Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Revista Siete Días Ilustrados

Revista Siete Días Ilustrados
23.05.1975
En la semana en que cumplimos ocho años y siete días de vida, casi era una obligación que expresáramos —de una manera especial— nuestra gratitud a los lectores (al fin de cuentas, una módica retribución del largo afecto que nos prodigan, expresado de mil maneras y sobre todo a través de la rotunda elocuencia que brindan las cifras de circulación de la revista). Este número se empezó a elaborar hace un mes y resume, creemos, ese estado de ánimo; quienes trabajamos en Siete Días sabemos que ningún esfuerzo es exagerado, que el prestigio que esta publicación alcanzó en la Argentina y en el resto del mundo hispánico —mediante su Edición Internacional— es una ineludible forma de compromiso, acaso una principalísima razón de ser. Y sabemos que nuestro empeño no sería válido si no estuviéramos en condiciones de testimoniar, sin indiferencias (y sin interferencias), el mundo que nos rodea. "Quien quiera saber, dentro de cien años, cómo éramos en las postrimerías del siglo XX —escribió un lector—, bien podría hojear la colección de Siete Días: allí encontrará el espíritu de nuestro tiempo, una síntesis completa de nuestras alegrías y nuestras tristezas". A ese curioso de la próxima centuria le dedicamos hoy la nota que empieza en la página 28, escrita por José María Jaunarena: una demostración accesoria del profundo optimismo con que encaramos nuestro oficio de periodistas.
EL DIRECTOR
Foto de la portada de Osvaldo Dubini.

 

 

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