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EN ESTE NUMERO
*Desde Buenos Aires, los primeros calores ofrecen una perspectiva inquietante: en cuanto pueden, millares de ciudadanos se vuelcan sobre azoteas y balnearios, repueblan los oasis de extramuros, se largan hacia las playas del Atlántico para despuntar su pasión por el sol y el agua salada. Por supuesto, hasta ahora son excursiones fugaces —como suelen ser los primeros escarceos del verano—, pero tan frecuentes que ya nadie duda (y menos los entendidos en turismo y los profesionales de su explotación) que la inminente temporada convocará a multitudes todavía más nutridas, cuantitativamente. Se sabe que casi no quedan casas para alquilar en Villa Gesell y Mar del Plata, y que en todos los centros clásicos de veraneo reina —por parte de hoteleros y autoridades— un optimismo franco, sin asomo de dudas. Milagros de la estabilización del peso o del incremento de una conciencia turística, lo cierto es que Buenos Aires no registró nunca una euforia turística parecida a la de este año: o sea —en resumidas cuentas— que más vale a quienes proyectan unas vacaciones a pleno sol que aceleren sus preparativos y exageren sus previsiones de alojamiento. A esta conclusión arribará el lector después de leer el informe que arranca en la página 54, con datos recogidos por redactores de SIETE DÍAS en Mar del Plata, Carlos Paz, Villa Gesell, Bariloche y Punta del Este. Coincidentemente, esta edición inaugura una nueva columna ("Hoja de Ruta", a cargo de Dionisia Fontán, página 60), también de interés para los turistas.
*Esta semana se cumplen veintiocho años del ataque japonés a la base naval norteamericana de Pearl Harbor, una catástrofe que torció abruptamente el rumbo de la Historia. Por pura casualidad, el aniversario empalma con la culminación de un film norteamericano, bajo asesoría japonesa, que revive aquel momento de la historia con absoluta fidelidad. De cómo se gestó la película y cómo se orquestó el "día de la infamia", según Roosevelt, trata la nota incorporada entre las páginas 44 y 47.
*En pleno chaco santafesino, a quince kilómetros del poblado más cercano, una paupérrima escuelita rural (foto) se erige en símbolo de las dificultades que afronta el sistema educacional argentino. Asediada por las privaciones, una maestra atiende allí a una treintena de alumnos y pugna por no doblegarse ante dificultades cada vez mayores. Enviada por SIETE DÍAS, Adriana convivió con ellos y auscultó su drama cotidiano: es lo que refleja, a partir de la página 48, una vergüenza que la Argentina debe superar.
Revista Siete Días Ilustrados
01/12/1969
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