Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


LOS CHICOS DE LA BRONCA
Pedro y Pablo
Revista Gente y la Actualidad
11.02.1971
Tienen 21 años. Son como el día y la noche y se llaman en realidad Miguel Cantilo y Jorge Durietz. Uno está haciendo el servicio y el otro se salvó por "flaco". Los une la bronca y la gracia para cantarla. GENTE los buscó. Los encontró. Los indagó. Se habló del mundo, de los políticos, de Sinatra... hasta de Discépolo se habló.

Son como el día y la noche.
Uno es Pedro, aunque se llama Miguel Cantilo. El otro es Pablo, aunque se llama Jorge Durietz. Pedro tiene 21 años y el pelo largo, muy largo. Pablo también tiene 21 anos, pero el pelo corto, muy corto. ¿Causa? El servicio militar: Pedro se salvó, pero Pablo no.
Pero esto no es todo, hay más diferencias: Pedro es rubio, pálido, muy pálido, tiene los ojos claros, tal vez azules, tiene muchas pecas y una barba suave. Pablo es morocho, más oscuro, tiene los ojos pardos, tal vez marrones, ninguna peca, tampoco barba (porque no puede). Pedro es hablador, extrovertido, toma siempre, casi siempre, la iniciativa y se ríe a carcajadas. Pablo es más tranquilo, medio tristón; a veces añade algo a la conversación, y en vez de la carcajada usa una sonrisa a media asta. Pedro es más rebelde. Pablo es más filósofo. Pedro es una pedrada. Pablo es una mirada.
En fin, gestos más, gestos menos, así son Pedro y Pablo, como el día y la noche, lo suficientemente diferentes como para ser uno solo en la mágica hora de hacer canciones, canciones tan frescas, tan sorpresivas, tan repletas de gracia y petarditos como "Marcha de la bronca" y "Yo vivo en una ciudad". A esas canciones Pedro le pone las palabras y Pablo la melodía. Y después las cantan juntos, con esa bronca nuestra de cada día que ellos enarbolan y hacen flamear y flamear, bronca por los que "se hacen moralistas y entran a correr a los artistas", bronca por los que "a plena luz del día sacan a pasear su hipocresía", bronca por lo que "toman lo que es nuestro con el guante de disimular", bronca por "los que manejan los piolines de la marioneta universal", bronca por los que "han marcado la baraja y reciben siempre la mejor", bronca porque "matan con descaro y nunca nada queda claro", bronca porque "no se paga fianza si nos encarcelan la fe", bronca por los que "quieren que me corte el pelo sin razón... y no saben que... es mejor tener el pelo libre que la libertad con fijador... bronca que siempre es esperanza... bronca con los dos dedos en «V»... bronca de la brava, de la mía, bronca que se puede recitar".
La charla es a eso de las siete de la tarde, en un bar cualquiera. Pedro descubre que no ha almorzado, y además de la gaseosa pide un sandwich. Pablo está con su piba y también tiene ganas de pedir otro sandwich, aunque no se anima porque "anda sin un mango". La cuestión es que, mientras se decide, le da el mordiscón inaugural al que pidió Pablo. Pedro está muy flaco. Más flaco no se puede. Por eso se salvó del servicio. Porque cuando se subió a la balanza lo palparon para ver si era cierto que estaba ahí. Y sí, estaba...
—Pedro y Pablo, ¿por qué eligieron ese nombre artístico?
—Al principio nos llamábamos "Los cronopios", pero en ese tiempo salió una revista con el mismo nombre y ya no sirvió. Cuando fuimos a la grabadora nos dieron cinco minutos para bautizarnos. Ahí mismo empezamos a buscar un nombre que no llamara la atención. No queríamos llamar la atención por el nombre, porque si no nos hubiéramos puesto "Dulce de leche" o algo así. Así salió "Pedro y Pablo", que tal vez tenga una asociación con la pareja bíblica. (Dice Pedro).
—Esta pregunta y las que vienen son para los dos. ¿Cómo definen la bronca?
—La bronca es una reacción violenta, pero no necesariamente física, contra algo que nos molesta. (Dice Pedro).
—La bronca es un... sentimiento que nace cuando una persona se ve reprimida en su libertad y... eso sólo, eso sólo es. (Dice Pablo).
—¿Sirve para algo la "bronca", modifica algo?
—Si se la sabe encauzar a la tironea, evidentemente podemos llegar a modificar todo. Ahora con la "bronca" sola también es evidente que no hacemos nada. (Dice Pedro.)
—Yo creo que la "bronca" sirvo como aviso... es... es... es una especie de luz roja que se enciende en el tablero. Indica que hay que encontrarle solución a algo. (Dice Pablo.)
—-¿Ustedes son o no son cantantes de protesta?
—Nosotros no somos cantantes de protesta, pero cantamos algunas canciones de protesta. (Dice Pedro. Pablo mira de nuevo el sandwich. Su noviecita le da coraje pura que llame al mozo. Y se decide el muchacho.)
—Puestos en el rol de espectadores, ¿qué opinan críticamente del movimiento argentino de cantantes de "protesta"?
—Que es un movimiento todavía muy trastabillante, inseguro y desparejo. Pero creo además que el movimiento no es de ahora y que los eternas guías son hombres como Atahualpa Yupanqui. Otra cosa que es evidente es que hay mucha gente que especula con la "protesta", se escriben cosas muy malas, muchas puerilidades... (Dice Pedro.)
—Yo pienso que la mayoría no tiene sinceridad y que todo nace por un problema, por un deseo de ser "moda"... pero también creo que pese a ser "moda" la "protesta" puede llegar con el tiempo a ser algo verdadero. (Dice Pablo, que al segundo siguiente se escapa de la conversación y le da una tierna trompadita en cámara lenta a su piba.)
