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Federico Moura
Mirando por la ventana

La imagen de Virus fue para mucha gente, al principio, frívola y pasatista. Sin embargo, y por esto mismo, en sus primeros recitales en pubs y teatros pequeños, se bailaba como si el rock hubiera recuperado con ellos uno de sus puntos principales: el movimiento. "Yo trabajo con escrúpulos, dice Federico Moura, y fundamentalmente tratando de no ser estúpido".

 

Revistero de rock

 

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El lenguaje hablado lo acompaña el lenguaje de los gestos, de los movimientos. Lo que Virus provoca, entre otras cosas, es cierta espontaneidad libre del juicio de los otros. Moura lo dice de este modo: "Sería bueno que la gente se posesionara en una forma un poco más naif, yo creo que hay que despojarse de todas esas cosas y después fluir". Un ejemplo: en la casa de Federico Moura los teclados están siempre conectados. El nos dijo que, si de pronto alguien le hacía cosquillas en un pie, él podía caer con la mano sobre los teclados y producir entonces al azar una nota con la que empezar una canción. Esto puede parecer una "postura" o una "sutileza" —y ambas cosas son ciertas— pero en este sentido: la postura de quien se cree a sí mismo, por un lado, y la sutileza del alguien en quien hay un placer por la música anterior a la música: trabajar, también, con las posibilidades y con las dudas. Hecho infrecuente.
Los discos de Virus, si bien conservan su estilo y las características que los definen y los hacen reconocibles, son distintos uno del otro, y en cada uno de ellos se advierte que no se ha bajado la guardia frente al prejuicio de no hacer nada que se parezca a otros grupos (extranjeros), como tampoco caer en esa actitud demagógica de lo nacional, sin interferencias, donde un músico debiera escuchar y, por lo tanto, hacer solamente la música de un lugar al que demasiado fácilmente llamamos "nuestro país".
Federico Moura habla de la imagen, de los modelos, de la información en el mundo del rock y, cuando le preguntamos a qué se debía el éxito a veces desproporcionado de unos grupos en relación a otros, habló de los medios de difusión, del factor visual y del tiempo.

Federico Moura: Charly tiene el éxito en la conciencia y en el gusto de la gente más que en la venta de los discos. El tiempo es un factor determinante. Después están los éxitos comerciales, grupos que han vendido más discos que nosotros y que han ganado más dinero porque han tenido una infraestructura más eficiente. Nosotros nunca tuvimos una producción brillante, pero nos hemos permitido otros espacios que hacen que después de cuatro discos sigamos con ganas de trabajar juntos. Además, a la TV prácticamente no vamos, y no porque estemos en contra. . . no nos gusta mucho ir a alguno de esos programas. El único que está resuelto a nivel infraestructura es el de Badía, pero él piensa que nosotros somos malos y peligrosos; y esas cosas me hacen bien, ya que me ayudan a cuidar o defender una cosa no tan "corrompida". No pienso que sea una corrupción ir a Badía, pero me alegra no ser de esos tipos que son los primeros que se entusiasman porque trabajan bastante mediocremente. Me alegra saber que siempre hubo menos público para nosotros, pero más inteligente. Lo puedo decir. De mi música no puedo decir si es buena o no, pero del público sí. Por otro lado, creo que en shows somos el grupo más exitoso, junto con Zas. Trabajamos muy bien en ese nivel, pero muy poco en el interior porque la compañía discográfica en la que estamos no difunde el material en el interior, entonces las ventas son el 90 por ciento en el Gran Buenos Aires. Y tampoco hemos tenido una prensa más organizada en revistas especializadas y se supone que eso lleva a un tipo de éxito más popular. Fotos, en la prensa no hay fotos interesantes. En general es más fácil rescatar algo visual, y en las revistas especializadas la parte fotográfica no existe. Todo lo que sea gráfica es como para no perderte, pero no hay un placer estético.

Antes habías sugerido que te producía cierta alegría que no te mezclaran, por eso de la TV. . .
F.M.: Claro, que no te metan en la bolsa junto con todos los gatos. Siempre te enorgullece una parte medio estúpida de uno, medio heroica. Si me invitan no me parece mal: ocupas el espacio. Ahora. . . es como cuando uno se angustia porque te patea la persona que te interesa y empezás a pensar qué hiciste mal, qué está mal en mí, y de repente no está nada mal en vos sino en el otro, que por ahí no te pescó o está bloqueado. Entonces, por ejemplo, saber que Badía no nos invita por miedo y lo invita a Ariel Roth (y no es resentimiento, ojo: soy analítico), bueno, saber que un tipo está lleno de prejuicios y no te mezcla es como decir "algo bueno he hecho para no estar totalmente metido en todas las que hay que estar". Uno siempre tiene la fantasía de desestructurar el lugar donde camina.

Y concretamente, ese "algo bueno he hecho", ¿qué es?
F.M.: Supongo que son las cosas que se han hecho públicas: discos, actuaciones, prensa, fotos, alguna cosa que le dio impresión a alguien. . . 
¿Qué?
F.M.: En principio, no estar tan en las medias tintas, estar más definido. Y la gente se asusta, quiere un poquito de esto y un poquito de esto otro para no sentir miedos, escrúpulos, prejuicios. La gente se espeja mucho en un grupo de rock o en un personaje popular: se ve.

Es como si todavía se tratara de ser "correcto" ¿no?
F.M.: Claro, ser correcto, armar las cosas como un rompecabezas, y tener lo que se tiene que tener. A mí la moda en las cosas me gusta, no la rechazo, lo que pasa es que es muy diferente que tenga "lo que tiene que tener" y todo lo demás, a que sólo tenga "lo que tiene que tener" y ni siquiera logrado. Es decir, cómo vos integras los aparatos a tu música y no cómo te integras vos a los aparatos.

