Córdoba nos conmocionó. Apenas se comenzaron
a recibir las primeras informaciones todo un equipo de GENTE
se instaló en esa ciudad para registrar en detalle la hora
más dramática en la historia de la provincia. Diego Acosta,
nuestro corresponsal, fue el primero en atacar la
información, metiéndose en cada uno de los sucesos del
jueves. Enrique Walker, nuestro secretario de redacción, y
Gabriel Alvarado, fotógrafo, abordaron un avión privado que
horas después los depositaba en Pajas Blancas, el aeropuerto
cordobés. Por su parte, Samuel Gelblung y el fotógrafo Mario
Paganetti —que estaban realizando una nota en Mendoza—
recibieron inmediata indicación de llegar "como sea" a
Córdoba. Mientras esta movilización periodística se
producía, la casualidad puso a otro de nuestros fotógrafos
en el terreno de la tragedia: Luis Gemelli, que aterrizaba
en Córdoba para cubrir la pelea de Nicolino Locche; él
también cargó sus cámaras y salió a la calle. Así, de esta
manera, GENTE ponía 6 hombres en medio de los sucesos más
trágicos de los últimos años. Cada uno de ellos vivió su
aventura personal. La entrada a Córdoba en momentos de toque
de queda ponía en peligro sus vidas. Ellos mismos nos
contaron al regreso.
WALKER Y ALVARADO: "Llegamos a Pajas Blancas 10 minutos
después del toque de queda. El aeropuerto estaba ocupado.
Para nuestra seguridad nos recomendaron pasar la noche allí.
Minutos antes habían baleado un jeep y no era aconsejable
viajar con los soldados. La única solución era llegar a pie
al centro. Compramos linternas y chocolate y salimos. Pedro
Leonardi, chofer de un remise del aeropuerto y amigo de la
revista, se jugó: «Yo los acerco hasta donde pueda...». Nos
dejó en el Puente Avellaneda, que esa misma tarde había sido
incendiado. De pronto el terrible sonido de las balas atronó
muy cerca nuestro y nos tiramos al suelo. Así, cuerpo a
tierra, cruzamos el puente en minutos que parecieron siglos:
barricadas, destrucción, llamas, restos de incendios..., eso
era lo único que encontramos. Seguimos, nuevamente las balas
y una patrulla que ordena nuestra detención. Llega una orden
de repliegue y se olvidan de nosotros. . . Así, por fin,
pudimos llegar al centro. Cada cuadra un grito: Somos
periodistas. . . Soldados: Somos periodistas... Así
comenzamos a trabajar...".
GELBLUNG Y PAGANETTI: "Desde Mendoza a Córdoba 766
kilómetros. Paro general. La orden era llegar a Córdoba. Un
chofer arriesga vehículo y vida y acepta llevarnos. Nuestra
entrada a la ciudad ocupada se produjo a las nueve y media
de la noche. Cinco horas después de comenzar el toque de
queda. Avanzamos por Vélez Sarsfield casi 15 cuadras. Las
calles estaban vacías y sólo se oían ráfagas de disparos
lejanos. Llevábamos las luces interiores prendidas y en cada
esquina nuestro chofer se persignaba mientras decía: «Tata
Dios, ayudame...». Ninguna patrulla nos detiene. Se lo
comento a Paganetti y en ese momento el auto se llena de
silbidos. Nos están disparando. Segundos más tarde nos
rodean los soldados. Mostramos credenciales. «Esto está muy
bien, pero las credenciales no paran las balas...», nos dice
un oficial. Recomienda no seguir. Insistimos. Tenemos que
llegar al centro. En la esquina del Boulevard San Juan
encontramos barricadas y autos en llamas. Imposible seguir.
Los disparos siguen nuestro paso muy de cerca. Dejamos el
auto. Al chofer sólo le interesa la vida. Caminamos por el
medio de la calle, en el lugar de más claridad. Dos balas
pican junto a nosotros. Entramos en una calle oscura, Arturo
M. Bas. Una patrulla nos detiene. En ese momento la calle es
acribillada. Nos tiramos al suelo y rodamos hasta el cordón
de la acera. Las balas siguen silbando. Una casa nos abre la
puerta y cuerpo a tierra, arrastrándonos, llegamos al
pasillo. En la manzana había tres francotiradores. Los
soldados tiraban casa por casa. No podíamos levantar la
cabeza. Así, hasta las seis y media de la mañana, cuando la
madrugada cancelaba el toque de queda...".
Así llegaron nuestros hombres a la nota. Los resultados de
este esfuerzo están en las páginas precedentes, con material
exclusivo y sensacional. Seis hombres recorrieron la
convulsionada ciudad para elaborar este completo reportaje.
Centenares de veces alzaron sus brazos a la nuca, esquivaron
balas, presentaron salvoconductos, eran detenidos,
requisados, puestos en libertad; así pasaron las horas más
tensas de las batallas que sobrecogieron a todo el país.
Hasta la próxima.
Revista Gente y la Actualidad
03.06.1969
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