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Año IV Buenos Aires, 11 al 17 de octubre de 1966 Nº 198
CARTA AL LECTOR
Quizá desde 1934, cuando el Cardenal Eugenio Pacelli presidió, en Buenos Aires, el XXXII Congreso Eucarístico, la Argentina no albergaba un encuentro eclesiástico de tanta magnitud como la asamblea de la CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana), que delibera en Mar del Plata esta semana. No sólo por los prelados que participan de ella; también, por las regiones de donde proceden. Ya al filo de la cuarta sesión del Concilio, en 1965, Primera Plana había advertido que la Iglesia Católica, en esta parte del continente, se distinguía, con más fuerza que ninguna otra, como una Iglesia deseosa de entregarse a los pobres, de ser pobre. La idea de dedicarle un reportaje figura en nuestros planes desde hace un año; la reunión del CELAM consolidó esa idea.
Más compleja fue la elección del sacerdote que simbolizara, desde la portada, a la nueva Iglesia latinoamericana. En principio, se pensó en el Cardenal Raúl Silva Henríquez, Primado de Chile, quien asumiera el liderazgo virtual del Episcopado latinoamericano durante el Concilio; luego, en el titular de la diócesis de Goya (Corrientes), Alberto Devoto, el primer Obispo argentino (y uno de los primeros en el mundo) en pronunciar un voto público de pobreza, con sus fieles como testigos. Finalmente, se optó por 'Dom' Helder Cámara, Arzobispo de Recife, el menudo cura que en agosto pasado fue blanco de los ataques del Ejército brasileño: su inmenso flujo espiritual sobre las masas (tal vez el único caso de caudillismo religioso en el continente, aunque ese caudillismo fuese a pesar suyo), su Operativo Esperanza, su estruendoso batallar, decidieron la cuestión.
Primera Plana envió a Recife, a convivir una semana con Dom Helder, a un sacerdote: Juan José Rossi. Idéntica misión, junto al Obispo Devoto, encargó a Roberto Aizcorbe, mientras otros informantes volcaban sobre Buenos Aires la situación de los demás países. Ese material se transcribe en las páginas 34/41 y es, acaso, la primera rendición de cuentas del Evangelio (un Evangelio de la Pobreza) que viene predicándose en América.
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A lo largo de la semana, nuevos aportes a nuestra información se precipitaron desde el exterior. El Jefe de Redacción, Julián Delgado, y el corresponsal de Primera Plana en USA, Antonio Muiño, se internaron en tres cónclaves de las altas finanzas, uno de ellos, estrictamente secreto (páginas 69/ 70). Osiris Troiani, en Holanda, observó la actualidad de un país conmovido e irritado nada menos que por su prosperidad (26/28). Y Mario Vargas Llosa debió saltar de Londres a París para acudir a la cita con uno de los genios del cine contemporáneo, Luis Buñuel: nunca, hasta ahora, el creador de Viridiana había concedido un reportaje a la prensa argentina (78/80).
Hasta el martes próximo. EL DIRECTOR.
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