Chica de tapa: Adriana Aguirre
El 18 de enero pasado, en Río de Janeiro, Samuel Gelblung y
Eduardo Forte entrevistaron a María Aparecida de Días Gomide,
mujer del cónsul secuestrado por tos Tupamaros en Montevideo
el 31 de julio de 1970. Fue la primera entrevista que se
logró con ella. Una nota difícil, dura. Hubo que vencer
trabas, negativas, desencuentros. Pero finalmente volvieron
a Buenos Aires con el primer reportaje que se hace a la
esposa de un secuestrado. Después de las dificultades,
después del reportaje, nació una amistad. Aparentemente
forzada por las circunstancias. Al menos eso parecía en esa
oportunidad. Cuando se despidieron hicieron un pacto.
"Cuando aparezca mi esposo los aguardo aquí para brindar con
champán francés, pero no para la nota... Simplemente como
amigos". El lunes pasado, en Montevideo, Gelblung y Forte
volvieron a encontrarse con María Aparecida. Su esposo ya
estaba en libertad. Y por la madrugada del lunes partían
desde la embajada con destino a Carrasco, para el retorno a
Río. Y María no había olvidado la promesa. Cuando el auto
atravesaba la barrera de periodistas se tomó tiempo para
estrechar la mano de los hombres de GENTE y decir sonriendo:
—Los espero en Río... Pero el champán lo traen ustedes...
—Todo Sandro, desde que nació hasta hoy... ¿Entendés?
Víctor Sueiro sólo recibió esa indicación. Tenía que
descubrir al ser humano, hablar de su vida, de sus cosas, de
lo que le gusta, de lo que odia. En una palabra, Sandro como
jamás nadie todavía lo ha visto. Para eso fue a su
encuentro. Hablaron largamente, agotaron juntos una botella
de Chivas Regal, cantaron, frente al piano que maniobraba el
ídolo, viejas melodías que ambos fueron recordando,
caminaron por la calle, comieron a la madrugada. Volvieron a
encontrarse al día siguiente, siguieron hablando, hasta que
comenzó la odisea del Carnaval, una verdadera maratón que
Sandro debió cumplir en esos días, custodiado por la policía
del embate de admiradoras, trepando paredes, cosechando
delirantes aplausos. Todo eso también fue seguido por
nuestro cronista. Hasta que el lunes por la noche, ya frente
a la máquina de escribir, todo eso quedaba volcado en una
larga nota que integra este número de GENTE. En las páginas
que le dedicamos está Ja visión más íntima que jamás se haya
logrado de este verdadero fenómeno de nuestro tiempo.
—Geno, ¿quién es para vos el mejor humorista argentino?
Geno Díaz, hombre de GENTE, humorista también y periodista,
no titubeó:
—Calé. Fue mucho más que un humorista, es una parte de
nuestra historia, fue un filósofo, un observador de nuestras
costumbres como pocos, un genio. Pero Calé murió. Y por eso
nació esta nota evocativa al genio del humorismo argentino.
Calé nuestro que estás en los cielos..., es el titulo de
algo más que una nota periodística. Es una deuda que todos
teníamos con él. Por eso está hoy, desde el cielo, con
nosotros.
Revista Gente y la Actualidad
25.02.1971
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