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Revista Siete Días Ilustrados 29.03.1971 Graciela Alfano DE ÉSTO SE TRATA
• Juan Carlos Onganía, 30 de junio de 1966: "He de gobernar para
todos los argentinos sin distinción alguna, y pido la cooperación
de todos sin exclusiones. Abriremos una ancha puerta para que se
incorporen al esfuerzo común las jóvenes generaciones, los hombres
cargados de experiencia y todos aquellos que con su esfuerzo
indispensable harán posible la renovación de nuestro país.
Comenzaremos un proceso de conciliación y reconstrucción. (...).
Seamos capaces de entender que estamos frente a una nueva
concepción de la gran política nacional". • Roberto Marcelo
Levingston, 8 de julio de 1970: "Ningún pueblo puede pretender un
estado de bienestar que no condiga con sus posibilidades, con su
esfuerzo y con su vocación de grandeza. O creamos el país que
todos soñamos, o nos debatiremos en esta mediocridad que hoy nos
oprime, nos desacredita y nos desgasta en estériles oposiciones,
abriendo cada día más el camino a quienes pretenden resolver por
la violencia lo que sólo se construye con trabajo, con eficacia
creciente y con la concurrencia de todos los esfuerzos (...). El
gobierno no promete, invita a que todos seamos actores de esa
grandeza que tenemos casi al alcance de nuestras manos, de esas
manos unidas que en nuestro escudo simbolizan la firme voluntad de
unión nacional". • Alejandro Agustín Lanusse, 23 de marzo de
1971: "La Junta de Comandantes en Jefe, en virtud de las
responsabilidades y atribuciones que determinan los documentos
rectores de su accionar, ha debido reasumir el poder político del
Estado para asegurar el logro de los objetivos fundamentales de la
Revolución, y crear las condiciones para el pleno restablecimiento
de las instituciones democráticas, en un clima de libertad,
progreso y justicia (...). Por ese motivo, convocamos hoy a todo
el pueblo argentino, sin limitaciones ni exclusiones, a participar
activamente en la tarea de encontrar y concretar la solución de
los problemas del país, a través de un acuerdo amplio y generoso
que supere las antinomias del pasado e inicie una nueva etapa
promisoria en la historia de la República". Madrugada tensa la
del martes de la semana pasada: el mandato del segundo presidente
de la Revolución Argentina había cesado —por decisión de los
comandantes de las tres armas— y se abría, simultáneamente, el
tercer capítulo de un proceso político-castrense que en junio
próximo cumplirá cinco años. Es posible —deseable— que la gestión
del triunvirato que rige ahora a la Nación empalme con la
normalización de las instituciones argentinas, con el desemboque a
formas plenamente democráticas; es decir, que ésta sea la etapa
definitiva, última, la del cumplimiento cabal de las premisas
—loables— expuestas por los mandatarios de la Revolución, y que
sintetizan su origen y su causa. Ojalá.
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