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Año IV Buenos Aires, 24 de mayo de 1966 Nº 178
CARTA AL LECTOR
Durante las dos semanas en que la provincia de Tucumán fue recorrida por cuatro redactores de Primera Plana, una creciente fiebre por informar qué pasaba se abatió sobre los visitantes. En las salas de juego, en los ingenios, en las oficinas públicas, cada persona tenía una interpretación para la crisis, para el hambre, para la violencia en que Tucumán está sumergida desde hace más de un lustro.
Cien carillas de datos y testimonios, quince horas de grabaciones magnetofónicas y medio millar de folletos empezaron a acumularse sobre los escritorios de esos cuatro redactores. Las cifras, las palabras, los gráficos estadísticos, iban mostrando cuánto decreció el comercio, cuál es el costo de los transportes, de la construcción, cómo ascendieron vertiginosamente las señales de una corrupción pública, cómo los excedentes de azúcar se abarrotan en los depósitos y condenan al hambre a los habitantes. De pronto, ante la aluvional información, los redactores tuvieron que detenerse, porque esa voracidad por explicarlo todo era también un síntoma del gigantesco caos tucumano.
Entonces, la revisión de las cintas magnetofónicas captadas a lo largo de las dos semanas pareció más esclarecedora que la marejada de números. Eran los protagonistas del volcán quienes contaban su historia y, a través de ellos, el drama de Tucumán irrumpía entero, más avasallador que en cualquiera de los pormenores técnicos.
Así, pues, el conflicto de la provincia que se apresta a celebrar el Sesquicentenario de la Independencia, la misma provincia que conmueve el panorama nacional con violentísimas sacudidas, acabó por convertirse en una interminable confesión. Entre las páginas 15 y 21, esa confesión ha sido volcada con minucia, y para que nada quiebre la apasionada fluencia de las voces, se ha respetado hasta el ritmo quebrado y cadencioso con que fueron pronunciadas. (Fotos de la tapa: Eduardo Comesaña.)



Perón opina sobre el golpe de Estado
MADRID — Jorge Taiana, ex rector de la Universidad de Buenos Aires, fue presentado así a Primera Plana: "Desempeñará funciones importantes en el peronismo". Quien lo presentaba era el propio Juan Domingo Perón, que anadió: "Algunos hombres se están quemando en escaramuzas de vanguardia, pero el peronismo dispone de prestigiosas reservas para cuando entre en acción el grueso del Ejército".
Primera Plana sorprendió a Perón, el martes pasado, cuando él y Taiana terminaban de cenar en un restaurante céntrico de Madrid; la sobremesa duró dos horas: el ex Presidente, quebrando su costumbre para agasajar al visitante, se ausentó de su residencia por la noche. Perón recordó, alegre, las caricaturas de Flax y comentó los entretelones y consecuencias del comunicado emitido el IV de abril pasado por el Secretario de Guerra de su país, general Castro Sánchez. La posibilidad de un golpe de Estado en la Argentina fue analilizada por el ex Presidente en un largo monólogo. "La tregua —dijo— concluye a mediados de junio.
Entonces, habrá golpe. O en agosto. No en julio, porque los militares son respetuosos de las fiestas del Sesquicentenario y de la presencia de las misiones extranjeras." Luego, con una sonrisa: "¿Qué. pasaría si Pablo VI quiere ir a Tucumán?" El gobierno que se instale después del golpe no seria capaz —según Perón— de solucionar los problemas argentinos bajo la oposición de radicales, conservadores y gorilas. "Vendrán a pedir el apoyo del peronismo. Con elecciones o sin ellas, el peronismo siempre es el arbitro de las situaciones", definió. El ex Presidente dejó traslucir que existieron gestiones para obtener tal apoyo, de parte de los mandos del Ejército. "Me ofrecieran devolverme el grado de general. ¿Para qué lo quiero? El grado lo qbtuve sin hacer nada, con sólo dejar correr el tiempo. En cambio, ser Perón me costó." 
24 de mayo de 1966

 

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