Revista Siete Días Ilustrados
27.10.1969
EN ESTE NUMERO:
No es habitual que SIETE DIAS invierta espacio en reflejar las tragedias del bajo fondo; lo hace excepcionalmente, cuando la singularidad del suceso desborda las fronteras de la crónica roja y desnuda una realidad social. Es el caso del rapto y posterior asesinato de María Gladys Rojas, de 15 años, perpetrado en un villorrio miserable de Lanús, a las puertas de la ciudad de Buenos Aires. El drama, desatado hace diez días y que culminó a principios de la semana pasada con el apresamiento de los culpables, no congrega, por sí, características especiales. Sin embargo, ese tiro en la cabeza de María Gladys permite observar más de cerca, crudamente, un flagelo que agobia a la sociedad argentina: el de una niñez a la deriva, torvamente estimulada por la promiscuidad y el pobre —nulo— contacto con la honradez. Porque ese crimen fue cometido por una pandilla de niños a quienes la sociedad no atina a integrar en sus filas. Por lo menos eso se desprende de la lectura del informe que nace en la página 70, de las declaraciones hechas por Ramona Eloísa Rojas (foto de arriba), madre de la chica asesinada.
• Son casi 180 mil olvidados, a juzgar por las quejas que alzan contra el "egoísta e implacable centralismo porteño". Pero los habitantes de Chubut están empeñados, parece, en una tenaz reivindicación de sus posibilidades de desarrollo. En esas 22 millones de hectáreas —atrapadas por el cúmulo de problemas comunes al área patagónica— vislumbra una saludable alborada: a la desolación (arriba, izquierda; camino al Corcovado, en la frontera cordillerana) se opone el crecimiento de jóvenes industrias, como las que aprovechan la riqueza lanera (izquierda; establecimiento en la localidad de Gaiman, al sudeste de la provincia). El inminente dique sobre la cuenca del Futaleufú, cuyas obras ya están en ejecución, promete robustecer ese aliento trasformador. Entre las páginas 44 y 49, el redactor Otelo Borroni y el fotógrafo Hugo Pérez Campos dan cuenta de ese fervor.
• Hasta ahora ningún fotógrafo había penetrado en el hogar de los Barnard, en Ciudad del Cabo; debió ocurrir que ese matrimonio se extinguiera para que Louwtjie, la ex mujer del cirujano, franqueara las puertas a un fotógrafo. Esas fotos fueron adquiridas en exclusividad por SIETE DIAS.
Tapa: Tini Araujo