Revista Siete Días Ilustrados
29 de junio de 1970
EN ESTE NUMERO
• A 1.500 kilómetros de la Capital Federal, recostado sobre
el valle del río Ledesma, un complejo industrial —el más
grande del mundo basado en la caña de azúcar— integrado por
capitales nacionales logró una hazaña inédita en Jujuy:
desterrar el complejo de la discutida pereza provinciana y
convertirse en un oasis económico, inusual en aquellas
latitudes. El empleo de los medios mecánicos más avanzados
le ha permitido convertir en algo más que una esperanza un
viejo anhelo argentino: la fabricación de papel. Las cifras
son elocuentes: en la década del 80 una inversión de 30
millones de dólares permitirá elaborar 100 mil toneladas
anuales de papel. Este y otros milagros fueron verificados
en Ledesma por un redactor y un fotógrafo de SIETE DIAS. El
informe, entre las páginas 22 y 28.
• El 8 de junio se abrió una nueva etapa en el país; después
de cuatro años de gobierno, la Revolución Argentina resolvió
cambiar sus cuadros directivos. Razones: articular sin
enunciación de plazos un proceso que conduzca a una salida
política, basada en la consolidación del régimen
tradicional, republicano, democrático y federal. Esta nueva
instancia generó lógicas expectativas en los medios
políticos. Fue por eso que SIETE DIAS juzgó oportuno
consultar a figuras representativas de las corrientes
políticas disueltas por el gobierno recientemente depuesto.
El resultado fue una informal mesa redonda donde la revista
—representada por Sergio Morero, Osvaldo Tcherkaski, Juan
Pedro Mozzicafreddo y José Tcherkaski— trató de indagar la
opinión de Pablo González Bergez, Héctor Sandler, Emilio
Hardoy, Horacio Sueldo, Basilio Serrano, Horacio Domingorena,
Carlos Florit, Arturo Mor Roig y Carlos Juárez sobre la
nueva instancia que se abría en el país. Los resultados de
este candente encuentro, en las páginas 70 a 76.
• Mucho más frivolo pero no menos importante fue el motivo
que guió los pasos de dos hombres de la revista hasta el
teatro El Nacional para indagar las razones de la
permanencia de un espectáculo que no sólo marca el retorno
innegable a las fuentes del más auténtico music-hall,
también la perennidad de una figura que en poco menos de un
año logró monopolizar la atención de los noctámbulos
porteños: Nélida Lobato. Los entretelones del suceso, en la
página 44 y siguientes.
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