Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Revista Primera Plana

CARTA AL LECTOR
Resulta difícil establecer el momento preciso en que la política argentina, con todas sus imperfecciones y complejidades, invadió la esfera de las Fuerzas Armadas.
Pero ya hace bastantes años que en época de crisis, muchas miradas se dirigen bacía las Fuerzas Armadas buscando al hombre ideal para resolver el problema del mejor candidato.
En estos momentos, en nuestro país, varias encuestas indican que el hombre más mirado de las Fuerzas Armadas —mirado por sectores políticos y sindicales— es el comandante en jefe del Ejército, general, Onganía.
Es quizá lógico que así ocurra: es el militar triunfador; encarnó en los episodios de setiembre "lo popular". Al menos, ésta es la imagen que de él tiene la opinión pública, Pero considerando las características temperamentales e ideológicas del general Onganía, sería importante determinar qué piensa él de estos problemas, cuál es su ubicación dentro del Ejército, y cuál es el Ejército que el general Onganía desearía organizar. Sobre todos estos temas nos ocupamos extensamente en las páginas 20, 21 y 22.

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Cuando estalla un drama colectivo del cual no es posible culpar a fuerzas impersonales; cuando los diarios no pueden utilizar evasivas palabras tales como "fatalidad", entonces el público sufre en pleno rostro el golpe del pánico. Cuando las tragedias son desencadenadas por los hombres, por las acciones y las pasiones, los miedos y los odios de los hombres, entonces el pánico alcanza su máxima magnitud: nada aterroriza tanto a los hombres como los hombres.
En la pasada semana, los hechos de Villa Devoto sirvieron para demostrar dos cosas igualmente inquietantes; que en ciertos sectores de la sociedad argentina la tensión está llegando a ser tan extrema como para que, de pronto, puedan saltar todos los resortes de aparente civilización; y que, simultáneamente, los encargados de conducir y vigilar (en este caso los oficiales que no pudieron detener a sus hombres, la Justicia que no pudo hacerse respetar, los ministros que no pudieron calmar ni convencer, el aparato todo de la represión social que se resquebrajó a golpes de sangre) corren el riesgo de perder las riendas, precisamente ante las emergencias. Como si los soldados obedecieran siempre. . . menos cuando estalla la guerra. (Páginas 8 y 9.)

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Habrá un nexo telefónico entre, la Casa Blanca y el Kremlin: esta sorprendente noticia la hallará usted en la página 12. Se trata de una línea "telex" de urgencia (con posible inclusión de un tercer aparato para el señor U Thant), para que las dos superpotencias puedan comunicarse entre sí, en caso de peligro extremo. Esa línea directa —propuesta en Ginebra por la delegación norteamericana a la conferencia del desarme, y comentada después por Kennedy en reunión de prensa— simbolizaría, evidentemente, la existencia de cierto tipo de relaciones entre Washington y Moscú, que otras potencias observan con preocupación.

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Un científico norteamericano niega que la obesidad tenga algo que ver con las calorías. A su juicio, toda dieta promete un resultado efímero: el paciente adelgaza sencillamente porque come menos, y ello disminuye sus reservas, hasta que el organismo reacciona y vuelve a su volumen normal. En cambio, ofrece cinco sencillas reglas que permiten evitar la obesidad: usted las hallará en las páginas 31 a 34.
Hasta el próximo martes.
EL DIRECTOR

DIRECTOR
JACOBO TIMERMAN
25 de diciembre de 1962

 

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