Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Revista Primera Plana

CARTA AL LECTOR
•Un año después de haber sido depuesto como presidente de la República, Arturo Frondizi puede jactarse de que difícilmente habría solución nacional sin tomar en cuenta sus puntos de vista. El caudal electoral de sus partidarios no constituye la mayoría del país, pero representa una minoría con evidente poder decisorio en estos momentos. Muchos observadores se han venido planteando diversas preguntas con respecto a Arturo Frondizi: ¿Qué piensa de una candidatura de Oscar Alende? ¿Qué opina de Rogelio Frigerio? ¿Es optimista? Un periodista de PRIMERA PLANA mantuvo recientemente, en Bariloche, dos prolongadas entrevistas con el ex presidente de la República, en las cuales Frondizi ratificó su posición en favor del Frente Nacional (ver páginas 6 y 7).

Con respecto al Frente Nacional, un político mantuvo siempre una posición especialmente ambigua: se pronunció en favor de él, pero estableciendo condiciones tales que lo tornaban impracticable. Muchos hablaron entonces de ambición personal; sus partidarios consideraron que esa posición respondía a una vocación principista, y cautos observadores entendían que Horacio Sueldo —ya que de él se trata— simplemente quería colocarse en situación óptima para futuras negociaciones (ver página 8).

No todos los días un "niño bien" se transforma en ídolo de multitudes: los ejemplos escasean. Desde hace unos años, Rodolfo de Alzaga ha experimentada esa conversión apretando el acelerador de un automóvil. Pero no está conforme. Los aplausos, los saludos y las palmadas pueden llegar a hartarlo, es un ingenuo para los negocios, no le gusta leer ni cree en la herencia intelectual, le aburren las tradiciones. En un panorama de vértigos y etiqueta, este hombre que ha pasado la treintena, que reta a la muerte en cada carrera, tiene miedo de la muerte. En realidad, tampoco está seguro de su vida, de lo que va a hacer con su vida; mientras lo averigua, habla sin tapujos, pierde la cuenta del whisky que bebe, y adora a sus perrros. En páginas 25 y 26 se transcriben sus confesiones.

El 28 de setiembre de 1961, Siria se desvinculó —por un golpe militar— de la República Árabe Unida. Desde entonces, un grupo de coroneles sirios intentó por tres veces derribar al gobierno separatista y conservador de Khaled El Azzem. Finalmente, acaba de lograrlo. En realidad, después de los triunfos del panarabismo en el Yemen y, sobre todo, en el Irak, era ilusorio pensar que Siria pudiera conservar su independencia. Es un país relativamente próspero, pero nunca pudo edificar un estado sólido y coherente. El único nexo de unión entre sus contradictorios elementos —Damasco y Aleppo, distintas sectas y grupos étnicos— era el sentimiento árabe. De ahí la fuerza que adquirió nuevamente en Siria el pan-arabismo, con sus recientes conquistas en Irak y Yemen. Pero los vencedores del 8 de marzo no son necesariamente partidarios de una nueva fusión con Egipto (ver página 20). 

Durante mucho tiempo se comentará la visita de Rada Kruschev y su marido a Su Santidad Juan XXIII, que parece ser el prólogo de un proceso tan inverosímil como razonable: el establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y los países comunistas (ver página 12). Los cambios se producen, en nuestra época, con velocidad desconcertante. A nadie asombra, por ejemplo, que al cumplirse el décimo aniversario de la muerte de Stalin —día 5 de marzo— los moscovitas pasaran indiferentes ante su tumba, la única sin busto en una galería de veteranos de la Revolución del 17 (ver página 33).
Hasta el próximo martes.
EL DIRECTOR

DIRECTOR
JACOBO TIMERMAN
Revista Primera Plana
12 de marzo de 1963

 

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