Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Revista Siete Días Ilustrados

En este número
*Los hombres suelen olvidarse, con demasiada frecuencia, de su última, ancestral condición animal. Ni siquiera los desbordes de agresión —propios de un estado irracional— y el consabido sonsonete que los atribuye a las "bajas pasiones", ponen del todo en claro cuánto queda, en el hombre moderno, de su simiesca raíz natural. Un fenómeno fácil de detectar en periodismo, sin embargo, lleva a reflexionar sobre el tema: a ningún hombre de prensa se le escapa que en ciertas épocas del año "dejan de pasar cosas", si es que se engloba en ese vagaroso concepto a los hechos que en el ámbito nacional hacen al rumbo político, económico y social. Es como si los ciclos estacionales de la naturaleza se trasladaran a la sociedad humana: entre fines de noviembre y principios de diciembre la colmena social se aquieta, después de la intensa actividad invernal, y sus integrantes empiezan a poner sus pensamientos en la cercana playa, en las inminentes vacaciones, en un feliz retorno a la desnudez del Cromagnon. El cambio afecta tanto a los que usualmente son creadores de noticias como al público destinatario de esa información: en medio de esa colectiva molicie veraniega, el periodista es el único que no puede dejarse llevar por la pereza; antes bien, debe detectar primero que nadie la llegada del frente cálido y responder de inmediato. (Un ejemplo: los fines de semana cambian de rumbo en esta época, y la televisión o el cine ceden paso a las salidas al aire libre; conviene, entonces, contar con nuevos juegos y entretenimientos: SIETE DÍAS está preparando un minucioso informe que enseña a jugar al go, un portentoso juego japonés de estrategia militar cuyas sutilezas serán desmenuzadas en el próximo número).
La presente edición de SIETE DÍAS no se resigna, sin embargo, a un enfoque unilateralmente "veraniego". Cierto es que muchos de los ítem incluidos son del todo compatibles con un week-end sin sobresaltos: es fácil imaginar al lector en posición decúbito supino sobre césped o arena, enterándose de cómo la bella María Noel Berisso quiere ser modelo y actriz pero en la Argentina (página 63); hurgando en la personalidad del chismólogo Lucho Aviles (54); compartiendo con los fotógrafos de SIETE DÍAS el paseo en colores por la Segunda Exposición del Confort Humano (32 y siguientes); conociendo las actividades empresarias de Pelé (36); o atisbando el mundo de la high life porteña a través de sus choferes (70). Pero la presente entrega no se queda en esos temas: un reportaje exclusivo logrado por un periodista aficionado permite conocer el pensamiento del teniente coronel Fernando Baldrich, uno de los jefes máximos del frustrado levantamiento de Azul y Olavarría, recientemente declarado en rebeldía por un tribunal militar (página 10 y siguientes); otros tres reportajes igualmente exclusivos trazan sendas semblanzas del viejo político e ideólogo sionista Ben Gurion (página 84), o del flamante presidente de la Asociación Argentina de Actores, Juan Carlos Gene (82), y del presidente de Chile, Salvador Allende, en el que lógicamente evalúa la visita efectuada a su país por Fidel Castro (18).
Y mientras la .más candente actualidad cede, a regañadientes, una parte de su lugar en la revista a los requerimientos de un cercano verano, quizás creado para el ocio, un delirante francés —que se titula a sí mismo aspirante al trono de la Patagonia— reivindica un titulo creado hace algo más da cien años por otro francés no menos delirante: rodeado por una corte de opereta y signado por ese clima entre grotesco y patético que suele posarse sobre los propósitos sin destino, Philippe Boiry se prestó a un reportaje; su autor —Tomás Eloy Martínez— también investigó en Francia y Argentina la escasa documentación que existe sobre el improbable imperio (página 40 y siguientes).
Revista Siete Días Ilustrados
29.11.1971

 

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