Revista Siete Días Ilustrados
26.03.1973
MEMORANDUM: De cómo un fin de semana agitado permite
cosechar excelente material y nuevos amigos, y entonces
olvidar fatigas
Entre el viernes 16 y el domingo 18, la redacción de Siete
Días vivió un agitado fin de semana: Sergio Sinay y Bernardo
Acuña viajaron a San Andrés de Giles para recoger la mayor
cantidad de testimonios posibles, con el propósito de
elaborar después una minuciosa biografía de Héctor Cámpora,
el presidente electo; Daniel Plá y Daniel León volaron a
Mendoza para presenciar la televisación de la pelea
Cervantes-Locche en compañía de Francisco Bermúdez, ex
manager del boxeador mendocino (y, simultáneamente, Jorge
Speroni establecía contacto con Maracay, escenario del
combate, para obtener material exclusivo); en Mar del Plata,
mientras tanto, otros nueve miembros del staff siguieron de
cerca la etapa culminante del certamen para elegir a Miss
Siete Días 1973. Contra lo que pareciera, no fue ésta una
tarea apacible: al cabo de cinco años, la ceremonia acabó
siendo uno de los eventos mayores del verano marplatense, y
la responsabilidad de su motivación (rendir homenaje a la
juventud y a la belleza) inducía a no pocas preocupaciones.
Las páginas siguientes proveen sobradas muestras de la
trascendencia de ese encuentro: la noche del 17, en efecto,
confluyeron sobre la boite Enterprisse los personajes
públicos más notorios de la ciudad, los conspicuos
representantes de las fuerzas vivas, periodistas de todo el
pais y de Latinoamérica (e, incluso, uno de Italia),
intelectuales y artistas. Para que todos ellos pasaran un
momento placentero —consigna básica— Siete Días contó con la
inapreciable colaboración de la Municipalidad del partido de
General Pueyrredón, con el buen gusto y la cortesía de la
casa anfitriona, con un vasto número de firmas comerciales
que —desinteresadamente— se sumaron a jerarquizar la velada,
y con el aporte de algunos protagonistas esenciales, entre
ellos el brillante Antonio Carrizo, conductor de la fiesta.
El lunes, de vuelta en Leandro Alem 896, los hombres de
redacción se aprestaban a doblar el codo de la semana más
larga del año.
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