—De los nuevos, de los cantantes y autores argentinos nuevos, ¿hay alguno que ustedes rescaten de esa mediocridad general?
Hay varios, pero uno especialmente, Facundo Cabral. Maneja las cosas a la perfección. A la parte literaria de sus canciones no se le puede encontrar un solo error. (Dice Pedro. Su sandwich todavía subsiste en un setenta por ciento. Pablo ya avanza sobre el suyo.)
—¿Qué piensan de Discépolo?
—Que es sin duda el más grande poeta de intención y de esencia popular. (Dice Pedro. Pablo aprueba con la cabeza.)
—¿Discépolo era un autor de "protesta"?
—Sí, pero no exclusivamente. Hablando de protestones el más grande del mundo fue Nietzsche, su protesta era descomunal, inalcanzable. (Dice Pedro. Pablo frunce el ceño. Se explica, en vez de Nietzsche entendió "Nacha". No es para menos.)
—¿Ustedes, con sus canciones, intentan modificar la realidad, creen que pueden hacerlo?
—Tenemos voluntad de trascender, tratamos de llegar a la gente. (Dice Pablo, que ha aterrizado nuevamente en la conversación.)
—Creo que lo nuestro tiene su importancia. Ahora oímos nuestros problemas, dichos en canciones, en castellano. Yo me pasé toda la vida escuchando a Frank Sinatra, deleitándome, pero sin entender nada. Me parece muy importante te que pasa ahora: uno prende la radio y se encuentra con canciones que le dicen cosas en su propio idioma. (Dice Pedro. Su sandwich, su anhelado sandwich sigue inconcluso y ahora olvidado. El de Pablo no, el de Pablo se fue para no volver.)
—Cuando empezamos a cantar por los clubes pensamos que nos iban a destrozar a sillazos, porque nuestras canciones no son para bailar, son para oír. Y sin embargo no pasó eso. La gente se queda de pie, escuchándonos. (Dice Pablo. Cuando termina su frase rapidito vuelve la cara sobre su piba y le da la sexta o séptima trompadita en cámara lenta.)
—Esto no tiene nada que ver con la música "beat", pero se los pregunto lo mismo: ¿qué piensan Pedro y Pablo, a los 21 años, sobre los políticos?
—Sólo puedo decir que hasta el momento no he encontrado un solo político con el que me haya identificado. Qué sé yo... me hubiera gustado conocer a Alfredo Palacios, pero no llegué a tiempo a este mundo. (Dice Pedro.)
—Si no hubiera habido nadie, si en los últimos veinte años no hubiera nacido un solo político creo que a lo mejor todo seguiría como hasta ahora... no sé, me parece... esto es un desastre organizado... no se puede lograr una cosa total cuando las partes están tan separadas. (Dice Pablo. Y otra vez frunce el ceño. Esta vez admirado por lo rara que le salió la última frase.)
—Les puedo hacer una pregunta tal vez tonta: ¿cómo se llevan con sus padres?
—Yo muy bien. Los comprendo mucho. Claro, hay muchas cosas que nos separan. Pero también comprendo que no me comprendan. (Dice Pablo.)
—Yo soy muy comprendido. En mi casa nadie tiene que ver con mi pinta, con mi pelo largo. Eso podría provocar una situación peliaguda, pero no. Pertenezco a un hogar de extracción burguesa. En ese mundo hay un defecto: la indiferencia y hay otras cosas que podrían ser virtudes, como el hecho de que existan los televisores... pero un televisor es hermoso sólo si se lo usa bien. Volviendo a mi pelo largo: lo uso por razones estéticas, porque cuando me miro frente a un espejo me siento mejor. Claro, hay mucha gente que se molesta, pero creo que lo último que puede hacer un tipo que lo molestan por el pelo es cortárselo. (Dice Pedro. Y tres mozos que siguen sus palabras lo miran, lo miran, en silencio.)
—¿Cuál es la importancia de Los Beatles?
—Nunca se ha dado un conjunto que haya señalado un camino tan favorable, sobre todo para los que lo siguen. (Dice Pedro. Pablo alzó vuelo de nuevo y se fue del reportaje.)
—¿Y de Palito Ortega qué piensan?
—Lo único que lamento es que habiendo logrado tanto, se quedara tanto en el mismo lugar. Palito fue el tipo que representó más que nadie a su pueblo. Pero en estos momentos el pueblo ha dado pasos que él no ha dado. Es una lástima. (Dice Pedro de nuevo, porque Pablo vuela todavía, ausente y confirmando que la ciudad lo aturde y lo ahoga.)
La charla concluye. Dejamos la mesa. El sandwich de Pedro quedó inconcluso no más. Pablo, el de pocas palabras, le tomó la mano a su piba que, a todo esto, tuvo un silencio impecable.
Si uno dice que este par de muchachos es auténtico, no dice nada, porque eso ya está muy gastado. Pero, de todas formas, uno lo dice. Porque es así no más. No han hecho nada del otro mundo. Pero nadie exige tanto. Además hay algo cierto: dicen cosas que se caen de maduras, pero tienen gracia. La gracia no es LA poesía. Pero sin LA GRACIA la poesía no existe.
En fin, así son Pedro y Pablo, esos muchachos que viven en "una ciudad donde la gente usa gomina, en donde la gente se va a la oficina sin un minuto de más... en una ciudad que tiene un puerto en la puerta y una expresión boquiabierta para todo lo que es novedad. .. en una ciudad donde el diario trajín parece un filme de Chaplin..."

RODOLFO E. BRACELi
Fotos: Juan Mestichelli

 

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Pedro y Pablo
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