Año XII - N° 387 • Del
3 al 9 de diciembre de 1974
Al lector
El periodismo comenzó
con Homero o con Heródoto, y prosiguió con
aquellos frailes y cortesanos que redactaban las
memorias de los reinados, las crónicas de las
guerras y las hambrunas de su tiempo. La
tecnología, desde entonces, transformó al mundo,
pero el método para contar y difundir
acontecimientos, personajes o hazañas que
interesan a todos los hombres sigue basándose
fundamentalmente en una premisa: el asombro. Sólo
puede ser periodista quien todavía tiene capacidad
de asombrarse, y 1974 es un año que ha puesto esa
capacidad a dura prueba. En el orden nacional, la
muerte de Juan Domingo Perón y la asunción de la
presidencia de la República por su esposa, María
Estela Martínez, y la repatriación de los restos
de Evita; en el internacional, el derrumbe de
Nixon, el vuelco de la economía mundial al asumir
los países árabes (empeñados en su larga lucha con
Israel) el control petrolero, y la amenaza de
muerte por inanición para millones de seres
humanos, son algunas de las noticias que más
conmovieron, trastornaron e hicieron meditar a los
argentinos en estos 365 días. Y, por doquier, la
violencia desatada en múltiples formas sobre el
planeta, como un jinete más de los cuatro
entrevistos por San Juan en la isla de Patmos.
La gente suele
complacerse, al final de cada año, en hacer un
balance de lo bueno y lo malo que le ocurrió en
él. PANORAMA quiere hacer lo mismo y dirigir una
mirada, en absoluto melancólica ni agorera, a
1974; lo más objetiva posible, sin prejuicios ni
rencores, pero sobre todo con lucidez, coraje y
hasta humor (cuyo sentido, lamentablemente,
pareciera perderse cada día más). Y para que no
todo sea sombrío, para dar testimonio de la
tenacidad en superarse que ningún ser humano puede
descartar sin mengua en su dignidad, aquí están
también los logros de los científicos y los
artistas, desde el Congreso de Cardiología hasta
las Obras Completas de Borges, desde el proyecto
Soyuz-Apolo hasta los esplendores de "Yerma" en la
puesta en escena admirable de Víctor García, el
más alto espectáculo que conoció el país en 1974;
desde el quizá inesperado auge del cine argentino,
hasta las proezas deportivas de Guillermo Vilas.
Y puesto que tan fuerte
es en el hombre la necesidad de juego como la de
reflexión, ¿cómo no ocuparse de lo que forma la
trama menuda de la vida diaria? ¿Quién hubiera
imaginado un año atrás que la moda decretaría la
vuelta de la formalidad y del lujo, o que las
inquietudes políticas "chic" se transformarían en
la renovada búsqueda de la felicidad individual?
No es fácil reflejar semejante caleidoscopio: son
inevitables las limitaciones, las omisiones y las
injusticias. Aun así, si el lector se decide a
conservar este número, nos sentiremos más que
justificados. EL DIRECTOR
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