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Revista Siete Días Ilustrados
24.12.1973
MEMORANDUM
De cómo un arrebato de humor negro, muy negro, puede hacer tiritar
a la redacción entera
Hace un par de semanas, la editorial Siglo XXI puso en circulación
una
excelente recopilación de humoradas de la revista Hortensia, sin
duda la más divertida y talentosa expresión del género, a contar
desde los buenos tiempos de Cascabel y Rico Tipo. En un rinconcito
de una de las páginas del libraco se lee un diálogo de lo más
reflexivo: de no existir las mujeres, una de las catástrofes más
previsibles es que Siete Días no tendría tapa. El aserto parece
avalado por la realidad y por la fama, y debe ser interpretado
como un jubiloso estigma o como una de esas leyes cuasi
inexplicables que obedecen a la naturaleza y que más vale no
entrar a analizar. Porque, evidentemente, esa portada frívola, de
común inquietante, se corresponde a duras penas con el contenido
de la revista, en donde se otorga escasísimo espacio a la
frivolidad, en donde eventuales chicas pimpantes se exponen sólo
cuando constituyan noticia, y aun así con un criterio francamente
avaro. Una ojeada a este número puede ser muy ilustrativa, acaso
la mejor demostración de que la tapa no representa la personalidad
de la revista, como no sea desde el punto de vista estético.
Inobjetablemente, las chicas que resplandecen en la portada
pasaron a convertirse en una prolongación del logotipo, y así
deben haberlo entendido los cientos de miles de lectores de cada
semana, conscientes de que, páginas adentro, Siete Días los sitúa
en el mundo tal como es, con todas sus asperezas y todos sus
jolgorios. Hacen bien los duendecillos mediterráneos de Hortensia
en suponer que Siete Días sufriría una atroz mutilación si no
existieran las mujeres, una hipótesis tan desoladora que los
hombres de la revista sólo pueden consentirla como un arrebato de
humor negrísimo.
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