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Año III Buenos Aires, 9 al 15 de noviembre de 1965 N° 157
CARTA AL LECTOR
Los argentinos suelen emocionarse ante los resplandores mayestáticos que, muy de vez en cuando, llegan desde Europa, y Balduino y Fabiola, los reyes de Bélgica, que entraron en el país por el
sur, no dejaron de influir sobre la impresionable Buenos Aires: casi no faltó habitante que dejase de comentar, frívolamente, la apostura de un monarca que apareció sin anteojos en los actos públicos, y la calidez humana que desplegó la reina en ceremonias donde abundaron las gaffes. El viaje de los monarcas belgas fue observado hasta durante las comidas más íntimas por un equipo de tres redactores: el vasto informe que entregaron, hacia el fin de la semana pasada, describe desde la congoja con que recibieron la noticia del desastre aéreo en el Caribe —donde perecieron 69 oficiales y cadetes argentinos— hasta la diplomática sonrisa que ensayaron cuando un importante funcionario llamó a Balduino, oficialmente, Su Alteza.
Mientras Buenos Aires vivía pendiente de esos hechos, Tucumán, Córdoba y Santa Fe sentían alterarse sus nervios por la visita de la tercera esposa de Perón: los corresponsales de Primera Plana, también allí, examinaron minuciosamente sus movimientos. Desde Nueva York, otro representante de esta revista hurgaba en dos acontecimientos cuyas resonancias no han sido del todo cubiertas por la prensa argentina, el suicidio de Daniel Burros, Gran Dragón del Ku-Klux-Klan, y el acceso a la alcaldía de uno de los miembros más progresistas y jóvenes del partido Republicano, John Vliet Lindsay.
Algunos observadores argentinos se preguntaban, mientras tanto, si este país tenía alguna auténtica causa nacional por delante. Y admitían que quizá el objetivo más próximo a esa calificación sea la construcción del complejo El Chocón-Cerros Colorados, una obra de canalización, riego y producción de energía que podría despertar a media Argentina, convirtiendo a la región del Comahue, en la Patagonia, en otra California. Ese sueño, del que los porteños no tienen muy clara idea todavía, soporta un precio: casi 400 millones de dólares. El gobierno acaba de comprometer su acción para convertirlo en realidad. La historia de ese sueño, su estado actual y las dudosas posibilidades de llevarlo adelante forman parte de un informe especial en el que participaron Oscar Caballero, quien recorrió la región; Carlos M. Hirsch, que indagó, en fuentes oficiales y privadas, los datos esenciales del proyecto, y Mario Sekiguchi, encargado de estudiar su factibilidad, investigando en las fuentes financieras locales e internacionales.
Hasta el martes próximo. EL DIRECTOR
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