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crónicas del siglo pasado

 

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Mundo Infantil

Revista Mundo Infantil
AL LECTOR
NOSOTROS sabemos que MUNDO INFANTIL tiene numerosos amigos. Cuando abrimos esta primera página los incitamos a que nos escribieran, pues los niños son nuestros colaboradores espontáneos. Y, en rigor, nada sale en la revista si ellos no lo aprueban, y si lo rechazan, deja de salir, absolutamente por mayoría de votos, o de cartas que llegan a la Dirección. Muchas de ellas hemos venido publicando, las mejor escritas, o las que reflejaban la gracia y la ternura de sus autores; de algunas otras nos hemos hecho eco en este vestíbulo donde conversan los niños y los mayores. Y seguiremos haciéndolo, pues en las cartas se opina de todo cuanto aparece en la revista. Desde aquí tenemos la impresión de que esto no es un papel impreso, sino un club de niños, una casa muy grande, una torre de miles y miles de voces que susurran, cantan, preguntan..., donde se oyen risas y reinan el juego y la alegría. Y es muy hermoso trabajar así; el contacto con los niños nos hace felices, pues sentimos que ellos nos quieren y los grandes que están a su lado nos miran con simpatía.
Pero hoy tengo que decirte a ti, lector, que me preguntas por el héroe de una historieta inconclusa, o por Nyoka, cuya aventura terminó, que comprendo tu pesar. Así pasa muchas veces en la vida real y en la de la imaginación. Nos habituamos a un personaje, lo incorporamos a nuestra alma y pensamos en él, diariamente, o esperamos saber de sus andanzas, semana tras semana. Y sucede que de repente se nos va; lo perdemos, acaso porque no advertimos la palabra fin en el último cuadro, o quién sabe por cuáles otras circunstancias... Pero se nos ha ido y nos rebelamos, sin querer convencernos del todo que otros héroes, aventuras, historias han ocupado ya su lugar.
¿Lo aceptas así, lector? En la vida todo es mudanza, cambio, continuo cinematógrafo de imágenes que nos dejan soñando. Se aprende a vivir en lo que se lee; y llevado de nuestra mano queremos enseñarte a vivir con sinceridad en este alegre MUNDO INFANTIL, que es el tuyo, donde no hay sitio para el rencor ni para la tristeza.
LA DIRECCIÓN
30.01.1956

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