Revista Siete Días Ilustrados
19.03.1973
MEMORANDUM: De cómo el frío profesionalismo de los
periodistas cedió paso a ciertos estados de ánimo muy en
boga
Sabido es que, en la Argentina, la actividad del año empieza
a desovillarse a partir del 1º de marzo. Los dos meses
anteriores están coloreados de sepia (el tono que el sol da
a la piel), huelen a sal y yodo y vienen envueltos en una
sustancia pringosa llamada molicie. Cierto es también que
este año los argentinos han debido renegar de esa tradición,
consecuencia directa del tráfago político suscitado a raíz
de las elecciones del domingo 11. En tal sentido, los
periodistas de Siete Días pueden resultar testigos
fidedignos de la agitación, impaciencia, incertidumbre y
expectativas que desató el proceso, debido a que ellos
mismos sufrieron contagio: por una vez el profesionalismo
accedió ante esos estados de ánimo y prevaleció
—saludablemente— su condición de ciudadanos. Por la mañana
del lunes 12, en momentos en que se enviaba al taller la
foto tapa, que Mario Paganetti obtuvo en San Andrés de
Giles, la Redacción era un hervidero de conjeturas; es que
todavía no se conocían las cifras finales de la elección y,
por lo tanto, si habría o no segunda vuelta. Una compulsa
callejera determinó que en ese mismo lapso se estaban
registrando los más altos picos de ansiedad, motorizada —de
yapa— por toda ciase de infundios. Entonces, para que la
nota trasuntara la necesaria serenidad, se decidió que fuera
redactada sobre el mismo cierre de la edición, el jueves por
la tarde. Ese material, que se vierte a partir de la página
siguiente, pretende acumular los rasgos más destacados de un
hilo seguramente histórico en la vida del país; además de
Paganetti, lo registraron los fotógrafos Osvaldo Dubini,
Eduardo Nuñes, Hugo Rodríguez y Carlos Dulitzky, y los
redactores Daniel Plá, Sergio Sinay y Oscar Muiño. Pero no
hay que exagerar: en medio de la barahúnda, a todo el mundo
le quedó un minuto para festejar (y deslizarle alguna
chanza) a Abel González, flamante prosecretario.
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