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Revista Siete Días Ilustrados
05.04.1971
En este número
A punto de cumplir 82 años, Charles Spencer Chaplin reveló —hace
dos semanas— que no le ha perdido el gusto a las humoradas o que
está por convertirse en un místico ascético, dispuesto a renegar
de la incredulidad sobrenatural que signó toda su vida. Su voz
áspera,, su inglés cadencioso, los giros de su pensamiento
quedaron impresos en una cinta magnetofónica, en el curso de casi
todo un día de charla con un corresponsal de SIETE DIAS. Fue más
bien un monólogo: Chaplin habló de lo que quiso, pasó revista a su
turbulenta juventud, se refirió a sus mujeres y a sus hijos, y a
las fracturas ideológicas que decidieron su alejamiento de
Hollywood. Poquísimas revistas en todo el mundo pudieron alguna
vez publicar un material como éste, una aproximación a la
autobiografía de uno de los artistas más colosales del siglo XX;
es que las dificultades nacen del propio Chaplin, desde siempre
reticente a tratar con periodistas y, mucho más, a recibirlos en
su casa, sobre las colinas de Vevey, en Suiza. Por todo lo cual,
la nota que comienza en la página 26 constituye, para SIETE DIAS,
un motivo de orgullo.
• "Uruguay: El demonio nos gobierna". Ese es el título que los
hombres de SIETE DIAS, instalados en Montevideo, eligieron para su
informe sobre las tragedias que padece el país cisplatino,
agravadas la semana pasada por el segundo secuestro del doctor
Ulysses Pereira Reverbel, presidente de Usinas y Teléfonos del
Estado. Fue, quizás, la más espectacular de las maniobras
terroristas perpetradas por los Tupamaros, y posiblemente también
la más audaz, ya que se consumó en pleno centro de Montevideo,
sobre la avenida 18 de Julio, en horas de mayor afluencia de
transeúntes. La bravata daba sentido al título, resumía el clima
de incertidumbre y pánico que arrastra a los uruguayos a un
callejón que la mayoría prefiere soslayar: el de la violencia sin
frenos, el de la intolerancia masiva. Un repaso a la situación
general —en cuyo contexto figura el secuestro de Pereira y la
enorme adhesión tributada al Frente Amplio, en asamblea reciente—
desembocó en la certeza de que las vicisitudes uruguayas merecían
un título que permitiera abarcar más nítidamente la situación de
un país en plena efervescencia preelectoral. Esa radiografía se
edita entre las páginas 14 y 17.
• La concreción del "gran acuerdo nacional" —bandera que aglutina
a un vasto espectro político, empresario y sindical— se erige
ahora en la más ardua, y por eso la prioritaria, que debe resolver
el gobierno de Alejandro Agustín Lanusse. Si bien el punto de
arranque es auspicioso (ya que se vislumbran sólidas sus bases de
sustentación), no será fácil, en el futuro inmediato,
compatibilizar los gustos y las apetencias de todos los sectores
sumados a la cruzada. Precisamente, la nota que empieza en la
página 10 recoge un imperativo común: la necesidad de acordar una
solución política consentida por la mayoría de las líneas de
fuerza que influyen en el país; lo cual implica afrontar dos ítems
decisivos: la situación económica (generadora de conflictos que
tal vez los políticos no logren canalizar) y el papel que jugará
Juan Perón en la proyectada conciliación nacional.
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