¿Se sigue usando el cliché como un elemento más de trabajo?
F.M.: Todo el mundo usa el cliché, el asunto es. . .

Cómo lo usas.
F.M.: Bueno, yo creo que el cliché es la copia de algo. Es diferente trabajar con elementos que están en el aire. En última instancia hay gente que es tonta haga lo que haga y gente que es piola haga lo que haga. Yo no creo que haya dos personas iguales haciendo la misma cosa: hay diferentes conciencias, hay diferentes formas de abordar las cosas. Yo no siento culpas con respecto a la música, siento culpa respecto a otras cosas, pero ciertos análisis me hacen librar ciertas conclusiones respecto a mi trabajo. Hay cosas fundamentales, por ejemplo: por qué haces música. Hicimos una música así porque teníamos ganas, porque sentíamos que era auténtica y porque estábamos en alguna medida posesionados o un poco más conectados con la realidad que un montón de gente. Eso tiene que ver con la personalidad. Yo soy
muy ansioso y vivo muy al día las cosas, y generalmente todo este proceso que vivimos. . . Algunos, cuando llegaron los militares, decían "qué suerte". Está todo desfasado. Esa persona, ocho años después, se dio cuenta de que habían matado. Yo hago música y pretendo estar un poco más conectado con la realidad y con mi tiempo. Y pienso que una de las trabas fundamentales de la gente es no poder adaptarse al movimiento de las cosas. Entonces están en desarmonía con el exterior.

¿Qué pasa con las letras de Virus?
F.M.: En las letras de Virus vas a encontrar muchas otras cosas más, aparte de la frivolidad. Y la frivolidad, por otro lado, bienvenida sea. ¿Por qué solemnidad y no frivolidad? La frivolidad es casi como un doble pensamiento: hay dos cosas juntas. Aparte, me parece coherente con un fin de siglo. Está todo mezclándose y cambiando ahí, a la vista. La muerte como terror, como decadencia, está ahí presente. Y después, hablando de música, vos sentís que la gente que te crítica, otro día te apoya, porque se están legalizando a sí mismos. 

Acá se desatiende un poco la parte final, ¿no?
F.M.: Ahora no tanto, ahora hay un montón de grupos más profesionalizados. Yo creo que la imagen es un medio de expresión más, que vos podes usar y puede, naturalmente, gustarte o no. A mí me gusta la pintura, las fotos, la ropa. Entonces me divierto y no es un esfuerzo, no me digo "tengo que dar el new-romantic", no. Hay un trabajo, pero nada es un sufrimiento, si no ya nos hubiéramos separado. Nada es un sufrimiento en cuanto a lo que elijas como tu forma de hacer las cosas, estética o musicalmente, éticamente. Y no es ése el conflicto, al contrario: son los máximos puntos de liberación. Cuando tengo tiempo para hacer todo eso es cuando me siento mejor, compensa todo el resto. La imagen en los shows no se cultivó mucho en la Argentina, pero está cambiando. Esa es una de las cosas que nosotros metimos bastante fuerte. Ahora hay gente que lo está haciendo, y se divierten, y es fantástico usar los otros elementos. En el rock hay muchos otros elementos aparte del musical, que lo hacen justamente un arte actual, vigente.

Hablamos del nuevo disco.
F.M.: Estamos en eso, no sé qué va a salir. Grabamos este mes, del 20 de agosto al 1º de setiembre. Creo que va a tener que ver con la línea de "Relax", a grandes rasgos. "Relax" es un disco muy jugado en el estudio: hicimos letras, un montón de cosas salieron mal, nos sirvió para saber que habíamos aprendido mucho del primero al cuarto disco. Porque largándolo así, teniendo que enfrentarse a cosas sin resolver, salieron otras que en muchos aspectos me parecen mejores que en los otros discos.

¿Qué te parecen?
F.M.: Como una Coca Cola sin gas, como una papa hervida.

Como una papa hervida sin gas.
F.M.: Claro, de todas maneras me costó escribirlas, me costó tirar muchos papeles que por ahí estaban bien escritos: es un lenguaje que está en mi cabeza. Y no necesito tirar nada de los pelos, porque tengo cosas girando en la cabeza todo el tiempo.

A los músicos siempre se les pregunta cómo ven el panorama del rock en general...
F.M.: Bien, lo veo bien, mejor que otras veces, mejor que en la década del '70. Los músicos son más divertidos, con más posibilidades musicales, no de mercado. El mercado está muy mal. Y veo que hay músicos que surgen de generaciones que nacieron empapadas en la electrónica, informados por revistas y películas, de modo que tienen un nivel de exigencia mayor. Ahora, para pegar en el mercado, tenés que tener un buen producto. No es fácil. Y mientras haya más gente haciendo cosas, más posibilidades hay de que aparezcan cosas nuevas. Eso es bueno. Hubo un tiempo en que había muy poca gente haciendo música, y algunos músicos valiosos afuera. . . Se veían menos cosas.

¿Qué te autocríticas?
F.M.: El canto. No sé si imposto o estafo. (Risas). No imposto, es mi posición natural al cantar, canto con el estómago y hablo con la garganta. No, es como decir que Nina Hagen imposta. Creo que lo impostado está más bien en la actitud y no tanto en la forma. La forma es una elección musical, de sonido. Ahora. . . a veces no me gusto, me critico todo el tiempo. Lo que hay que hacer es lograr un poco más de placer. A mí me gustaría cantar, así, mirando por la ventana.

Sergio Cristiansen
revista Pelo
agosto 1985