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crónicas del siglo pasado

 

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Revista Siete Días Ilustrados

Revista Siete Días Ilustrados
12.02.1973
MEMORANDUM
Finalmente lo consiguió. Hacía años que el director de Siete Días no lograba tomarse vacaciones en verano, como todo el mundo: una bien montada guardia de vigilancia —encabezada por el jefe de Redacción, principal víctima de las eventuales ausencias del "Diré"— lograba siempre interceptarlo en la puerta de su despacho, aunque una vez fue necesario derribarlo entre cuatro en la puerta del Edificio Abril y otra recién se le pudo dar alcance (y traerlo de vuelta) cuando ya estaba cerca del empalme con la Ruta 2. Esta vez burló todos los puestos de control y huyó con familia y todo rumbo a "alguna playa". Inmediatamente, quienes quedaron en Redacción organizaron un rastreo, pero ni la jauría de entrenados sabuesos —a los que se les dio a oler un carbónico de Firpo— ni el equipo de físicos dotados de contadores Geiger —listos para detectar la radiactividad emitida por algunas de las corbatas más chillonas del buscado— dieron resultado. ¡En fin, que disfrute sus vacaciones! Al menos el viaje le permitió evitarse un disgusto: el de enterarse de que el locutor Sergio Velazco Ferrero —ese de "tengo música para tu piel de verano, muchacha"—, a raíz de haber sido mencionado en la sección "Sic", había iniciado una violenta campaña verbal contra Siete Días utilizando para ello las ondas de una emisora marplatense y otra capitalina, para las que trabaja. Una actitud bien distinta a la del periodista Horacio de Dios, también "víctima" de algún Sic: con evidente sentido del humor —después de todo, una muestra de inteligencia— llamó para confesar que él era el verdadero autor de una gaffe que Siete Días atribuyó erróneamente a otro excelente profesional: el animador Julio Lagos.

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