PANORAMA
Director
Tomás Eloy Martínez.
Año VIII - Nº 188 - Buenos Aires, 19 al 7 de diciembre de 1970

Esta semana
Cada uno de los pasos que dio Juan Enrique Guglialmelli en el Consejo Nacional de Desarrollo parecía precedido por un megáfono: sus 150 días de gestión desataron toda la fiebre adormecida en los cronistas políticos, tras cuatro años de un gobierno sin Parlamento. Las especulaciones sobre la batalla librada por Guglialmelli contra el ministro Carlos Moyano Llerena fueron, para la prensa, un géiser inagotable: sólo podía silenciarlas su renuncia a la Secretaría del CONADE, semana y media después de haber rechazado la cartera del Interior.
En una extensa carta de despedida, Guglialmelli explicó claramente, el 3 de noviembre, la causa de sus disidencias: sin una orientación económica popular, que contemplase inmediatos aumentos de salarios y la ampliación del crédito a las empresas nacionales, no era posible —sostuvo— dirigir eficazmente el proceso político. La misma carta deslizaba esta acusación grave: "Era claro que el poder del Estado estaba interferido, cuando no en manos, de personas vinculadas a los monopolios internacionales". Una denuncia semejante, aunque dentro de otro contexto, había sido atribuida tres meses antes a Juan Carlos Onganía, en un reportaje que él no desmintió. Ninguna de esas flechas podía caer en el agua: provenían de sendos generales de la Nación, que habían ejercido responsabilidades altísimas.
Panorama juzgó que no era inoportuno ahondar en esas historias: fue un azar que lo hiciera la misma semana en que el presidente Levingston negaba, en el Colegio Militar, haber oído de Guglialmelli reparos a la conducción económica. Ocho días antes la revista había solicitado al ex secretario del CONADE una ampliación informativa de los términos de su renuncia: el encuentro quedó concertado para el 20 de noviembre, previo adelanto de un cuestionario que acabaría por ser violado sistemáticamente en el curso de la conversación.
Guglialmelli fue interrogado por cuatro periodistas de Panorama durante un par de horas: las preguntas y respuestas, recogidas por dos grabadores y por un elenco de cinco taquígrafos, ocuparon alrededor de 72 carillas. No todas interesarían al lector : los taquígrafos trascribieron diálogos tan triviales como "¿Prefiere café o té?". "Sólo café, gracias." Las cinco páginas definitivas (de la 24 a la 29) son la mejor destilación posible de ese largo texto: acumulan la mayor suma de informaciones que se haya reunido hasta ahora sobre la lucha del general Guglialmelli contra lo que él llama "la desnacionalización de la economía argentina".
A otras cinco notas fundamentales del número debían aludir estas líneas: las dedicadas a Ongaro y las provincias, a las intimidades del servicio militar, a la llegada del verano, al Encuentro de los Argentinos, a la investigación sobre el presupuesto nacional. Pero tal vez al lector alerta le baste con la relación de una sola historia, la sexta de la lista.
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