Esta vez no hubo conejitos ni bicicletas ni toscas mariposas,
tampoco frondosos camouflages, solamente cuatro músicos, luz y
sonido. Con una presentación muy sobria y contundente, Seru
Giran dio su gran serie de conciertos anuales, durante un fin de
semana completo, y a lleno total, en el estadio Obras.
La excusa para el festejo fue "Peperina", flamante producción de
once canciones que los Seru Giran lanzaron como su cuarto álbum.
Un número que ya habla nítidamente de un desarrollo y una sólida
concurrencia de búsquedas y objetivos. Más claro: Seru Giran es
un grupo, en toda la amplia acepción de la palabra. Tal vez por
eso García ahora, y no antes, se predisponga a reformar una
pequeña sociedad musical que le dio cierto rédito en el pasado.
Pero el presente es el que nos ocupa. Con la devoción,
profesionalismo y entrega que caracterizaron eventos anteriores;
García, Lebón, Aznar y Moro recorrieron un amplio repertorio que
se basó en el nuevo álbum, y tuvo puntos elevados en viejos
éxitos. El show fue simple, de una sencillez que permitió que la
conjunción música-imagen pudiera darse sin altibajos. Un
completo y bien utilizado equipo de luces y un sonido de la
misma calidad fueron el marco adecuado para escuchar todo lo que
los Seru tenían que decir.
Apriorísticamente, "Peperina" no impresiona como un álbum
compacto; en él hay canciones que nítidamente se diferencian de
nivel, literaria y musicalmente. La canción que da título al
disco fue uno de los pilares del show. También "Parado en el
medio de la vida" es una interesante melodía en la que David
Lebón desplegó todo su sentimiento para cantar, al igual que en
el blues "Esperando nacer", que tuvo una ardorosa y ajustada
interpretación de guitarra.
La rítmica de Seru Giran forma un ensamble compacto, una
perfecta interrelación entre el bajo y la batería. Pedro Aznar
ha insistido tanto con su "sonido" de bajo, que finalmente éste
se volvió una característica de la banda. Oscar Moro respondió
con la justeza de siempre, ahora reforzado por un impresionante
kit de batería. Fue notorio que el nuevo equipo le brinda la
posibilidad de buscar matices y coloraturas totalmente nuevas.
David Lebón tuvo su momento solista con "San Francisco y el
lobo", una canción
para reafirmar que es uno de los mejores vocalistas locales.
Charly García trabajó con enérgica suficiencia en sus teclados,
y cantó bastante afinadamente. "Cinema varieté", a dúo en
teclados y voces con Pedro Aznar, fue un momento de gran nivel.
La otra parte de la fiesta, el público, cumplió sobradamente su
cometido. García habló poco y sustancioso, lo suficiente para
establecer que la banda está creciendo al igual que el resto del
movimiento.
Revista Pelo
septiembre de 1981