CARTA AL LECTOR
Once días atrás, el subdirector de PRIMERA PLANA, Ramiro de
Casasbellas, atravesó el portón número 3 del aeropuerto de
México, y caminó en medio de un viento infatigable hacia el
avión que iba a llevarlo a Nueva York, donde la fiebre de
las elecciones presidenciales estaba subiendo de punto. A
treinta metros, otra máquina vaciaba una hilera de pasajeros
fatigados que venían de saltar el Pacífico, desde Tokio, en
un azaroso vuelo de quince horas. En esa fila, Casasbellas
divisó a Ernesto Schóó, quien regresaba a Buenos Aires con
una vasta información adicional sobre los Juegos Olímpicos
(páginas 61 y 62).
Ninguno tuvo tiempo de detenerse, de cambiar un apretón de
manos: se saludaron a distancia, y siguieron sus (caminos.
Aquel encuentro de México se debió al azar, pero a un azar
previsibles no es inesperado que dos hombres de PRIMERA
PLANA se descubran de pronto en cualquier lugar del mundo y
cambien una palabra fugaz, urgidos por cumplir su misión.
Esta búsqueda de las grandes noticias en sus propias fuentes
es una costumbre que el propio Casasbellas confirmó un año
atrás, cuando se supo que John F. Kennedy había sido
asesinado en Dallas y que la única manera de saber
exactamente qué había pasado era volar a la ciudad de la
tragedia. Desde entonces, PRIMERA PLANA no cesó de informar
a sus lectores sobre cada agitación del mundo, pero con su
propia mirada argentina.
Casasbellas, testigo de los primeros actos del presidente
Lyndon B. Johnson, partió hacia USA, dispuesto a observar
ahora cómo se preparaba ese mismo hombre para contener el
virulento aluvión de su adversario, Barry Goldwater, cómo
sus ideas eran la única elección posible del pueblo
norteamericano. En seis días enfebrecidos, fué de Nueva York
a Washington dos veces, conversó con los políticos y la
gente de la calle, interrogó a los 8 expertos periodísticos
más conspicuos y al humorista Art Buchwald, hasta reunir, 72
horas antes de los comicios, todos los hilos de una historia
apasionante y nerviosa. El sábado por la tarde envió a
Buenos Aires su material: es el que se incluye en las
páginas 14 a 16.
* * *
OTRA VEZ AMERICA: Pero eso no es todo. Al desembarcar Schóó
en el aeropuerto de Ezeiza, otro redactor de PRIMERA PLANA,
a la misma hora, zarpaba rumbo a Colombia para analizar el
curso de dos conferencias económicas: la de la ALALC y la de
la Asociación de Industriales Latinoamericanos. Era el
principio de una semana convulsa, apremiante. Entre el
miércoles y el jueves, cuando los choques sangrientos de
Oruro, Solivia, amenazaron con desembocar en una guerra
civil, las líneas telefónicas del presidente Víctor Paz
Estenssoro, en La Paz, registraron una llamada de PRIMERA
PLANA. Durante un cuarto de hora, un redactor dialogó con
él, inquirió qué pasaba y le informó que otro experto en
política internacional estaba a punto de emprender vuelo
hacia el país del altiplano. En la página 18 se registran
los pormenores de esa conversación.
* * *
EXPORTACIÓN: El economista Paul Samuelson dijo una vez que
"si las teorías pudieran, como las muchachas, ganar
concursos de belleza, la del costo comparativo se llevaría
uno de los primeros premios". Esta teoría, vigente a pesar
de los años, señala la ventaja de que los países se
especialicen en una gama de producción (si es amplia,
mejor), exportándola, para contar así con adecuado poder
adquisitivo para sus importaciones. El Día de la
Exportación, que se celebrará esta semana, es adecuado para
describir el potencial económico argentino en su dimensión
comercial, para analizar la posibilidad de que no sólo las
importaciones sino también la deuda externa puedan pagarse
con productos del campo o de la indutria (ver páginas 48 a
53).
Hasta el martes próximo,
EL DIRECTOR
3 de noviembre de 1964
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