revolución de la juventud"?
—Mira, se habla de revolución y ya todo el mundo cree que estamos haciendo política. Nuestra revolución abarca todos los campos de la actividad humana. Por eso conviene desconceptualizar la palabra, darle un sentido más cabal. "Revolución", para nosotros, quiere decir darle al hombre conciencia de lo que es y de lo que puede ser. ¿Qué hacemos para ello? Con nuestra música tratamos de romper las estructuras que ahogan al hombre. El rock es, entonces, un mecanismo de revolución. Pero de revolución mental. Mirá, el mundo no aguanta más, la gente vive cada vez más presionada. Y no sólo las clases bajas: hay un nivel de presión que alcanza a la clase media.
Habló primero Héctor, después Rodolfo y ahora Emilio, Hugo asiente en silencio. Todos están de acuerdo, no hay ninguna disensión. Hay coherencia y cohesión en Aquelarre. La misma coherencia y cohesión que muestran muchos jóvenes superficial o insuficientemente calificados como "rebeldes".
—Se los acusa con llamativa frecuencia de "foráneos". Ustedes, ¿qué piensan?
—La música debería ser un lenguaje universal, sin rótulos nacionalistas. No importan las influencias: nadie está libre de influencias. Lo que importa es lo que estés buscando...
—¿Qué buscan ustedes?
—Un lenguaje genuino que abarque desde una chacarera hasta una polka rusa. Por otra parte, que algo esté menos libre de influencia no indica que sea mejor que lo que hacemos nosotros. Bueno, con ese lenguaje genuino pretendemos lograr que la gente, sobre todo la juventud, nos entienda. Hasta la juventud estúpida, hasta la juventud cegada por quienes nos acusan de extranjerizantes o algo así. En definitiva, lo que queremos es que la gente sea más libre.
—¿Creen haber logrado algo de tamaña pretensión?
—Y, sí. Hay cada vez más gente interesada en lo que hacemos y, lo que es más importante, en lo que significa lo qué hacemos. La juventud es más libre, eso es fácil de ver. Pero para lograr mayor eficacia nos falta coherencia. A los rockeros nacionales, claro. Hay coherencia musical o ideológica entre nosotros, Pescado Rabioso y Color Humano. Se explica: los tres conjuntos son un desprendimiento de Almendra...
—¿Por qué, si hacían y pensaban lo mismo, se separaron?
—Eso es historia antigua. Pero, por si te sirve, nos separamos para no hartarnos. Pero seguimos siendo amigos y atendiendo a lo que cada uno hace por separado.
—Separarse, entonces, no significó, para ustedes, ruptura.
—Para nada. Ya te digo: existe entre nosotros una firme coherencia. Cosa que no ocurre con otros grupos. No están en lo mismo ni musical ni ideológicamente.
—¿A qué grupo o grupos se refieren?
—A La Pesada.
—Pero La Pesada hace buena música.
—A veces sí. Hay muy buenos músicos ahí: Pappo. Javier Martínez, Alejo Medina, Pínchevsky... Pero hay otros...
—¿Quienes?
—Billy Bond. Él y Jorge Álvarez se erigen en ideólogos del rock sin la menor autoridad. Y se meten en la bolsa a mucha gente, los confunden. Después andan por ahí produciendo discos de Sabú o de Jorgelina Aranda, ¿Qué tendrá que ver con eso el rock?
—Lo que, ustedes les reprochan es falta de integridad.
—Exactamente. Y el rock precisa gente íntegra, que no mienta ni tenga actitudes contradictorias con lo que se proclama. Eso es fundamental para el movimiento. En realidad, todavía no hay un movimiento: necesitamos más gente, mayor conciencia. Pero lo habrá: el rock va a progresar, la gente será más libre.
La gente será más libre. A todo lo que forja el poder de estos jóvenes debe agregarse este ítem: SON OPTIMISTAS. Creen en el hombre, en sus posibilidades, en su búsqueda de libertad.
¿Qué hacen para llevar a cabo sus principios, para realizar sus convicciones?
Nada más y nada menos que BUENA MÚSICA.
Lo cual, aunque quizá no sea suficiente, es bastante.
EMILIO GIMÉNEZ ZAPIOLA Fotos: Juan Mestichelli
Revista Gente y la Actualidad
07-09-1972
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