|
Año III Buenos Aires, 17 al 23 de agosto de 1965 Nº 145
CARTA AL LECTOR
Dos años atrás, el Colegio Electoral convirtió a la esposa de un médico bonaerense, radicado en Córdoba, en la 24ª Primera Dama de la Argentina. En aquellos momentos cuajados de euforia, la
prensa se interesó por ella, la acosó a preguntas y fotografías. Ese asedio concluyó a fines de octubre, cuando Silvia Martorell de Illia y su marido habían dejado ya el transitorio albergue del hotel Savoy por la residencia de Olivos.
Primera Plana intentó retomar el hilo de la historia, a 24 meses de distancia. La nota central de este número es el resultado de esa operación que consumió dos semanas y algunos redactores más de los que se adjudican normalmente a cada artículo de tapa: uno de ellos estuvo en Córdoba y Cruz del Eje, otro en Bahía Blanca; dos fueron destinados a rastrear en la Capital la adolescencia y juventud de la señora de Illia; un quinto, en fin, la entrevistó en Olivos.
Al mismo tiempo, tres reporteros se encargaban del segundo capítulo de la nota, las ex Primeras Damas vivas: los tres debieron vencer, casi siempre, pesadas barreras de silencio. Hubo pesquisas, también, en el Archivo General de la Nación y en el Museo Mitre. El tercer capítulo resultó el menos complejo: se trataba de espigar en Newsweek y L'Express —revistas asociadas—, la vida de otras dos mujeres de estadistas: Lady Bird e Yvonne de Gaulle. De Mme. de Gaulle fue huésped, en Buenos Aires, Silvia Martorell de Illia.
* * *
No todos los temas de este número son tan placenteros como las actividades de una presidenta. Pero la actualidad suele poner de relieve a personajes de curiosas aristas: Ho Chi Minh, el barbado Mandarín que desafía a Lyndon Johnson, retocaba fotos en el París de los "años locos" (pág. 20-21-22); el joven novelista francés J. G. Le Clézio es tan dotado como ególatra (pág. 60); y hasta 20 años después, surgen inesperadas anécdotas de Miguel Miranda (39 y 42). No tan inesperadas, sin embargo, ni tan alarmantes, como las ¿revelaciones que surgen del informe desplegado en las páginas 45 a 47: a dos décadas de Hiroshima y Nagasaki, y mientras la Conferencia de Desarme se pierde por los laberintos de la retórica (24), el futuro de un mundo abocado a iniciar o fortificar su poderío nuclear entraña una invitación a la hecatombe.
Hasta el martes próximo. EL DIRECTOR.
|
