Revista Gente y la Actualidad
26.08.1971
Alfredo Serra, redactor de GENTE, tiene —mientras la revista
escribe su "Detrás de la escena"— una cara que se podría
llamar cara de periodismo: pelo revuelto, barba crecida,
ojos cansados. Y en verdad hay razones para que Alfredo
tenga esa cara. Se las contamos: el viernes por la mañana
recibió una indicación y se dispuso a cumplirla. No era
fácil. Se trataba de conseguir una entrevista con el
teniente general Julio Rodolfo Alsogaray, a quien un grupo
comando intentó secuestrar el miércoles 18 de agosto a las
9.25 de la mañana. Después de largas gestiones consiguió por
fin ver a Alsogaray en sus oficinas y hablar durante tres
horas con el hombre que había acaparado la atención del
país. No se trató de una reconstrucción fría de los hechos
sino de un testimonio íntimo, un documento de todo lo que
Julio Alsogaray sintió, pensó y vivió en los momentos en que
supuso que se quería acabar con su vida. Habló de su miedo,
de Ja forma en que ei miedo lo lanzó a la defensa y a la
frustración del secuestro, de la manera en que vio, de
pronto, las imágenes de un operativo similar que terminó de
una manera muy triste: el que tuvo como víctima a Pedro
Eugenio Aramburu.
Ahí no termina la cosa. Después de haber acompañado a
Alsogaray hasta su casa y después de haber hablado también
con Zulema Legorburu de Alsogaray —la esposa del general—,
regresó a la redacción. Eran las ocho de la noche del último
viernes. Allí lo esperaba el fotógrafo Eduardo Forte para
comunicarle que ambos, en el avión que pilotea Juan Crossa,
salían al día siguiente —a las seis de la mañana— hacia
Bolivia para ver, sobre el terreno, cómo se desarrollaba la
lucha qué terminó con el derrocamiento de Juan José Torres.
Después de haber tragado una cafetera íntegra, Serra
desgrabó el reportaje de Julio Alsogaray y, cuando salía el
sol, terminó de teclear su nota. Una hora más tarde salía
para Santa Cruz de la Sierra —epicentro de la revolución—,
tras haber hecho escalas en Salta y en Tartagal y cruza la
frontera boliviana por Yacuiba. De allí, por un camino muy
difícil, hicieron 700 kilómetros en jeep —-26 horas— hasta
alcanzar su objetivo. Llovió durante todo el camino. En
Santa Cruz de la Sierra fueron inmediatamente detenidos y
puestos a disposición de las autoridades revolucionarias.
Allí empezó una odisea que Forte fotografió y Serra cuenta
para ustedes en este número. La vida de ambos estuvo en
peligro, pero esta información vital estuvo en Buenos Aires
a tiempo para nuestro cierre. No hablamos de esfuerzo ni de
deber, sino simplemente de un hecho más de los tantos que
forman nuestra manera de entender la actualidad caliente.
Queremos, simplemente, que ustedes también lo sepan, también
lo vivan.
SE LLAMA LYN HELTON, tiene 19 años, una hija de un año y
medio y vive en Denver, Estados Unidos. Desde hace un año
sabe que tiene sarcoma óseo —cáncer— y no ignora que va a
morir. A partir de un hecho tan doloroso nace, sin embargo,
una historia de fe, de amor por la vida: Lyn está
escribiendo su autobiografía, en la que cuenta de qué modo
reacciona frente al dolor y a la muerte. "Quiero enseñarle a
la gente a no tener miedo", dice. Lyn, su drama, su mundo,
su mensaje de esperanza están también hoy en GENTE, tsta
historia, para nosotros, comenzó con la lectura de un
diario. Comentamos primero el caso, pensamos luego en Lyn,
en su hijita de 18 meses. De inmediato pensamos en Alberto
R. Oliva, que vive en Nueva York y se había puesto en
contacto con nosotros con intenciones de colaborar. Oliva
necesitó una explicación muy cortita, entendió todo y se
metió con todo en el problema.
Hasta la próxima.
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