|
Revista Siete Días Ilustrados
13.05.1974
carta
Siete Días cumple esta semana —el jueves 16— su séptimo año de vida.
Se estila que la oportunidad sea aprovechada para desbrozar
nostalgias y retemplar esperanzas: un cúmulo de frases hechas que no
aspiran a otra cosa que a dar cuenta del aniversario, simplemente
para que a nadie se le pase por alto y tal ver para provocar
felicitaciones. Pero para quien, como yo, hace más de seis años que
ejerce la dirección de la revista, este halago no puede ser ya tan
importante como el que se coseche a diario y espontáneamente a
través de cartas e interlocutores ocasionales que aprecian nuestro
trabajo (aun criticándonos) sin reparar en el almanaque. Un
cumpleaños es apenas un punto de referencia, un hito convencional;
la realidad cotidiana está poblada de ofrendas mucho más
enriquecedoras: desde la aritmética demostración del crédito
creciente que el público dispensa a la revista (cuyos actuales
índices de circulación son los más altos de su historia) hasta la
incontrastable evidencia de que Siete Días es uno de los órganos de
prensa argentinos que goza de más prestigio dentro y fuera de las
fronteras nacionales. Ese prestigio es el más caro fruto de un largo
ejercicio de independencia profesional, de una objetividad que
desdeñó banderías sectoriales para poder reflejar la historia
contemporánea tal como se desarrolla. Esta satisfacción, mucho más
trascendente que la que emana de un festejo, sólo puede alcanzarse
cuando se trabaja al lado de periodistas que adhieren a esa misma
causa, capaces de constituir un equipo sin fisuras y con la
sensibilidad necesaria para responder a lectores cada vez más
exigentes. A ese puñado de hombres que en Siete Días comparte con
solidaridad de amigos una misión tan ardua, tan excluyente, deseo
expresarles mi especial agradecimiento, mi gratitud de veterano. Los
siete años de Siete Días nos encuentran satisfechos, pero no, nunca,
complacidos.
EL DIRECTOR
|
|