Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Revista Periscopio

Revista Periscopio
Nº 15
diciembre 30, 1969

Tapa el hombre en la luna

Carta de lectores
LIBERTAD
Con gran estupor me he encontrado, en el Nº 13, un artículo sobre la "vida y obra" de Libertad Leblanc. Fui, desde sus comienzas, un lector empedernido de Primera Plana, otra publicación de esa Editorial. Siempre tuve la impresión de hallarme ante uno de los mejores semanarios de noticias de nuestro país y recibí con beneplácito cada uno de los artículos que desfilaron a lo largo de tanto tiempo. Su calidad y sus enfoques realistas me hicieron permanecer como lector pasivo y nunca encontré un motivo quejumbroso para escribir a Correo. Por lo contrario, siempre estuve tentado a hacerlo para enviarles una palabra de aliento en la continuidad de esa línea periodística.
Hoy tengo también muchas palabras de aliento pero, y por eso, me molestó el artículo antes mencionado por su pésimo gusto y porque las declaraciones allí vertidas resultan hilvanadas por una mente pobre y enfermiza. ¿No hay, acaso, personajes con más inteligencia, con mayor valor, con más jerarquía que esta seudoactriz, aclamada sólo por un público afiebrado y delirante? Creo que la respuesta es muy clara.
Culpo a su publicación por restarle espacio,a informaciones menos comercializadas pero mucho más útiles y dentro de su manera de hacer periodismo. No culpo a LL; cada cual vive como quiere, en tanto no ataque a los demás.
Domingo O. Coppo Capital Federal

• Grande fue mi extrañeza, como lector asiduo a esa publicación que es periscopio, donde los temas son tratados con un enfoque tan interesante como profundo, al leer las seis páginas que ese semanario dedicara a contar la vida privada de la actriz Libertad Leblanc. Ella se vale de declaraciones que dejan mucho que desear, referentes a la moral y la enseñanza (v.gr.: "Adoro a los homosexuales"), para publicitarse, y no quiero pensar que el articulo haya tenido un fin comercial puesto que sería el primero en la vida de esta revista.
En lo demás le quedo muy agradecido por las informaciones que me hace llegar desde sus páginas con tanta sobriedad, tal que le ha merecido considerarse sin lugar a dudas una de las publicaciones más importantes en la actualidad en América latina.
Marcos Bernardo Levin Capital Federal

—Entendemos las razones de los lectores Coppo y Levin, aunque no podemos compartirlas. PERISCOPIO es un semanario de noticias y no hay noticia que no lleve dentro un ser humano. Consideramos que Libertad Leblanc —un fenómeno de la tan mentada civilización de consumo— valía una nota. Eso sí: no hemos restado espacio a "informaciones menos comercializadas".

SIC SEMPER BORGES
Luego de leer las respuestas del "Oráculo" en el Nº 11 de PERISCOPIO, me siento poco menos que anonadado ante los conceptos que sobre guerras, política y filosofía puede haber vertido un hombre de letras de la talla de Jorge Luis Borges. Parece mentira que vuele tan alto en base a su pluma como escritor y acuse tamaña chatura en los terrenos antes citados. No otra cosa significa lanzar anatemas y menosprecios hacia las "masas" y pretender retrotraer el mundo a dos siglos atrás en lo que hace al valor del hombre como ser humano, hoy considerado —cualquiera sea su ubicación social— único baluarte de todo lo conquistado y a conquistar. Pareciera que a Borges le son de sumo agrado los despotismos, absolutismos y nepotismos que agobiaron al mundo y de los cuales todavía tenemos rezagos difíciles de extirpar, por considerarlos algunos déspotas herramienta útil para someter al hombre. Claro está que, de acuerdo a su confesa inclinación de recalcitrante liberal (que no es lo mismo que liberal evolucionado), se hace clasista de élite y se siente, parece, depositario de la herencia de los reinados. Así enfocado el asunto, no nos asombra su forma de pensar política, pero sí nos asombra por tratarse de quién es: Borges no se ubica, a pesar de creer en el progreso, en la evolución que inexorablemente guía a la política a lo largo de su historia.
Son pueriles las expresiones de que quien no sabe resolver problemas aritméticos no puede tener autoridad para emitir un voto electoral. Torpe menosprecio hacia quienes no han tenido la oportunidad de recibir instrucción escolar que los lleve no a la aristocracia de la sangre sino a la del mérito, la más ponderable de todas. Conviene que Borges sepa que nuestro gaucho, aunque no leído, sabía medir la real dimensión de los hombres. que se le ponían delante, y así como el gaucho, nuestro hombre masa de hoy, pese a que le duela a Borges y a quienes son sus compañeros ideológicos, sabe introducir en las urnas el voto correcto y bien dirigido, siempre y cuando, desde luego, no le enturbien la mente con dobleces, mentiras e hipocresías, cualidades éstas de "una buena etapa alcanzada por el progreso", según Borges. No es responsable la masa cuando los depositarios de su voluntad arrían la bandera que enarbolaron para aspirar a ser elegidos, claudicación que puede deberse ya a exigencias internas o externas o porque de antemano ya eran verdaderos lobos con piel de oveja (en otras palabras, apóstatas de la bandera que enarbolan).
Parece mentira que un hombre como Borges pueda hacer tanto daño y causar tanta desilusión con estas manifestaciones a los millones de lectores que puede tener, mostrándose partidario del oscurantismo y la ignorancia como una garantía para los Gobiernos de élite, y que reniegue de los poderosos medios con que cuenta el hombre moderno para estar informado. Es ridículo pensar que en este siglo se pueda vivir en comunidad sin comunicarse y tolerarse, ya sea entre patronos-obreros, cultos-incultos, pobres-ricos, creyentes-ateos. Estamos viviendo la era de la comunicación y tolerancia a cualquier nivel y quien así no lo entienda estará colaborando y empujando a la comunidad hacia su gran tragedia universal. Borges mismo nos hace pensar así cuando sostiene que las guerras son beneficiosas e imprescindibles para el progreso y que en la era atómica, como en cualquier época, el hombre ha de echar mano a la última arma conquistada para aniquilar al eventual enemigo, que no es otro que el propio hermano, el hombre.
Santiago Pérez Sánchez Posadas, Misiones

