Revista Siete Días Ilustrados
03.04.1972
EN ESTE NUMERO
Las crestas de la intranquilidad pública no habían
alcanzado, en los últimos tiempos, una dimensión semejante:
es que el terrorismo asestó uno de los golpes más
espectaculares inscriptos en la historia de las violencias
argentinas. Sus secuelas abrieron un nuevo rumbo político,
al demostrar la vigencia de una guerrilla que desobedece los
lineamientos impartidos desde Puerta de Hierro, ahora
conciliadores y encaminados a lograr la institucionalización
del país. Las, crispaciones que acarreó el secuestro del
empresario Oberdan Sallustro—ya anticipadas en el número
anterior de SIETE DIAS—, las perentorias exigencias
expuestas por el Ejército Revolucionario del Pueblo, el
viernes 24, y sus consecuencias posteriores se analizan en
un amplio informe que empieza en la página 10, en cuya
confección participaron seis redactores y cuatro fotógrafos,
repartidos —a lo largo de seis días, sin interrupciones— en
cada uno de los focos de información. Es que el atentado
contra el doctor Sallustro monopolizó a la opinión pública;
por añadidura, debía exigir al periodismo un esfuerzo
especial. Ahora puede colegirse que el rigor con que ese
esfuerzo fue cumplido es prueba más que suficiente de la
idoneidad de la prensa argentina y del dinamismo con que
actúan sus hombres. Bastaría un repaso a los periódicos de
la semana pasada para descubrir el alto grado de
independencia y sensibilidad que trasuntan las notas sobre
tan espinoso tema, indicativo de que la libertad de
expresión es uno de los más ricos bienes de uso corriente.
Si alguna satisfacción arroja el caso Sallustro, es
precisamente ésa: a través de las páginas de diarios y
revistas, de micrófonos y cámaras de televisión, el país
recogió —con extrema nitidez— el documento de un drama que
compromete a todos. Es comprensible que nadie haya asistido
al proceso en calidad de mero espectador.
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