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Revista Siete Días Ilustrados
29.08.1975
carta
La actual circunstancia argentina reclama a los habitantes de este
país los más severos sacrificios: por lo menos desde hace tres
meses la cúpula gubernamental exige un estricto sometimiento a la
austeridad, una consigna que la inflación —algo así como el 180
por ciento en los últimos doce meses— se ha encargado de hacer
cumplir. Con sus bolsillos estrangulados, millones de argentinos
ingresaron en un cono de penurias que borró, drásticamente, la
esperanza de una recuperación más o menos inmediata. Desde el
gobierno no se escucharon esas promesas —un implícito rasgo de
sinceridad—, y otras campanas echaron a vuelo la sospecha de que,
en realidad, estábamos viviendo la víspera de un momento todavía
más grave. De todos modos, puede suponerse que la invocación al
sacrificio es subsidiaria de otro requerimiento acaso más
perentorio: las últimas dos semanas prueban hasta qué punto es
imprescindible que la sensatez sea el principal atributo del
cuerpo social y de cada uno de sus integrantes. El rebrote
terrorista, un calvario que sufrimos todos, que nos perjudica y
nos aliena a todos, constituye un mar de fondo empeñado en ahogar
las voces de la serenidad y la mesura. Por descontado, ningún
argentino en su sano juicio se atreve a correr ese riesgo.
Entonces, quizás sea hoy más necesario que nunca discernir que
ningún sacrificio es válido si no se realiza en una órbita de paz,
solidaridad y cordura .
EL DIRECTOR
La señora Yazalde posó para el fotógrafo Osvaldo Dubini.
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