Tras el éxito de sus presentaciones de fines del '84 en el
teatro Astros, Virus inició una intensa actividad en shows por
toda la provincia de Buenos Aires. Ahora, la banda vuelve a los
escenarios céntricos para presentar a su nuevo guitarrista y
demostrar que la aceptación que su disco tuvo durante el verano
no fue una mera casualidad.
Federico Moura, líder de Virus, cree en el, arte popular y en
que el rock "es una pista de despegue para ello''. Pero le
asombra "que la gente siga tocando o vaya a ver a un grupo, si
por ahí no puede comprarse la' ropa". Los que todo lo pueden o
decidan prescindir de la ropa irán a ver y escuchar a Virus en
el teatro Astros el 12 y 13 de abril. Allí se presentará el
nuevo guitarrista. Daniel Sbarra, recién llegado de Francia,
donde vivió durante once años y tocó con el grupo Anacrusa. con
Miguel Abuelo y Uña Ramos. "El grupo es más íntimo ahora que
antes" dice Federico al comentar la adquisición. Es un momento
ideal para Virus. La gente canta "Me puedo programar" y "Amor
descartable", del LP "Relax", editado en diciembre. El público
afluye más a sus recitales.
F.M.: Tocamos en lugares más grandes para mayor cantidad de
gente. El disco es bueno; el trabajo de conjunto es el mejor de
los cuatro LP.
UN PROCESO IRREVERSIBLE
El concierto anterior fue también en el Astros. El que tienen
programado para abril, ¿qué novedades va a ofrecer, comparado
con el otro?
F.M.: Va a ser semejante al otro, hay algo como de continuación,
pero al mismo tiempo vamos a dar algún elemento nuevo. Por
ejemplo, vamos a invitar a Gonzalo Palacios, saxofonista de Los
Twist, para tocar unos temas. Ya comenzamos a trabajar con el
sonido del Astros. Me gustan las cosas en serio.
Como iniciadores de un movimiento musical que ha desembocado en
lo que algunos llaman ahora "divertido", ¿cómo ven ustedes a los
nuevos grupos que hacen música de ese tipo con fines comerciales
y sin mucha seriedad?
F.M.: Lo lamento por ellos, porque debe ser una situación
bastante difícil el estar haciendo algo exclusivamente por
conveniencia. Si tocás lo que tenés ganas, te cansás bien;
cuando haces lo que no te gusta, te cansás mal. En todas las
generaciones surgen músicos talentosos y honestos y gente que
no.
Cuando empezaste a crear ese tipo de música, ¿imaginas--te que
algún día iba a tener tanto auge?
F.M.: Honestamente, sí. Siempre pensé que era un proceso
irreversible. Sabía que iba a surgir una nueva corriente; es la
generación del '80, que cambió sus formas musicales.
A veces piense que este se debe a la situación del país, pero
vos hablás de algo mundial.
F.M.: Si el gobierno militar hubiera terminado cuatro años
antes, seguramente que toda esta explosión de nueva música
hubiera sucedido antes. Un paralelo podría ser España, que entró
en un proceso democrático hace unos años y tuvo una maduración
paralela en lo cultural, y específicamente en el rock. La
política permite eso. Inevitablemente, la Argentina es en todos
sus aspectos un país subdesarrollado, y las cosas llegan acá con
un desfasaje de tiempo o chocan con una actitud fóbica de la
gente contra las cosas que vienen de afuera. Sería más sano
aceptarlas, y no ponerse en contra, retrasarlas, y después,
cuando ya desbordan, asumirlas devotamente sin saber de qué se
trata.
¿Es así o se siguen resistiendo internamente?
F.M.: Sí, se siguen resistiendo, acá y en todo el mundo. Hace
cuatro años, tenías el pelo corto y te decían no sé qué cosas;
ahora todos tienen el pelo corto. Si queremos realmente ponernos
al día con el mundo, dejemos de tener ese sentimiento de
propiedad. Somos un país lleno de proyectos y cada vez hay más
gente que hace cosas.
Si cada vez hay más gente que hace cosas, ¿por qué parece haber
cada vez menos gente para asistir a esas cosas?