• He seguido con atención las notas y cartas de los números 10, 11 y 12 de periscopio, referidas al escritor Jorge Luis Borges. Habiendo leído su obra en casi su totalidad, me ha sorprendido gratamente la carta del lector Edmundo J. Kulino [Nº 12], ya que en largos años de polémica sobre Borges sólo encontré, en críticos y detractores, "tibieza" y miedo a "quemarse", o de lo contrario, insultos o cuestión política. Creo que la citada carta logra un justo medio realizando por primera vez una crítica cabal y con altura sobre la obra y personalidad de Borges.
Juan José Manilo Capital Federal

• No he podido resistir la tentación de contestar la carta del lector Edmundo J. Kulino, y las apreciaciones que en ella hace de Borges [Nº 12],
Como uno de los más grandes literatos del siglo XX, es posible que Borges, como dice Kulino, esté "seguro de haber nacido en el interior de una computadora imaginada por Julio Verne". A mí me hubiera gustado algo así, pues de ese modo sería quizás un hombre poseedor de "una frialdad intelectual rayana en la exquisitez de los dioses (no de Dios), comparable a la mejor máquina-robot capaz de realizar la más perfecta composición formal".
En cuanto a eso de que "su ficción (la de Borges, claro) es una mera interlocución, muy bien escrita pero a la que le falta alma", no veo por qué le molesta a Kulino, habiendo tanta obra sentimental y coqueta que habrá de hacerle derramar maravillosas lágrimas, legítimamente nacidas de la emoción. Con ellas, además, tendrá el aceleramiento cardíaco que desafortunadamente no le produce Borges.
Al igual que a mucha gente, al lector Kulino le molesta no sentir la emoción del Borges escritor y por ello niega que tenga alguna. Si bien es cierto que el autor de Ficciones no tiene efusión, es absurdo decir que carece de emoción. Para abreviar y para ilustrar, quiero contarle a Kulino una anécdota. Un vecino mío tiene un perrito, que cuando murió la empleada de la casa lloró y aulló lastimeramente durante una semana. Sin embargo, el perrito, pobrecillo, como no sabia escribir, no dejó tan siquiera una frase en la que constara su amor por la difunta mujer que tanto quería. Pasada esa semana, el perrito parece que se olvidó de ella y volvió a comer con fruición y a mover nuevamente su colita. Sospecho que al lector Kulino le debe impresionar más la capacidad de emoción del perrito de mi vecino que la capacidad de emoción y comunicación de la obra de Borges.
A mí el perrito me conmovió; no obstante, muchas páginas de Jorge Luis me han conmovido y algunas me han hecho llorar. No hay duda que el defecto no está en el escritor sino en la falta de capacidad de entrar en la obra y recibir la emoción que ella trasunta. Finalmente, quiero agregar que la tan meneada cuestión del compromiso, debe ante todo ser un compromiso con uno mismo. Borges es fiel a sí mismo y ése es su compromiso.
Andrés L. Cáceres Mendoza

 

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