Revista Siete Días Ilustrados
11.09.1972
EN ESTE NUMERO
El match de ajedrez entre Robert Fischer y Boris Spassky
(que concluyó el jueves 31 de agosto, en Reykiavik,
Isiandia, con el triunfo del primero; ver página 78)
ratificó una creencia igualmente sustentada por maestros y
aficionados: no hay otro juego intelectual que produzca tal
obsesión, tanto fervor. Algunas muestras de ese entusiasmo
pudieron detectarse en Buenos Aires, lo que no es extraño ya
que la Argentina se alinea entre las diez mayores potencias
ajedrecísticas del mundo: en la Capital, no menos de diez
libre rias céntricas desalojaron de sus vidrieras los
títulos de rutina para atiborrarlas de textos técnicos,
desde la elemental Cartilla de Roberto Grau hasta los intrin
cados análisis de Alexander Alekhine. En el confortable
salón Capablanca y en la mirlada de cafés y reductos
especialmente dedicados a la movilización de trebejos, los
promedios de concurrencia se triplicaron en el curso de los
dos últimos meses, al punto de que una mesa libre acarreó
más de un iracundo gambito de insultos entre los interesados
a ocuparla. Ese entusiasmo descubre aristas francamente
pintorescas: en Londres y Nueva York los diseñadores de ropa
para mujeres pusieron de moda los estampados con motivos
propios del juego, inclusive una chomba-tablero con piezas
metálicas, movibles, teóricamente apto para la disputa de
una partida. Y en la redacción de Siete Días —no podía ser
menos— se organizó un torneo interno con la participación de
todo el staff (foto), a punto de culminar sobre el cierre de
esta edición: concluida la rueda eliminatoria, el t'tulo de
campeón queda al alcance de Oscar Giardinelli, Otelo
Borroni, Daniel Pliner y Oscar Muiño. Ninguno de ellos ha
contado con la asesoría del columnista Jaime Emma.
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