F.M.: Lo que pasa es que hay muchos espectáculos. Eso lo
relaciono absolutamente: con el problema económico. En última
instancia a mí me asombra que la gente siga tocando o vaya a ver
a un grupo si por ahí no puede comprar se ropa. Es todo muy
miserable. Se venden pocos discos, pero va a seguir existiendo
el público vacuno que compra lo que le venden. Yo aspiro a que
la gente pueda detectar lo más posible lo que consume.
Hace un tiempo me hablaste de que lo popular no necesariamente
debe ser malo.
F.M.: Vos podés ser popular porque la gente se identifica con lo
que decís, pero también podés ser popular porque decís lo que la
gente quiere escuchar. Yo creo en los "Best-sellers". Cuando
toco ese tema nombro a un pintor, Molina Campos, el de los
almanaques. Un arte tan refinado puede tener cosas veladas para
el gran público y otras que son legibles para todos. Todo el
mundo tiene sensibilidad. Los cuadros de Molina Campos son
geniales y populares; vas al último almacén de Santiago, y está
presente.
¿Por ahí sin saber que se trata de él?
F.M.: Sí, por ahí sin saberlo. Tampoco sé si va ir gente al
Astros o si va a gustar del LP. Quien crea saberlo, pobre de él.
Yo creo en el arte popular, y el rock es una pista de despegue
para ello. Te puedo hablar de los Rolling Stones, que son un
ejemplo de lo que son el artista y el público en comunicación, y
no en sentido vertical sino en el verdadero.
Míralo a Gardel.
F.M.: Claro, exactamente; el tango tiene puntos literarios y
musicales maravillosos. Lo que pasa es que en nombre del arte
popular se han hecho muchas porquerías.
Hablame de tus letras. ¿Cómo escribís, cómo componés?
F.M.: Básicamente, sé que no soy un escritor de letras. Me
cuesta escribir. Trato de no ser estúpido. Me gusta crear nuevas
formas de hablar; por ejemplo, "el cerebro hay que masajear". No
creo que sea un lenguaje popular; no creo que sea tampoco del
lunfardo. Me gusta la significación psicológica que tienen las
cosas. Llega un momento en que dejo que fluya la cosa. Es
concentración. Se me aparece una imagen y después me concentro.
Trato de ser coherente, entendible.
¿Te atacó nuevamente la claustrofobia por el país de la que
hablaste en una entrevista anterior?
F.M.: Sí, estuve en Brasil en noviembre, en enero, y fue un
respiro. Y en ese respiro decidí que tenía ganas de pasar más
tiempo en Rio. Me voy en mayo otra vez. Mi idea es trabajar un
poco; me llevo instrumentos.
¿Vas a trabajar en el material del próximo LP?
F.M.: Sí, voy a trabajar en eso. Tengo ganas de trabajar
tranquilo, con otro contexto.
En la medida en que pueda cumplir mis fantasías, tengo que
hacerlo. Mirar a la Argentina desde afuera es muy bueno.
Si no, que lo diga Daniel Sbarra.
D.S.: En Francia yo toqué como músico de sesión o acompañando a
cantantes trabajé con charango y con guitarra española y
eléctrica. Con Federico, en el '75 habíamos hablado de hacer
cosas juntos, y en el '77 "nos encontrarnos de casualidad en
París. Durante dos meses habíamos tratado de comunicarnos, pero
en vano.
F.M.: Dos horas antes de irme de París me encontré con Daniel en
el subte, de casualidad.
D.S.: Con mi familia decidimos volver, pero podía haberme
quedado toda la vida en Francia. Vengo redimido a la Argentina.
F.M.: Desde afuera podés ver las cosas de otra forma. A mí
Buenos Aires me gusta. Me gusta el Centro. Me gustaría vivir en
Avenida de Mayo, como en la Avenida de Mayo. Los españoles te
atienden bien. Generalmente, en otros lugares de Buenos Aires te
sirven porquerías, te tratan mal, te intoxican. Yo me muevo por
esos estímulos en la vida. Lo que un rockero llamaría "por las
ondas". Me gustaría cantar para los brasileros en portugués; me
gustaría cantar para los chinos, en chino; para los rusos, en
ruso. Me encantaría.
Febe Defelipe