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Revista Siete Días Ilustrados 28.07.1969 EN ESTE NUMERO
La de esta edición es la tercera tapa consecutiva que SIETE DIAS
dedica a un mismo tema; caso único en la historia de la revista,
acaso también sea en la del periodismo argentino. El hecho se
justificaba, como bien pudo comprobarse la semana pasada: hasta
las publicaciones no referidas a la información general dieron
cuenta del acontecimiento más admirable producido por el hombre.
Ecuménicamente, la Conquista de la Luna generó las mayores
expectativas desde la Segunda Guerra Mundial, exigió a los hombres
de prensa un esfuerzo imposible de parangonar en los últimos 25
años. SIETE DIAS puede preciarse de reflejar fielmente esa
preocupación: sus páginas anticiparon cada detalle de la hazaña,
cubrieron toda la información y se nutrieron con reportajes a los
más calificados hacedores de la gesta, inclusive Neil Armstrong,
un nombre para la historia. Toda esa amplia documentación culmina
en este número, entre las páginas 6 y 11: desde Houston se vierte
la crónica menuda del gran vuelo, con fotos que reseñan la
angustia y el júbilo que encandiló a los terráqueos. La foto de la
tapa y la de arriba —suministradas por la NASA— son, en cambio,
réplicas exactas, pero experimentales, de los dos momentos más
críticos de la misión: el arribo al satélite, el amaraje del
jueves.
¿Es cierto que el porteño, como individuo, es
integrante de una especie única? Genéricamente se lo ubica como
"un bicho raro", un pícaro a menudo inescrupuloso, un melancólico
de enorme generosidad, un vividor diletante (abajo), un filósofo
capaz de apasionarse por cosas triviales. En la página 40 comienza
a trazarse una nítida radiografía de su verdadera personalidad,
una disección que no se había intentado hasta ahora. El trabajo
(que abocó a tres redactores durante un mes) conduce a una
definición: el porteño es el espejo de Buenos Aires. Tapa:
epopeya de la Luna
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