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Revista Siete Días Ilustrados 28.11.1975
carta La
espectacularidad suele ser engañosa; por algo es considerada, en
los ambientes periodísticos, una prima hermana del
sensacionalismo. A menudo, los jefes de Siete Días recurrimos a
este axioma, convencidos de que las notas más atractivas, las que
prometen revelaciones valiosas y enfoques inéditos, no siempre
están del otro lado del planeta; por el contrario, la práctica nos
demuestra que es posible cosechar frutos tan importantes a un
palmo de nuestras narices. Como esto lo sabemos muy bien, sólo
excepcionalmente nuestra mira está puesta en el pintoresquismo que
depara un remoto punto del mapa: cubrir largas distancias no
configura un mérito de trabajo si, paralelamente, el objetivo del
viaje no satisface los reclamos y las urgencias del lector. Por
algo las notas turísticas, que abundaban en añejas publicaciones,
constituyen hoy un signo de decrepitud. En vez, los lectores de
hoy prefieren —porque las necesitan— notas sobre turismo, un tema
que Siete Días no se atrevería a descuidar (ver, por ejemplo, el
informe que empieza en la página 54). La conclusión siguiente
podría, pues, ser ésta: más que el paisaje, lo que realmente
interesa es el hombre, la actitud humana. Ese espíritu sobrevuela
los materiales insertos a partir de las páginas 62 y 84, comienzo
de dos reportajes que demandaron excursiones relativamente cortas:
una al norte de Santa Fe, la otra a Misiones. Sin duda, la
elocuencia de esos testimonios ayudará a interpretar más
cabalmente estas palabras. EL DIRECTOR
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