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Revista Siete Días Ilustrados

Revista Siete Días Ilustrados
07.03.1975

carta
Cuando hace siete años largos concebimos la idea de elegir en Mar del Plata a una niña que sintetizara las mejores virtudes de la mujer argentina —y aun latinoamericana—, sin limitarnos a su belleza física, no imaginábamos que el certamen y la ceremonia final se convertirían en un hito tan trascendente, cuyo atractivo irradia a funcionarios, hombres de empresa y periodistas, y no sólo a las propias interesadas y a quienes afrontamos la responsabilidad de que ésta no sea una ruda competencia sino un juego leal, una manifestación de buen gusto, una cordial excusa para reencontrarnos (siquiera sea una vez por año) todos los amigos íntimos de Siete Días. El éxito del concurso se debe a que ninguna de esas reglas se ha desechado jamás: ni la más ligera sospecha de que otros intereses subordinan tales propósitos ensombreció nunca esta alegre cruzada que la revista emprendió en 1969. Y, por supuesto, la fiesta del sabado 19 (ver página siguiente) no hizo más que ratificar la vigencia de esos criterios. Si toda fiesta es una expresión de frivolidad, sus motivaciones no siempre lo son, y en este caso el mérito de que de nuevo se hayan cumplido tales requisitos debe ser compartido por las autoridades de Mar del Plata, sus fuerzas vivas, las firmas que contribuyeron a enriquecer la lista de recompensas, por Enterprisse (sede de la finalísima), Antonio Carrizo (nuestro tradicional maestro de ceremonias) y desde luego por la multitud de hermosas muchachas que a lo largo del verano aceptaron convertirse en la imagen de nuestro optimismo. Gracias a todos.
EL DIRECTOR

 

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