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Revista Billiken
25.06.1956
HABLA LA SEMILLA
Grande es el hombre al sembrar; admirable, prodigioso y magnífico.
Entonces, el más pobre labriego camina como un rey, parece un rey.
El estupendo gesto de la fe — la fe en que he de germinar — borra en
el sembrador miserias y flaquezas.
—¡Toma! — le dice a la tierra. Y la tierra, callada y humilde, me
recibe y se dispone al milagro.
Como ahora me ves, podría estar dormida un siglo; pero en cuanto me
siembren despertaré y me pondré a trabajar, dirigiendo las energías
de la tierra en un chorro hacia arriba para formar una planta. A
medida que ésta se desarrolle, a mayor altura deberá ascender la
savia con los materiales necesarios para la obra, lo mismo que
sucede cuando los albañiles levantan un edificio.
Somos los arquitectos del mundo vegetal. Jamas hubo entre los
hombres quienes nos igualaran en la diversidad de estilos, en la
originalidad de los modelos, en la regularidad y orden de la tarea,
en los cálculos de resistencia de materiales, en la belleza del
conjunto. Para llegar a tales extremos de perfección nos hemos
especializado. Cada clase de semilla realiza un solo tipo de
construcción.
Parezco poca cosa; pero tengo un proyecto grandioso en mi cabeza:
formaré un árbol inmenso y hermosísimo.
Constancio C. Vigil.
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