Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

OTRAS IMAGENES DEL SITIO

Panorama abril 1971 - Tapa Frondizi
Panorama abril 1970 - Oposición
Panorama febrero 1971 - Tapa de Caloi
Panorama septiembre 1968 - Checoslovaquia
Redacción septiembre 1974 - Grietas del gobierno
Redaccion julio 1974 - Quienes gobernaran ahora
Revista el pato donald (1959) - 1
Revista el pato donald (1959) - 2
Revista el pato donald (1959) - 3


Mar del Plata, hora cero
En sólo dos días de la semana pasada —el jueves y viernes—, más de 10 mil automóviles atosigaron la Huta 2, entre Buenos Aires y Mar del Plata. A mediodía del sábado, en Mar del Plata, 60 mil turistas desempacaban sus maletas e inauguraban, en la práctica, una temporada capciosamente abierta el Io de noviembre. Algunos hechos y algunas presencias (la del Gobernador bonaerense Anselmo Marini, en el Hotel Provincial, y la de Miguel Ángel Zavala Ortiz, en un escondido chalet de Playa Grande) hacían presumir que este año, de nuevo, Mar del Plata será la más nerviosa ciudad del país, siquiera hasta fines de febrero.
Los hechos hay que detectarlos en varios frentes. Decenas de hoteleros culminaban una campaña de captación del provinciano, con miras a incrementar un turismo hasta ahora adormecido. Uno solo de esos hoteleros, Vito Serenellini (propietario de los hoteles,Zarate y Corbel), invirtió medio millón de pesos en avisos en diarios de provincia, con un resultado que configura un fenómeno inédito, por lo menos en sus establecimientos: cordobeses, mendocinos, salteños y misioneros casi habían agotado su capacidad locativa. "Es una clientela muy buena —se alegró Serenellini—; vienen con toda la familia y no se quedan menos de quince días. Las familias porteñas, en cambio, se reparten por turnos una estadía que, generalmente, no excede la quincena."
Si a lo largo de diciembre, las reservas telefónicas y por correo han mermado, se debe, sobre todo, a que aumentaron los week-ends marplatenses y la posibilidad de contratar alojamiento personalmente. Semejantes previsiones se perpetran sólo para febrero, en las inmediaciones del Carnaval, cuando Mar del Plata se congestiona al máximo. Tal como lo intuyó el olfato de los miles de veraneantes arribados la semana pasada, todavía no es demasiado pesaroso encontrar habitación en el ejido céntrico; salvo excepciones, los asesores de la Dirección Municipal de Turismo y de la Asociación de Hoteles saben que les aguardan quince días más de tranquilidad.
Tras el interregno, sucumbirán en una pintoresca vorágine. María Pompeya Muñoz (empleada de Turismo)
ofrece testimonio de la desesperación de familias enteras, valijas y chicos en ristre, procurando la localización de un cobertizo disponible, o una simple galería, para no pasar la noche a la intemperie.
Otras vertientes de maremagnum se abren, abruptamente, a medida que la afluencia de turistas supera las previsiones, "cosa que sucede todos los años", corroboró un funcionario de la Asociación de Hoteles. Un hecho curioso: mientras un escuadrón de inspectores tnunicipales se da ya a la tarea de individualizar Hoteles clandestinos, Juan Néstor Guerra, gerente de la Dirección, procura reclutar voluntarios que ofrezcan sus viviendas para los días del vértigo carnavalesco, "aunque la Comuna resienta sus ingresos impositivos".
La prédica, en los medios burocráticos, es ésta: "El turista es el huésped de la ciudad", y tras ella se machaca en la necesidad de que Mar del Plata se convierta en una gran agencia de informaciones. Por lo pronto, la Dirección ha instalado stands en las agencias de Correo y Aerolíneas Argentinas, y en la Estación Terminal de Ómnibus. Paradójicamente, la función de cicerone no puede ser confiada a los agentes de policía, buena parte de los cuales fueron transferidos desde otras ciudades de la provincia para reforzar los servicios de Mar del Plata. "Esa es la razón por la que tres de cada cuatro presuntos clientes entren a mi negocio para preguntar dónde queda La Marmita, El Rey de la Milanesa, o la pizzería más próxima", tremoló el dueño de una boutique.
Restaurantes y cantinas del centro ofrecen ya el símil de una caldera a punto de estallar. Juan Morales, propietario de El Rey del Bife, era uno de los. más excitados por una prebenda que el gobierno concedió justo a tiempo: "Ahora que los grandes contingentes turísticos aparecen los fines de semana, es una suerte que la veda de la carne haya vuelto a lunes y martes".

 

siguiente en la sección