Divididos, Ricardo Mollo y Diego Arnedo

 

 

 

 

EL NUEVO GRUPO DE RICARDO MOLLO Y DIEGO ARNEDO
VOLVIENDO A LOS BARES

Se llama Divididos, todavía no tiene baterista, pero sí una fecha para debutar. Es eL primer proyecto que muestran los músicos que formaban ese irresistible remolino musical llamado Sumo desde aquel emotivo homenaje a Luca en Córdoba. Es la misma gente, la misma música, el mismo sentimiento.
Escribe: Nora Fisch


Podemos hacernos los distraídos por un rato: ir a conciertos de estadio rebosante; comentar con entusiasmo la cantidad de grupos en surgimiento o la influencia de los grupos nacionales en el resto de Latinoamérica. Pero tarde o temprano el estado de distraídos no va a dar para más. Entonces vamos a recordar, y a sentir agudamente ese hueco doloroso en el centro mismo del rock argentino.
Late un vacío, y nadie parece conocer el secreto que permita ocuparlo. Excepto, tal vez... Está vacante el sitio de la burla y la irreverencia, de los que también son capaces de reírse de sí mismo. De los que bofetearon los estereotipos y la hipocresía. Un lugar para valientes que eligieron no transar con nadie excepto con su propio corazón; los que brillaron como pocos, sin creer jamás que en serio son estrellas y así renovaron una y otra vez su esplendor. Los que supieron, desatar el ritual del rockanroll, una avalancha de energía originada en una Verdad, "con una WV muy grande", diría él, mordiéndose los labios para acentuar la V. Hablamos del jefe Luca y su tribu de guerreros, Sumo. Y mientras tanto sentimos latir ese vacío, acá, en el medio del pecho. Y nadie parece capaz de llenarlo. Nadie. Tal vez, a excepción de... ellos mismos.

UNA GRAN EXPLOSIÓN
Y allí están, Diego Arnedo y Ricardo Mollo, por el momento los únicos herederos del cetro del duende Rockanroll. ¡Luca lo tenía tan claro! Todo era cuestión de corazón y bolas, una de sus palabras favoritas. Y ahora, ellos inspiran fuerte, rehacen su corazón y toman sus armas, el bajo y la guitarra, aprestándose a volver al frente de batalla. Las presiones, las dudas, las comparaciones y el dolor los acechan como ojitos maliciosos siguiéndolos desde la oscuridad. Pero los guerreros lo saben: el miedo paraliza y atonta. Más que nunca, es este el momento de entregarse a la vida, que es potente y empuja. Es hora de hacerse cargo de su herencia, pesada y desafiante, también privilegiada y hermosa: ser quienes fueron y son, es decir, ellos mismos. Hacer lo que deben: salir a tocar. "La muerte de Luca fue como algo que explotó, y cada uno de nosotros como esquirlas de esa explosión, saliendo disparados para lados distintos", reconstruye Ricardo Mollo.
En un principio, iban a seguir tocando los cinco juntos; pero, finalmente Pettinato optó por "refugiarse" en España (es probable que, de haberse quedado, su rol habría sido el más difícil, ya que al ser el otro "personaje" de Sumo, las expectativas de la gente se hubieran concentrado desmedidamente sobre él). Germán Dafunchio y el manager Timmy Mc Kern decidieron continuar viviendo en Córdoba y desarrollar su proyecto. El baterista Superman Troglio se alejó por cuestiones personales. "Quedamos dos, sintetiza Mollo. Y una sospecha que toda la polenta del "efecto Sumo" permanece oculta en el puño de sus manos, esperando los pases mágicos que permitan liberar al duende.
¿Qué queda en ellos de Sumo, qué rescatan? "Y, casi todo", aclara Diego Arnedo. "Tocamos lo que estaríamos tocando si aquello hubiese seguido". "Pasa algo gracioso", agrega Mollo, "Sumo fue algo tan fuerte que hasta nos da impresión tocar temas nuestros. ¡Y fuimos nosotros! ¡Estás hablando de vos mismo, de tu música, de lo que hiciste durante cinco años! Sumo es algo que ya pasó a formar parte de mi organismo. Es algo muy raro, muy conflictivo y muy bueno también. Por una parte me parece que no tengo derecho a seguir tocando, por otra parte me duele tanto la palabra ex-Sumo. "Si yo Soy Sumo!"
"¿Qué esperas, que Bang, Bang, Bang, Bang, que en los kioscos se pueda bailar?" suena el demo de la nueva banda de Mollo y Arnedo. "¿Viste que ahora los chicos cuando no tienen plata, para entrar a las discotecas se quedan tomando alrededor de los kioscos?, recalca Ricardo Mollo. Continúa el tema, y tiene toda la fuerza y la riqueza a la que estos músicos nos tienen acostumbrados. Y algo más: en la tradición Sumo, ellos no viajan en avión, viajan en tren y siguen en contacto con lo que le pasa a la gente. Más historias de gente que vive acá, y el siguiente tema: La Mosca Porteña. La guitarra de Mollo zigzaguea zumbante como las moscas y se trata de aquel personaje de Buenos Aires, el
pesado que busca reconocimiento. Hay también un tema hermoso y raro dedicado a Luca; un reggae; y otro que todavía no tiene letra y es profundo, casi melancólico. "Con Sumo hubo un encare diferente de la manera de tocar argentina", rememora Diego. "Salimos de lo que ya estaba previsto. Y esa manera de tocar, 'para afuera', ya es inevitable, es algo que está incorporado".
LA ENSEÑANZA
Junto con un baterista que todavía es incierto y un trompetista, el sábado 4 de junio, se larga. ¿El lugar? Un barcito ignoto en el barrio de Flores. "Volviendo a los bares", sonríe Diego. "Volver a empezar como empezó todo. En un bar chiquito, con la gente ahí, que te está reconociendo. Siempre tuvimos la nostalgia del barcito, de cómo empezó Sumo para nosotros, de entrar y tener todo ese quilombo ahí..." Como decíamos, estas estrellas que no se la creen, no desgastan su luminosidad, la renuevan día a día dejando abiertas las puertas a lo pequeño, a la vida cotidiana que entra por ellas, sin cerrarse a golpes de soberbia. A Luca, esto de volver a los bares le hubiera gustado. Ellos se lo plantean con total naturalidad.
"¿Sabés?", dice Ricardo, "todo esto es una experiencia que, más allá de la muerte, todo músico debería pasar para madurar, te sirve para lo que estás queriendo proyectar". Agrega Diego: "Hubo una enseñanza muy grande, tanto por parte de Luca, como de todo Sumo. Y no solamente para nosotros, sino para toda la gente. Fue una cosa muy fuerte que pasó: ZUUUmmm y se fué. El que la vio, la vio, y el que no, no".
Revista Pelo
mayo 1988