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crónicas del siglo pasado

 

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Revista Antena TV

El más grave defecto de nuestra radiofonía y nuestra televisión es la improvisación. Muchos programas, que, organizados con antelación, pudieron haber sido impactos seguros, no alcanzaron el favor público por ser fruto de la improvisación y no tener, por lo tanto, el respaldo de una promoción, o el momento propicio para ser lanzados al aire. Las presentes consideraciones no quieren pecar por el mismo delecto y por ello, con suficiente tiempo por delante, vamos a destacar que estamos en un momento crucial para la de los espectáculos para el año próximo.
Prácticamente al comenzar el mes de noviembre, en cuyas vísperas estamos, la temporada de 1962 puede darse por terminada, en lo que se refiere a números de fuerza y programas de categoría. Se inicia, aunque no estemos precisamente en la estación, la llamada cuesta del verano, donde sólo se trata de "ir tirando", para usar una frase vulgar, pero expresiva.

Los programas de las televisoras y de las "broadcasting" no acusaran en lo que resta del año números sensacionales y, por lo contrario, los de fuerza desaparecerán por un tiempo, o sea hasta la próxima temporada. Es por lo tanto el momento oportuno para pensar qué se hará el año próximo, qué contrataciones se procurarán y qué novedades se le ofrecerán al público.

No hay que dejar para mañana lo que debe hacerse hoy. Las direcciones artísticas en este caso son las que tienen la palabra, y sobre ellas recae la responsabilidad de lo que se proyectará para el nuevo periodo de espectáculos. No basta que un programa haya sido exitoso en una temporada para creer que lo será en la próxima. Muchas causas median para poder afirmar que el éxito de algunos programas no sólo depende de sus méritos intrínsecos sino del momento o de las circunstancias que rodan su emisión. Para dar un ejemplo claro de esto podríamos citar que las circunstancias en que a veces vive el país se prestan para el impacto feliz del comentario que sobre esas circunstancias puede ofrecerse, lo que no quiere decir que el mismo programa pueda interesar si aquellas circunstancias desaparecen.

Una música, una canción, pueden estar de moda y hacer el pedestal del buen suceso de un cantor, pero cuando aquéllas pasen de moda, ¿quién puede asegurar que el cantante tendrá el mismo éxito?

Queremos decir que tanto en radio como en televisión hay que renovarse constantemente, tanto en figuras como en espectáculos, y por ello es que recomendamos a los que rigen los destinos de estas dos actividades que con tiempo se procuren de lo que han de ofrecer en la nueva temporada, no por un poco distante menos digna de que con mucha antelación se ocupen de ella.

Es bueno prevenir, dice el socorrido refrán, y el mismo alcanza también a la radiofonía y a la televisión. Sabemos que algunas direcciones artísticas que, desde luego, comprenden todo esto que enunciamos, tratan de fijar su atención en el año próximo, pero en muchos casos hallamos, en lo que se está proyectando, falta de imaginación, como cuando se trata de conquistar ofreciendo mejor contrato a números o figuras que han sido un éxito en otras estaciones, con lo que en vez de tratar de mejorar lo propio se trata de desmantelar al competidor, o que no sólo es un golpe bajo sino que en muchos casos resulta inoperante. Este es el momento, entonces, de ir pensando qué novedades se podrán suceder en la próxima temporada.
Revista Antena TV
30.10.1962

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