Siete Días Ilustrados
04.05.1970
EN ESTE NUMERO
• Además de sus obvias condiciones profesionales, los redactores y fotógrafos de SIETE DIAS deben reunir otras, en cierto modo domésticas: estar dispuestos a viajar en cualquier momento, tener la valija preparada y el pasaporte en regla. Requisitos que, rutinariamente, debieron cumplir quienes confeccionaron esta edición. Juan Pedro Mozzicafreddo y el fotógrafo Jorge Moreau volaron a Bogotá para analizar las consecuencias de las elecciones presidenciales colombianas. Allí dialogaron con el presidente electo Misael Pastrana Borrero (foto de arriba) y con su rival más peligroso, el ex "hombre fuerte" general Gustavo Rojas Pinilla. Además, auscultaron el estado de ánimo de un pueblo que parece hallarse al borde de la guerra civil, como se deduce del informe publicado entre las páginas 8 y 13, telexeado la mañana del miércoles 29.
• Ese mismo día, otro enviado de la revista cablegrafiaba desde La Paz, Bolivia, sus experiencias vividas durante tres semanas junto a los mineros apeñuscados en el poblado de Llallagua, aledaño a la mina Siglo XX. Un escalofriante testimonio que arranca en la página 22.
• El jueves 23, en Punta del Este, Carlos Cúneo y Osvaldo Dubini asistían, en los jardines del Cantegril Country Club, a la elección de la Reina Mundial del Turismo. Una reñida puja que le valió el título de princesa a Ana María Contini (izquierda), coronada un mes antes como Miss SIETE DIAS 1970, en Mar del Plata. "Ana María es, sin duda, la más bonita de todas las que nos presentamos", confesó sin hesitar un instante la salvadoreña María Elena Sol, elegida Reina por el aplauso del público cuando el jurado decidió empate luego de tres votaciones. Los entretelones de esa noche en las páginas 80-83.
• Eduardo Frías fue el único fotógrafo de una revista porteña que acompañó a la tripulación del avión Hércules C-130 cuando, por primera vez luego de diez años de intentos, la Aeronáutica argentina logró hacer aterrizar el pesado aparato —60 toneladas—, sin ayuda de esquís sobre ¡a gélida superficie de la isla Marambio, en la Antártida. Las fotos obtenidas en esa ya histórica epopeya austral, en las páginas 14 y 15.
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